Morirás de todas formas

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Abro la última carta de Ethan, la noto un poco más pesada que las demás, le doy vuelta al sobre y de dentro cae una sortija de oro con una piedrecilla brillante, me sorprendo, el corazón se me achicharra,

–Mi anillo

Tomándolo entre mis dedos lo miro unos segundos, recordando aquel día, hace cinco años y siete meses, cuando Ethan se arrodilló ante mí en aquel estadio lleno de gente en el intermedio del fútbol, hasta aparecimos en las pantallas grandes, la gente nos observaba mientras me pedía ser su esposa, dije que sí sin vacilar y me puso el anillo al dedo. Me lo pongo y leo la carta

Mi dulce Tara…

Tu madre me devolvió este anillo, me dijo que probablemente estarás en coma por mucho tiempo más, que mejor rehaga mi vida. Pero, no puedo, Tara, estás en mis pensamientos constantemente, no puedo ni quiero dejarte ir. Te prometo que cuando despiertes y aún tengas el deseo de volver a intentarlo, yo estaré ahí esperándote, listo para seguir adelante con nuestros planes.

Te amaré eternamente


Con amor


Tu Ethan”


Me lleno de indignación y furia, pero en mi propia contra. Arrugo la carta que tengo en manos

Cómo pude ser tan estúpida e insensible con él.

Me dirijo a mi escritorio, tomo un papel y una pluma y temblando comienzo a escribir:

“Ethan, no deseo que te sientas culpable, no eres responsable de mis acciones, solo, me queda decir que lo siento, de verdad, no merezco tanto amor ni sacrificio. Diles a mis padres que los amo y me perdonen, pero nadie se merece la carga que pongo sobre todos ustedes. Pensé que la vida me estaba dando otra oportunidad, pero, quizá estuve equivocada y esto debió ser lo que pasó hace cinco años atrás.

Te amaré por siempre


Tara”


Con la carta que he escrito en el bolsillo de mis jeans me subo al coche de mi padre de nuevo, sé exactamente a dónde me dirijo, mantengo la vista fija al frente, ninguna expresión en particular se asoma en mi rostro

El monstruo te está consumiendo Tara, pronto te devorará por dentro

Me detengo frente al Gym, entro, tan solo queda Joshua que está a punto de cerrar

–Tara, ¿qué haces aquí? –

–Vine a devolverte tu chamarra, gracias, de verdad, por ser un gran amigo, y, espero en serio que puedas ser feliz con Nahomi o alguien que te merezca más que ella algún día–
Josh toma la chamarra aún húmeda un poco confundido

–Puedes usarla si aún tienes frio–

–No te preocupes, en un momento más se me pasará– estoy temblando un poco. –Por cierto, necesito usar unas máquinas en la sección de rehabilitación, es que esta semana estuve tan atareada que no hice mis ejercicios, ¿tú crees que habría problema si me quedo un rato? –

–No lo creo, pero, estoy a punto de cerrar, y tengo un compromiso con Nahomi, ¿podrás cerrar cuando acabes si te dejo la llave? –

–¡claro! – finjo una sonrisa y Joshua me entrega la llave

–Bien, me voy–

¿acaso dijo con Nahomi? Bien, al menos me iré con una buena sensación

Me dirijo al ascensor, marco el decimo piso. Se siente extraña esta soledad, este silencio. Llego al último piso, subo las escaleras hasta la azotea, abro la puerta y me embarga de nuevo el frio, aún llueve. Me acerco a la baranda; las luces de la ciudad empiezan a brillar de esa forma tan especial que tienen cuando llueve, parecen estrellitas esparcidas en las calles. Suspiro, dejo caer las muletas a mi lado, me sostengo de la barandilla y levanto una pierna por encima de esta, doy un impulso para cruzar la otra pierna también, un cosquilleo embarga mi ser al sentir el viento soplarme en medio de la nada, me sostengo del barandal y me inclino hacia el frente, mirando hacia abajo con los brazos extendidos hacia atrás

El monstruo ha venido por ti y te tiene justo donde te quería

Los automóviles no se oyen desde esta altura, mis rodillas empiezan a flaquear, me apodera una sensación de náuseas y mareo

No es momento para un ataque de pánico Tara

Cierro los ojos e intento relajarme, tiemblo de frío y miedo

¡oh Dios, no quiero, no quiero morir así! ¡perdóname Dios, esto no está bien!

No puedo moverme, el horror me ha dejado paralizada

–¡Auxilio! ¡alguien que me ayude por favor!–

Nadie te va oír Tara, está lloviendo, morirás de todas formas; o resbalarás y caerás o quedarás helada… eso es lo que querías al fin y al cabo, morir y dejar de ser una carga.

Caminando a tu Lado|Andrea GallasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora