Resumen de estos 5 años

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Volver a casa nunca se sintió tan extraño. Aunque en algún momento del coma me trajeron de vuelta a mi ciudad, esta está tan distinta que aún me siento en un lugar extraño. Las casas siguen donde las recuerdo, pero muy modificadas, y otras abandonadas. También hay algunos edificios nuevos. Ahí está, puedo ver nuestra casa en la siguiente manzana, pero, ¿por qué hay niños jugando en el jardín? Alto, papá sigue adelante, intento girarme mientras la casa se aleja detrás de nosotros.

Papá ve mi confusión por el espejo retrovisor
-Ya no vivimos allí Tara- me dice
-Tuvimos que vender la casa para pagar... algunos gastos

Mi corazón se destroza. Me siento culpable, ahora entiendo tantas cosas, mis padres han perdido todo por mantenerme viva, ¿qué más puedo esperar?
Salimos de la ciudad a un pueblito cercano lleno campos y pinales

-Ahora sí, bienvenida a casa hija-

La casa es pequeñita, de madera, pero con un bonito jardín y muchos arboles frutales a los lados. Sam y Laura llegan en motocicleta. Papá abre la baulera del auto y saca mi silla. Con ayuda de Sam me suben a ella y me llevan adentro. Al menos las cosas de adentro las reconozco, las tazas, las cacerolas, hasta la farola de la abuela sigue decorando la sala.
Sam me lleva a un pasillo, abre una puerta y me hace entrar.

-Bualá, ésta es tu habitación. -

Me quedo viendo a mi alrededor

-te dejo un ratito para que puedas integrarte a tus cosas de nuevo

-Gracias, pero te recuerdo que los 5 años pasaron para ustedes, no para mí, lo recuerdo todo como si fuese hace tan solo unas semanas. Pero sí, me gustaría disfrutar este momento a solas. Sam me besa la frente y sale de la habitación.

Dejo caer mis manos sobre las ruedas de la silla, logro agarrarlas e intento girarlas, pero, no puedo, aún tengo los músculos muy débiles. Lo intento una vez más y la silla se acerca un poco a la cama; me dejo caer de frente sobre ella, pero la silla resbala hacia atrás y caigo con las rodillas al suelo, mas mi rostro aún reposa sobre la cama. Mamá y papá entran corriendo

-Tara!...

-Ya no huele a mí- comienzo a llorar mientras papá me levanta y sube a la cama -mi cama ya no huele a mi-

-Ya, ya mi niña- me consuela mamá acariciando mi cabello

-Todo es tan distinto, no puedo soportarlo más-

-Lo harás, eres muy fuerte

-Ya no quiero ser fuerte, quiero ser débil, y llorar... y hasta chuparme el dedo

Eso hace reír un poco a mamá, y su risa me da risa, pero continúo llorando. Papá sale de la habitación. Ella toma mi mano y acerca mi dedo a la boca

-mamá, no, qué vergüenza

-Será nuestro secreto

Lloro con los ojos cerrados y el dedo pulgar en la boca mientras ella me acaricia el brazo y la frente.
Me quito el dedo de la boca,
-Gracias mamá, y perdón por todo lo que han sufrido por mi causa-

-No es tu culpa cielo, son sucesos imprevistos.

Callamos algunos segundos

-Mamá, ¿puedo ver a Ethan?

Mamá suspira,
-lo intentaré, pero tu padre está empecinado contra él-

-Se ha casado o tiene novia?

-No, él... él te quiere de verdad, está ansioso de verte. - mamá abre la gaveta de mi buró y saca un montón de cartas. -Te escribía cartas y me las entregaba, yo te las guardé aquí, pero que no lo sepa tu padre- me susurra. También pone el bonsay al lado de mí sobre la mesita de luz y me da un beso sobre la frente. -descansa-

Mamá guarda de nuevo las cartas y apaga la luz. Me siento a gusto en mi antigua cama. Me siento exhausta por el gran esfuerzo físico y mental que estoy haciendo para salir de esta situación.
Cierro los ojos y recuerdo esa noche, aunque me cambió la vida fue de los días más felices que pasé con mi familia y con Ethan; si tan solo todo volviera a la normalidad, si tan solo pudiera salir a buscarlo y hablar con él, tan solo verlo una vez más. Cinco años... cinco años esperándome, tratando de saber de mí y estar a mi lado. No me abandonó ni me sustituyó; realmente me amaba.
Suspiro y con gran esfuerzo logro poner mi mano sobre el pecho. Cierro los ojos y me duermo.

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Por la mañana mamá me ayuda a levantarme; con gran esfuerzo me toma desde atrás y me arrastra sentada sobre la cama hacia el borde de esta
-¿Estás lista? Te voy a bajar a la silla

-Sí, pero baja los brazos un poco, me aplastas las bubis

-oh, lo siento- sonreímos mientras intenta bajarme de un tirón a la silla

-Ay Tara, creo que debes bajar un poco de peso si queremos seguir con esto- dice con la voz entrecortada y sin aire y vuelve a tirar de mí, me siento sobre la silla mientras las piernas siguen extendidas sobre la cama; mamá me las acomoda sobre el reposapiés.

Frente al espejo, mientras mamá me peina me miro fijamente en el espejo, tratando de encontrar quien fui alguna vez

-¿En qué piensas?

-No lo sé, en todo y en nada

-¿Hay algo de lo que quieres que te hable?

-Eso suena bien. Hazme un resumen de estos cinco años

-Bien- mi madre me maquilla un poco. -Después de unos meses sin ver que despertabas hicimos los trámites para trasladarte a un hospital de nuestra ciudad, así papá no tendría que viajar cada semana tantos kilómetros. Poco a poco fuimos vendiendo algunas cosas y propiedades para cubrir los gastos médicos, yo entré en una profunda depresión y tu papá colapsó, se fue de casa por unos meses, dijo que no aguantaba más, que debía refrescar su mente, luego volvió diciendo que hizo mal en abandonarnos así y prometió quedarse hasta el final. Hicimos un pacto en familia para mejorar y llevar la situación con más optimismo. Finalmente vendimos la casa en la ciudad y compramos ésta más modesta que nos permite pasar más tiempo haciendo cosas juntos en familia; plantar, regar, cuidar de los animales y tener tiempo libre para relajarnos. Nos turnábamos para cuidarte. Finalmente, Sam se casó hace un año, se volvió un buen arquitecto y le va muy bien; pero qué te digo, también nos va muy bien, me gusta esta vida sencilla y llena de aventuras- mamá guarda la paleta de sombras -te ves bien

-Son muchos cambios, me es tan difícil despegarme del pasado

-Me imagino cómo te sientes. Cuando estuve en depresión también pensaba así, pero, lo que me ayudó salir de esas tinieblas, fue darme cuenta de que la vida continúa, de que no podía cambiar el pasado, y por ende mi presente inmediato como consecuencia de ese pasado, pero sí podía cambiar mi actitud y formar un nuevo presente, lleno de cosas lindas que disfrutar cada día.

Las palabras de mamá calaron hondo en mí. No puedo seguir pretendiendo que todo será como antes. Las cosas simplemente son como son y hay que sacar lo mejor de ello.

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Mamá me lleva a mis citas médicas, pero antes, me da de comer un puré de banana con avena y me da de beber leche chocolatada; es tan paciente y amorosa conmigo.

En la fisioterapia me masajean los brazos y las piernas, luego se divierten conmigo jugando Jenga, ya que a penas intento agarrar un bloque y desmorono la pirámide. Luego empujan mi silla a un pasillo con barandillas, me levantan y me sujeto con ambos brazos, no me sueltan, pues a penas puedo sostenerme, me duele mucho.

-intenta dar un paso corto- dice el joven que me ayuda

-No puedo, no tengo fuerzas- le digo

-Tranquila, intentemos otra cosa- dice. Deja que el ayudante me sostenga y busca una pelota inflada, la coloca frente a mis pies, me levanta el derecho y la coloca debajo. -intenta presionar la pelota-

¡No puedo creerlo, lo he conseguido!, pude aplastar un poquito la pelota

-Este es un gran paso, Tara

Todos están muy contentos; mi madre captura una fotografía antes de que cayera con la pelota debajo de mí.


Caminando a tu Lado|Andrea GallasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora