De alta

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Los días en un hospital suelen confundirte más, al despertar no sabes si ha pasado un día, si solo fue una siesta o si estás a mitad de la noche. Necesito salir de este lugar lo antes posible.
La puerta de mi habitación se abre despacio

–Toc Toc...– es el Doctor Johnson. –¿Qué tal has descansado luego de ayer? –  Me alumbra a los ojos con su vara de luz de diagnóstico

–Creo que estaba demasiado cansada para pensar, y un tanto aliviada de saber lo que estaba pasando, así que me dormí enseguida, pero desperté muy temprano.

–Pronto deberías poder hablar mejor, la irritación de tu esófago ha disminuido considerablemente. ¿qué tal sientes los músculos?

–Duros, me cuesta mover incluso los dedos–

–La atrofia disminuirá con fisioterapia. Es normal que duela, eso significa que tus músculos están respondiendo bien.

El Doctor me toma del pie y debajo de la rodilla y flexiona mi pierna derecha, me duele un poco

–Creo que en unas semanas más, tus piernas tendrán la suficiente fuerza para comenzar ejercicios de rehabilitación más específicos

–¿Volveré a caminar? – pregunto emocionada

–¿Caminar? ¡Claro que volverás a caminar! ¿Pensabas que no? Pues, a ponerse las baterías jovencita, que pronto volverás a andar por ti misma

–Qué excelente noticia. No sabe las ganas que tengo de salir de aquí.

–Bueno, creo que puedo ayudarte en eso– el doctor saca un bolígrafo de su bata y firma algo en un expediente. –Oficialmente, estás de alta–

–¿De verdad?!, muchísimas gracias Doctor Johnson.

–Eso sí, deberás venir a diario para seguir tus tratamientos de rehabilitación y tus citas con la psicóloga.

–Claro, lo haré, lo prometo.

–Genial. Ahora, ponte cómoda, porque me comentaron que estás preparada para recibir una visita un tanto especial.

Mamá entra a la habitación con una gran sonrisa.
–Buenos días cielo.

–Buenos días mamá.

–Alguien está ansioso por verte.

–Los dejo solos– el doctor abre la puerta y deja pasar a un apuesto joven y una bonita muchacha tomados de la mano. –adelante–

–Hola– me susurra el joven acercándose a mi rostro–-¿Me reconoces?

–¿Sam? ¿de verdad eres tú Sam?

Mi hermano, sonriendo y dejando rodar una lágrima, me toma de la mano.
–Ha pasado tiempo ¿eh?

Me fijo en la muchacha a su lado
–¿Ella es tu novia?

–Ella es Laura, mi esposa–

–¿Esposa?, espera, tengo que procesar esto…

–Tranquila, tú no te preocupes por nada, tómate el tiempo que necesites, ya habrá mucho tiempo de charlar cuando vuelvas a casa.— me pasa la mano por la frente

–De hecho, me acaban de dar el alta

–Así es, pero antes, tienes una cita con la psicóloga– interrumpe mi madre

—————

Sam abre la puerta de la oficina de la psicoterapeuta y empuja mi silla hasta frente al escritorio. Papá está esperando sentado, se levanta y me besa la frente

–Discúlpame por lo de ayer hija– me susurra
No puedo contestarle nada. 

–Tara, ¿qué tal te sietes esta mañana?– me pregunta la psicoterapeuta

–Muy bien, aliviada, como le decía al Dr. Johnson

–Nos alegra mucho ver que estás reaccionado tan bien. Señor Evans, creo que tiene asuntos que aclarar con su hija. Me parece buenísimo que ha empezado por disculparse con ella.

–Lo sé, lo siento. Es que, ella es lo que más amo en esta vida, y casi la pierdo por culpa de ese muchacho

–Pero lo que ella le rebeló ayer fue distinto a lo que usted suponía

–Eso es lo que ella cree

–¿Por qué dice eso? Si la que estaba en la escena fue ella, no usted…

Mi padre baja la mirada
–Es que, la reacción del joven, y... y debía cuidarla…

–Señor, ¿puedo llamarlo Fred?

–si, claro

–Fred, eran jóvenes, los accidentes ocurren, podría haber ocurrido con usted presente, y el chico estaba en Shock, al igual que usted. Si estaba comprometido con su hija, fue porque también la amaba— Papá baja la mirada de nuevo. –Creo que ahora debe darse tiempo a procesar esta nueva verdad; y a perdonar, le hará bien a usted y a su familia

Sam, que ha estado en silencio, se acerca a mi padre y le da unas palmaditas en el hombro

–Tara, mi querida Tara, siento mucho todo lo que estás escuchando, pero te aseguro que, con paciencia, todo se pondrá bien, dale tiempo a tu padre, también tiene muchas cosas que procesar.

————

Mamá y Laura han preparado mis cosas en la habitación. La enfermera me espera con un vestido; junto a mamá me quitan la bata de hospital y me ponen el vestido rojo con florecillas blancas. La enfermera me ha tomado cariño y me regala unos bonitos broches para el cabello, me los pone.

–Nos seguiremos viendo amiga–

——

Papá empuja mi silla por el pacillo hacia el ascensor, las enfermeras que pasan por el lugar me quedan viendo y se despiden de mí con grandes sonrisas y algunas hasta con lágrimas.
Dentro del ascensor, una mujer joven deja caer unas lágrimas mientras me mira

–Es tan emocionante verte salir de alta al fin, tan viva, tan bonita, me llenas de esperanza. En la misma semana que llegaste aquí, mi madre entró tras un accidente automovilístico, ella sigue en coma, mi padre no sobrevivió.

–Lo siento mucho– digo

–¿Te puedo pedir un favor? Que, cuando mi madre despierte, la animes con tu experiencia

–No creo que mi hija esté en condiciones para…

–Lo haré

–Tara…

–Lo haré mamá. ¿Cuál es tu nombre?

–Marta

–Mucho gusto Marta. Seguiré viniendo, así que, nos veremos a menudo para charlar.

——

Pasando frente a la sala de rehabilitación, el joven que me ayuda con la rehabilitación corre hacia nosotros.

–Te vas sin despedirte?

Sonrío
–Me verás a diario por aquí–

–Claro que sí, si no vienes te las verás conmigo– sonríe. –Toma- me dice y me pone entre la palma de la mano una pelotita– Te ayudará a fortalecer y ejercitar las manos y tendones, te aliviará el estrés y, te servirá para acordarte de nosotros

–muchas gracias– digo sonriendo y tratando de agarrar lo más fuerte que pueda la pelota.

–Vamos– dice mamá





Caminando a tu Lado|Andrea GallasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora