Capítulo 14

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De tal palo, ¿tal astilla?

El sonido de una cafetera hirviendo a lo lejos me hizo abrir los ojos de golpe, tenía el cabello enmarañado y la ropa hecha un desastre. ¿Cuándo había sido la última vez que había podido dormir así de bien? Siempre había creído que era una de esas personas de gustos especiales que no pueden pasar ni una sola noche en una cama que no sea la suya, pero al parecer estaba equivocada.

Me puse de pie y caminé hasta el baño para intentar desenredar mi cabello con las puntas de mis dedos, el cual solía desordenarse con facilidad debido a lo largo que era. Me lavé la cara con agua fría y volví a ponerme mis gafas redondas. En la pequeña cocina, que se encontraba pegada a la sala, estaba Everett usando pantalones holgados y una camiseta blanca, iba descalzo y tenía entre sus manos una taza de café recién hecha.

El castaño me dio una enorme sonrisa y me ofreció una taza que acepté gustosa mientras me sentaba en la pequeña isla de cerámica. Una de mis manías personales era usar tazas que fueran lindas y extravagantes, no por nada las coleccionaba, por eso no pude evitar fruncir el ceño cuando noté que la taza era de una propaganda política.

—Quién diría que yo siempre tuve razón —Dio un sorbo a su bebida, mirándome con simpatía—. No solo eres la primera chica que Marco trae a casa, también debes ser la primera que mete a su cama.

Intenté no atragantarme con el líquido y tras una breve tos, le di una fugaz mirada con timidez. Incluso si no había sucedido nada de nada, el hecho de decir que había dormido con Marco podía prestarse a malos entendidos.

—¿Y dónde está él?

Desvíe mi mirada a ambos lados del apartamento intentando buscar su silueta. Desde que había despertado, el lado de su cama se había encontrado vacío. Miré el reloj en la pared, eran las 8 am. De no ser porque aquella no era mi casa, me hubiera levantado hasta después de las 10 am.

—Marco tiene una rutina tan estricta como estructurada. —Everett puso los ojos en blanco—. No importa si es festivo o fin de semana. Todos los días sin excepción alguna se levanta desde las 5 am, sale de aquí directo hacia el gimnasio y regresa cerca de las 8:30 para desayunar.

Asentí. Eso explicaba su definida musculatura, pensé que yo también debería considerar el hábito de hacer ejercicio, incluso si no era de una manera tan intensa como Marco, pero no pasó ni un segundo cuando descarté dicha idea. Era demasiado floja como para siquiera proponérmelo de objetivo.

Everett me echó una fugaz mirada antes de sentarse frente a mí en la isla.

—Tal vez no lo sepas, pero él realmente está interesado en ti. ¿Quieres que te cuente un secreto? Solo si prometes no decirle, o me matará antes de que acabe el día.

Asentí con el pecho lleno de curiosidad. Si algo tenía en común con mi mellizo era que disfrutaba mucho de los cotilleos.

—El día de inscripción del concurso, Marco fue ahí para inscribirse como parte del staff, no como un participante más. Algo dijo de que necesitaba juntar créditos extras para su carrera, pero no le interesaba concursar como tal así que se uniría solo como ayudante.

Lo miré confundida cuando una burlona sonrisa se extendió por su rostro. Everett acercó un poco más su rostro como si quisiera asegurarse de que lo escuchara bien.

—Pero cuando regresó a casa, me dijo que había terminado inscribiéndose como concursante. ¿Por qué? Por ti. Dijo que se había reencontrado con una chica de su pasado y que cuando le propusiste formar un equipo, él no pudo negarse. Ya sabes, asumiste que estaba ahí para participar y eso fue la excusa perfecta para que tuvieran que volver a verse otra vez.

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