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Capítulo 6

No quiso volver a salir el resto del día de su habitación, tampoco comer nada, por si fuera poco cada vez que intentaba dormir aquellos ojos ámbar aparecían en su mente impidiéndolo, pasaba de la media noche, sin poder pegar el ojo y hambrienta decidió aventurarse en la cocina por algo de comer.

Asomó la cabeza primero, no escuchaba ruido alguno por lo que supuso que todos estarían dormidos, tomó aire y comenzó su camino. Todo estaba en total oscuridad, la luna era lo único que alumbraba los pasillos por medio de los grandes ventanales.

Trató de no hacer tanto ruido mientras preparaba un sandwich, en la cocina se encuentra una puerta corrediza de cristal, se puede ver el jardín, se estremece de solo recordar lo ocurrido, aparta la vista concentrada en su jugo de manzana, disfrutando del silencio.

-No deberías estar aquí- se sobresalta, por suerte no ha soltado el vaso de cristal mientras lo lavaba, termina de lavar lo que ensució, seca sus manos negándose a voltear, no quiere meterse en problemas, o perder el trabajo.

-Yo...- se gira, las palabras se quedan atoradas en su garganta, sin poder creer lo que ve – tenía hambre- se obliga a decir, incapaz de apartar la vista de aquel hombre.

-La hora de cenar, pasó hace mucho tiempo- su voz la estremece, no comprende la reacción que está teniendo su cuerpo, completamente opuesta a lo que debería, en lugar de sentirse intimidada por encontrárselo de nuevo, hay una extraña necesidad por acercarse a él.

-Lo... lo siento- se cruza de brazos, baja la vista a sus pies, sus ojos se abren con sorpresa al percatarse de su atuendo, estira de la playera enorme que se ha puesto por pijama tratando de cubrir sus piernas, siente sus mejillas arder- volveré a mi habitación.

Trata de huir, pero él esta cubriendo la puerta que la llevaría a ocultarse de nuevo, alza la vista encontrándose unos ojos azules que la estudian con intensidad, su corazón sigue acelerado, lo puede escuchar en sus oídos mientras el la recorre con la mirada lentamente, y aunque trate con disimulo de estirar su ropa no puede ocultar sus piernas desnudas.

Él es todo músculos, de brazos grandes, espalda ancha, podría jurar que incluso a través de la tela de sus pantalones se marcan los músculos de las piernas, su mandíbula es fuerte, lleva barba, tiene el cabello castaño, unas gruesas cejas enmarcan sus bonitos ojos celestes y es alto, muy muy alto, la hace sentir diminuta estando frente él.

Su respiración se corta, en su estómago revolotean miles de mariposas, cuando lo ve acercarse, aún sin despegar la vista de sus piernas, traga fuerte al ver sus ojos recorrerla hasta encontrarse con los suyos, muerde sus labios al percibir el delicioso aroma que emana.

-Espero que no vuelva a repetirse señorita Wayne- asiente, hipnotizada aún por su presencia, trata de huir.

Para sorpresa de ambos algo parece cambiar en el semblante del hombre, antes de que pueda apartarse la toma por las caderas haciéndola retroceder, antes de chocarse con la isla la levanta hasta ponerla sobre ella, abre sus piernas para colocarse dentro, uno de sus brazos le rodea la cintura aprisionándola, su otra mano baja de su cadera, por la piel de sus muslos desnudos, acariciando sus piernas.

Suelta un jadeo al sentir la respiración cálida del hombre en su cuello, su cuerpo es todo sensaciones, siente su interior hacerse líquido con cada caricia, hay fuego recorriendo sus venas, consumiéndola, sin poder evitarlo mueve su cabeza dandole acceso total a su cuello, donde hunde su rostro aspirando fuertemente, haciéndola estremecer.

Él deja un beso húmedo en su clavícula, ella gime sin poder evitarlo extasiada por las nuevas sensaciones... él parece volver a la realidad primero, se aleja abruptamente, la joven se siente indefensa de inmediato, con la respiración agitada y las piernas abiertas donde antes estaba él, aun puede sentir las caricias en sus piernas, como su brazo la mantenía cerca.

AylaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora