Capítulo 19

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Marco

La observé dormir sin estar del todo consciente de las cosas que habíamos hecho. Resistí el impulso de pasarle un mechón por detrás de la oreja cuando abrió los ojos y me contempló con su tan característico ceño fruncido, tal vez ella no lo sabía pero solía arrugar las cejas de esa manera muchas más veces de las que sonreía.

Y eso me tenía fascinado.

Recordaba haberla visto con indiferencia cuando íbamos en el colegio, por aquel entonces aborrecía la idea de socializar y conocer a nuevas personas. Alessa siempre me pareció atractiva, pero no llegó a atraerme de ninguna forma hasta aquella clase de idiomas.

Adoraba la calma del salón vacío, cuando todo el mundo salía a su descanso, yo podía quedarme en mi pupitre a leer sin que nada ni nadie me molestara. Era parte de mi rutina estar en el salón cuando no había nadie, pero ese día fue la excepción; la chica de lentes que se sentaba a mi lado estaba ahí, con la mirada perdida en su libreta mientras la llenaba de rayones. Ni siquiera pareció notarme cuando tomé asiento y saqué mi libro.

—¿No eres demasiado joven para leer eso?

Su pregunta me hizo levantar la cabeza de golpe con cierto fastidio, odiaba que las personas me interrumpieran mientras leía, pero ella no pareció notarlo, su ceño se frunció mientras observaba el libro entre mis manos; Crimen y castigo.

Me limité a mirarla, mi silencio debió ponerla nerviosa por la forma en la que se jaló las mangas del suéter.

—Me refiero... ¿no es algo tedioso?

—¿Y por qué lo sería? —Apreté los labios, irritado por su entrometimiento—. ¿También crees que leer es aburrido o qué?

—¿Y qué si lo creo? —Me miró mal—. Olvídalo, no tienes que indignarte tanto. Era solo una pregunta.

Soltó un bufido y volvió a su cuaderno, solo entonces me percaté de que no eran rayones, sino dibujos. Estaba concentrada en dibujar flores marchitas. Mi mirada se quedó clavado en estas hasta que ella se dio cuenta y con rapidez cubrió su cuaderno para impedirme la vista. La miré sorprendido cuando me apuntó con la punta de su lápiz, ¿planeaba clavármelo o algo así?

—No. Mires. Mis. Cosas. —enfatizó cada palabra, sin bajar el lápiz.

—Pues tú empezaste al mirar mi libro.

—Eso es distinto.

—No, no lo es.

—¿Crees que soy una entrometida?

—¿Crees que planeo mentirte y decirte que no?

Mi respuesta pareció descolocarla y en cuanto dejó de observarme no pude evitar sonreír, sin duda hacerla enojar me resultó divertido. La chica de lentes volvió a su cuaderno, susurrando en voz baja e ignorándome por completo. Solo después de unos minutos, sentí la necesidad de explicárselo.

—Leer es para mí lo mismo que debe ser dibujar para ti.

—¿También te genera ampollas en los dedos o qué?

—Es olvidarte del mundo real, no importa nada excepto ese instante en el que tu mente parece irse de tu propio cuerpo. Es un poco de calma en medio de todo lo abrumador. Es vivir la vida a través del arte.

Su entrecejo se relajó y por la forma en la que apretó los labios supe que se esforzaba por no sonreír.

—Eres todo un filósofo, eh... ¿Cuál se supone que es tu nombre?

Lo que nunca seremos✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora