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–Tara, hija, despierta, en media hora vamos a desayunar–
Me estiro en la cama del hotel
–Cinco minutitos más por favor–
Mamá me lanza una almohada a la cara con el propósito de despertarme, pero la aprieto sobre los oídos y me dispongo a seguir durmiendo–Vamos Tara…
Alguien toca la puerta
–¿Quién es? – pregunta mamá
–Soy yo– contesta Ethan
–¿Quién es “yo”? – pregunta con sarcasmo mamá mientras abre la puerta.
–Buenos días. Fred y Sam ya están abajo, las esperan
–Mira…– le señala mamá apuntando hacia mí.
Ethan entra, trata de quitar la almohada de mi cabeza, pero no la quiero soltar. De pronto siento un masaje relajante en la espalda
–Esto sí es un buen despertar– murmuro. Pero el masaje se convierte en cosquillas que me despiertan enseguida
–Ey! No griten.–
Ethan y yo nos hemos involucrado en una guerra de cosquillas
–Okey… okey, ya, me rindo, me rindo– digo exausta y sonriendo. Ethan deja caer la almohada sobre mí. Se la tiro mientras sale de la habitación.
–––——
Mientras desayuno me doy cuenta de lo grande que es la ciudad, y lo distinta que es del lugar en donde vivo. A penas logramos escucharnos detrás del vocerío de los vendedores ambulantes, las bocinas de los automóviles impacientes, las sirenas de las ambulancias y la música folclórica de los artistas callejeros.
–Entonces, hoy visitaremos el museo del Barro y el Panteón de los Héroes– Mi padre ha marcado en el mapa los lugares que visitaremos hoy en color verde. Los de mañana en rojo y los del Domingo en azul.
–Bien, pues, si acabaron de desayunar, podemos salir. Los taxis nos esperan.–
Me pongo mis gafas de sol, tomo mi bolso pequeño que cuelga a un lado, y nos metemos al taxi con mamá. Papá y Sam van en el otro taxi.
La ciudad me parece mucho más grande. En televisión solo parecía un montículo de casas y edificios que no llaman mucho la atención; pero cuando estás dentro, pisando el suelo, recorriendo los caminos y viendo desde abajo la inmensidad de las construcciones, sus colores y formas tan peculiares, te das cuenta de lo hermosa que es la ciudad de Asunción.
–Llegamos– dice mamá con su preciosa y grande sonrisa. Está tan hermosa con su cabello teñido en rubio, sus gafas oscuras grandes y su vestido acampanado, usando zapatos altos y caminando con tanta gracia y elegancia hacia el otro taxi que acaba de llegar.
Papá le agarra de la cintura y camina a su lado. Se ven tan bien juntos, papá es tan único, me pongo celosa cuando otras mujeres lo admiran, pero, cómo no hacerlo si llama la atención con su elegante traje azul marino, pero a la vez, es más bien informal con su camisa desabotonada y sus gafas de sol.
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Caminando a tu Lado|Andrea Gallas
Novela JuvenilTara Evans tendrá que luchar con todas sus fuerzas tras despertar de un coma de 5 años. ¿recuperará el amor de Ethan?¿Volverá su vida a ser feliz?... "Un día despiertas sin poder mover un sólo músculo, la desesperación te embarga. De una vida activa...