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Capítulo 30

Aunque vuelven a su forma humana al llegar a los calabozos donde mantenían preso a su cachorro, Artemisa sigue manteniendo el control sobre la mente de su portadora, sus ojos bicolores la delataban, sintieron el característico aroma a menta que desprendía el pequeño Atlas, recorrieron sin pausa cada celda hasta encontrarlo.

Ayla luchó con fuerza para hacerse del control de su cuerpo al ver a su hijo extenderle los brazos cuando lo encontró, pero su loba no le dio oportunidad de hacerlo, con Atlas por fin en sus brazos liberó a todos los rehenes de cada manada, clan y aquelarre sometidos por el falso rey.

-Nuestros sanadores los revisaran antes de partir al refugio – guía a una anciana sosteniéndola con el brazo libre que le queda hasta una bruja para ayudarla.

-Su majestad, debemos revisar a su hijo – un joven lobo extiende sus manos al niño - ¿puedo? – dentro de su cabeza Ayla protesta, no quiere separarse de él, es doctora y ella podría atenderlo, pero la guerra recién comenzaba, y no podían llevarlo a la batalla.

-Debes protegerlo con tu vida, si algo le sucede pagarás por ello – advierte en tono severo, deja a Atlas en sus brazos, el niño llora suplicando volver a su lado, besa su cabeza intentado calmarlo, pero solo empeora.

-No me separaré de su lado, lo juro. – Estudia unos segundos al joven, pero no es necesario su juramento, ella puede sentir su lealtad

-Gracias, ahora llévatelo o no podré dejarlo.

Todo marchaba según el plan, lograron liberar la manada Luna Blanca, apresaron a los traidores y según le informaron, todo aquel que opuso resistencia fue asesinado, tal como lo ordenó. Los demás escuadrones especiales estaban teniendo el mismo éxito, lo siguiente sería volver a su manada, donde la pondrían a salvo y esperarían a que sus guerreros triunfaran.

"Debemos ser nosotras."  Confiesa a su portadora, con la esperanza de hacerla entender.

"Lo sé, no voy a detenerte, es nuestro destino. Solo desearía no tener que matarlo."

Era un lindo sueño, esperar que su hermano se rindiera, que pudieran ser una familia, pero no podían olvidar que precisamente era su culpa no tener a su familia, él asesinó a su padre, a su madre, intentó matarla y secuestró a su cachorro, tenía que pagar por todos sus crímenes, tenía que pagar por el mismo daño que les había hecho a muchas otras familias.

-Evie, necesito que nos lleves a la batalla.

-No.

Duncan se interpone en su camino, sus ojos con destellos dorados le anuncian que su lobo también está presente.

-No puedes detenerme, es mi deber detenerlo.

-Es mi deber protegerte – hay suplica en su voz, Artemisa no sabe cómo lidiar con esas emociones, de inmediato se siente abrumada, así que por fin cede el control a su compañera.

-Lo has hecho estupendamente – Ayla lo toma por ambas mejillas para hacerlo entender, quiere que vea que es ella la que habla. – Desde que me encontraron me han demostrado su lealtad, pero como mi beta, debes apoyar mis decisiones y hacer cumplir mis ordenes, y ahora ordeno que me lleven a la batalla.

-Cómo lo ordenes – sonríe y sin poder evitarlo lo abraza, agradecida de tenerlo cerca, de que sea él su mano derecha, lo aprieta tan fuerte como puede y recibe el mismo gesto de vuelta.

-Te quiero, Duncan.

-También te quiero, Ayla. – Besa su mejilla antes de apartarla. – Ahora hay que ir a patearle el trasero a tu feo hermano.

...

Cuando la nube se dispersa aparecen en medio del bosque, todo está oscuro y en un silencio sepulcral, hasta que la quietud se rompe, escuchan el gruñir de varios lobos y el sonido que hacen al pelear, se le revuelve el estómago, debe tomar aire varias veces para calmarse y tomar el valor necesario para lo que tiene que hacer.

-Ganarás. – Evie aprieta su mano, se siente cálida mientras que ella siente la punta de sus dedos congeladas, se aferra a las palabras de su amiga, las marcas en su brazo le recuerdan que cuenta con su magia.

Esperan unos minutos para que la bruja sobre vuele el lugar de la pelea, Duncan insiste en tener toda la información antes de atacar, decide escucharlo, después de todo no sabía nada sobre guerras, Artemisa era buena luchando, pero eso no quería decir que era buena estratega, por lo que conocía solo era impulsiva y determinada, no se ganaban guerras con esas cualidades. 

-Parece que todas las manadas están ahí, los alfas se enfrentan al falso rey...

- ¿Van ganando? – tiene algo de esperanza, que se desvanece con el movimiento lento de la cabeza de la bruja.

-No parece que puedan resistir mucho tiempo más, tu hermano tiene la ayuda de su brujo, así que es mucho más fuerte que los tres alfas.

-Entonces... debemos derrotar primero al brujo, así él no podrá ayudarlo y ganaremos. – El plan parece demasiado obvio, incluso para ella, ese es el camino que deben seguir.

-No creo que tu hermano nos permita acercarnos a su fuente de poder.

-Yo lo voy a distraer, mi sola presencia será suficiente para detenerlo – sus dos amigos solo pueden asentir, sabe que está arriesgando mucho, ellas no tenían la misma destreza que su oponente, o la experiencia, pero tenían motivación, iban a resistir lo suficiente para debilitarlo.

-Si interrumpes esa pelea deberás comprometerte a luchar a muerte con él, es así como los lobos deciden quien será su nuevo líder – no necesitaba tener más presión – el destino de todos depende de ti, no puedes perder.

-Lo sé, no voy a perder.

-Intenta controlarlos con tu poder, algunos se rendirán de inmediato y tu hermano sabrá que eres tú.

...

El lugar de la batalla era el mismo lago donde descubrió la verdad sobre su origen, el mismo lago donde los lobos tenían su primera transformación, estaban muy cerca de la manada de Malik.

Decidieron ocultar su esencia, mientras ellas interrumpían la pelea y desafiaban al falso rey, Duncan y Evie atacarían al brujo, se abrió paso entre las tropas que observaban la batalla, se encontró con cuatro lobos, dos de ellos gemían adoloridos en diferentes extremos, uno cerca de los guerreros y otro a la orilla del lago, se veían heridos, respiraban con dificultad.

Al centro los otros dos lobos, amos de pelaje oscuro, pero uno tenía manchas blanquecinas y el otro completamente negro con los ojos en color ámbar, su corazón se agita emocionado y adolorido, Malik.  

Asim, el lobo de su mate cojea mientras gruñe y da vuelta dispuesto a enfrentarse a su oponente; Artemisa detiene su lento andar cuando los ve atacarse, el falso rey lo muerde por el cuello, sacudiéndolo violentamente, ve horrorizada como lo lanzan lejos, su hermano avanza dispuesto a asesinarlo, así que no puede contenerse más.

Deja que Artemisa tome su cuerpo, se transforma mientras van corriendo, derriban al lobo golpeándolo con todo su cuerpo, ruedan en el suelo intentando morderse, pero no se logran alcanzar, se separan y en menos de un segundo están de pie de nuevo, gruñéndose.

Ella protegiendo a su compañero, y él amenazándola.

AylaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora