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Capítulo 33

Hubo una ceremonia donde los lideres de las mandas, aquelarres y clanes la aceptaron como su reina, se establecerían acuerdos para la convivencia de las distintas especies, y todo aquel que lo deseara sería aceptado en la manda de su reina, sin importar la especie.

Los traidores a las manadas recibirían el mismo castigo que el falso rey, Olivia Miller una de las niñeras de los gemelos le suplicó no ser tan severa con su hermana, después de todo había actuado bajo amenaza.

Evie, la suma sacerdotisa de su aquelarre, sería la encargada de llevar a cabo el castigo, así lo había decidido, quería hacer justicia por sus hermanas y hermanos, por su abuela y madre, que fueron asesinadas.

-Aidan, hijo de la manada Eclipse Lunar, falso rey, asesino de los hijos de la luna, esta noche serás acreedor al mayor castigo otorgado – la peli blanca hizo brillar su magia en la punta de sus dedos – asesinaste a mis hermanas y hermanos, les arrebataste su magia y con ello la vida, hoy los vengaré.

Materializa una daga plateada que tiene destellos rojizos, Aidan está encadenado y arrodillado ante la bruja, demasiado débil para intentar defenderse, en su cuello resaltan líneas rojizas, cicatrices del golpe de su hermana, le dedica una mirada suplicante, Ayla asiente consiente de la petición que le había hecho.

Evie empuña la daga con fuerza y con agobiante lentitud la clava justo en el corazón de su hermano. El hombre grita con fuerza, se puede ver en sus ojos el pánico, hay un destello plateado en sus ojos que se intensifica, parece sufrir demasiado y debe tragarse la bilis que le sube por la garganta.

"Aidan está muriendo, cuando su vida humana termine su lobo será libre, nacerá de nuevo en una familia de lobos comunes, y cuando esté listo volverá con nosotras."

"Excelente."

La explicación de Artemisa no logra calmarla, está viendo morir a la única familia que le quedaba, desde ese momento sería solo ella, su único consuelo era que su loba tendría a su hermano.

Lo que más desea es irse, pero no puede hacerlo, como alfa debe ver que se haga cumplir con sus órdenes, ella autorizó el castigo, así que tenía que estar presente cuando se ejecutara, el proceso se repitió con los traidores, uno a uno, vió morir a sus partes lobunas, para los brujos y vampiros, despejarlos de su parte mágica, significaba la muerte, así que estuvo presente en sus ejecuciones.

-Volverán a las celdas, hasta su último juicio.

...

Recarga su frente en la madera de la puerta, el peso del día cae sobre sus hombros casi derrumbándola, llevaba pocas semanas en su nuevo papel como alfa y sentía que el puesto acabaría con su cordura, da unas cuantas bocanas de aire antes de ingresar a la habitación.

Lo que se encontraba del otro lado de la puerta solo empeoraba su estado de ánimo, nada de lo que encontraba ahí le ayudaba, pero tenía que mostrarse fuerte por los dos pequeños niños que no habían recuperado a su padre.

-Hola – se asoma por la puerta, los dos bajan de la cama y corren a su encuentro, los recibe arrodillándose para abrazarlos. - ¿Hay algún cambio?

-No, lo siento mucho – Olivia toma en sus brazos a la niña, mientras ella se encarga de Atlas, juegan unos minutos con los niños, los ayuda a dormir y las niñeras los llevan a su habitación.

Una vez sola debe recordarse que debería mantener la calma, pero es casi imposible, se acerca a la cama, con delicadeza se recuesta junto al hombre en ella, se suponía que su presencia iba a ayudarlo a mejorar, pero no sucedía nada. La marca que había hecho en el hombro de Malik se desvaneció al cabo de dos semanas, ya no podía sentirlo en su cuerpo, su lazo como mates seguía ahí, pero él no había despertado, no desde que estuvo en al borde de la muerte.

-Necesito que despiertes, por favor vuelve conmigo, yo volví por ti, te lo suplico, vuelve – un sollozo escapa de sus labios, su corazón se rompe con la situación, ella había visto los estudios que realizaron, necesitó de varias cirugías, todo había salido bien, pero él se encontraba en coma, no tenían respuestas para eso, ya había intentado despertarlo con todos los medicamentos que conocía, solo le quedaba esperar y permanecer a su lado para ayudarlo a sanar.

Era un martirio para ella, no lo soportaba, así que decide salir a dar un paseo, para despejar su mente y así poder pasar otra noche junto a su compañero, rezando para que todo salga bien.

Al paso de dos horas y muy entrada la madrugada volvió a la mansión, todo estaba en absoluto silencio, hizo el camino que conocía de memoria hasta la habitación que compartía con Malik.

"Hay algo mal, no percibo su aroma."

Las palabras de Artemisa la ponen en alerta corre sin importar nada, abre las puertas de la alcoba de un golpe, él no está en la cama, no puede evitar pensar que estaba muerto, que se lo habían llevado o que Aidan por fin lo había matado, pero eso último era imposible, ella vió morir a su hermano.

- ¡Malik! – grita deslizándose por el tormentoso camino de la desesperación y del miedo, su pecho sube y baja con rapidez, no puede respirar, está al borde de un ataque de pánico.

-¡Ayla!, ¿Estas bien? – al dar media vuelta ahí está él, con el monitor de bebés en una mano y la mantita de Elara en la otra, sus bonitos ojos evaluándola, asegurándose de que está bien, ella casi no puede creer que lo tiene frente a ella, vivo.

-Malik – se acerca con cuidado, temerosa de que sea solo una ilusión o un sueño, quiere tocarlo, pero no lo hace por temor a que desaparezca, así que cuando él la envuelve entre sus brazos se desmorona.

Llora sobre su pecho, llora agradecida de tenerlo, de que está con vida, ella lo abraza también, aspirando su deliciosa esencia, embriagada por su calidez, recargando la cabeza en su pecho, para poder escuchar su corazón latiendo.

-Me salvaste, estoy eternamente agradecido por eso, me diste una nueva oportunidad para estar con mis hijos – deja un beso en su cabeza, incitándola a mirarlo – te debo mi vida, tendrás por siempre mi lealtad, su majestad.

-Por favor no me digas así – aparta los ojos avergonzada – tú no debes decirme de esa forma.

- ¿Cómo quieres que te diga? – sus ojos se oscurecen al observarla sonrojarse, sus pupilas se ven dilatadas - ¿mi reina?

-No.

- ¿Y qué tal... mi amor? – las mejillas de la joven se encienden en rojo intenso, sonríe, desliza las manos por su pecho hasta enredar los brazos tras su cuello.

-Ese me gusta más – debe ponerse en puntillas para acercarse a sus labios, Malik le rodea la cintura y la aprieta contra su cuerpo.

-Mi amor.

-Solo tuya.

AylaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora