—Hay que terminar.
Marco levantó la cabeza golpe, sus ojos buscaron una respuesta y el miedo ante mis palabras fue evidente.
—Terminar nuestra relación.
Solté un suspiro, conteniendo todo lo que sentía, y me llevé una mano al puente de la nariz.
—¿Es eso lo que esperabas que te dijera?
—¿Cómo?
—No lo haré. Ni en un millón de año. ¡¿Sabes cuánto me costó volverte mi novio?!
—No estoy entendiendo...
—Sí, tienes razón, tal vez no seas quien imaginaba, ¿pero por qué eso tendría que ser algo malo? Y lo que te sucedió, no es tu culpa. No eres un asesino, tú... ¡Cielos, me estás haciendo enojar!
Marco dio un brinco ante mi repentino tono, no pude evitarlo y llevé mis manos directamente hacia su rostro, sintiendo la necesidad de tocarlo y cortar de raíz esa extraña aura entre los dos. Sus ojos eran honestos, también era la primera vez que podía ver en ellos la tristeza que había guardado durante tantos años.
—Te quiero, en serio lo hago. Que me cuentes esto no cambia para nada lo que siento, tuviste que pasar por tanto, pero eso no significa que siempre deba ser así. No quiero que trates de alejarme como intentas hacerlo justo ahora. No quiero que creas que conocer tus defectos o miedos me hará cambiar de opinión sobre lo sexy que eres.
Marco se apresuró a negar con la cabeza, mirándome con desconcierto, entrelacé nuestra manos y solo ese gesto me hizo sentir que lo quería más cerca.
—Lo siento, no debió ser fácil. Ahora entiendo porque te costaba tanto hablar de tus padres y de todo. Lamento haberte presionado antes.
—Está bien, yo solo... Un minuto, ¿acabes de decir que me quieres?
Entonces comprendí el por qué de su rostro colorado, abrí la boca completamente atónita y dejé escapas una risa tonta mientras negaba.
—Sí, bueno, no lo decía como algo serio, es decir, yo solo...
—¿Alessa?
—¿Sí?
Acarició mi mejilla un instante, la tristeza de sus ojos fue remplazada por una nostálgica felicidad.
—También te quiero.
Sonreí sintiendo que mi corazón daba un brinco. Era aterrador decirlo en voz alta, pero al final era exactamente lo que sentía.
—Estaré ahí, siempre puedes contar conmigo.
—Más vale que así sea. —Marco sonrío y recostó su cabeza sobre mi hombro—. Porque tampoco quiero dejarte ir jamás. ¿Prometes que te quedará a mi lado sin importar qué?
—¿Qué es esto? ¿Un pacto de sangre? —me burlé.
—Claro que no, es una promesa de amor.
—No seas tan cursi o me arrepentiré de todo.
Marco sonrío y tontamente eso causó el mismo efecto en mí. Odiaba pasar las noches en vela porque amaba dormir, pero extrañamente quería que ese momento durara más de la cuenta.
—Debería disculparme con Everett.
—Claro que sí, pero no a las 3 de la mañana, ¿quieres que te regrese el golpe por no dejarlo dormir bien o qué?
—Si somos honestos, me lo merezco. No debí golpearlo.
Me puse de pie y le ofrecí una mano para levantarlo, ambos nos metimos bajo las sábanas y nos miramos con complicidad en medio de aquella oscuridad. Marco sonreía, ¿cómo podía mirarme así luego de todo lo que me había confesado? ¿cómo podía ser tan brillante siempre? Tal vez se debía a que yo siempre vivía sumergida en una burbuja de eterno pesimismo. Tal vez admiraba su manera de afrontar las cosas.
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Lo que nunca seremos✔️
RomanceSabía que me evitaba porque quizás nunca le había agradado. Sabía que no le molestaba ser indiferente con la vida. Sabía que al graduarnos cada quien tomaría su camino y él nunca se enteraría de lo mucho que me gustaba. Pero poco de lo que sabía...