Capítulo 18

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Sueños contradictorios

—Parezco una pelota de playa multicolor.

Jacy negó con la cabeza, mirándome divertido. Observé con una mueca el vestido de colores que se me había obligado a usar. Si antes no me había arrepentido de ser la dama de honor de Rosetta, ya lo hacía. El vestido era tan pomposo, lleno de brillos y colorido, que me hacía resaltar por todas partes sin poder evitarlo como cual serie de navidad.

—No es tu estilo, pero tan mal no está.

—Como tú solo usarás un traje...

—Tal vez así le añadas un poco de color a tu vida, Alessita.

Le lancé una almohada de la cama como respuesta, odiaba que me llamara en diminutivo. El fin de semana había pasado rápido, entre chapuzones, recorridas por el bosque y un sin fin de bufetes que seguro me habían hecho engordar varios kilos. Por lo menos estaba tomando las pastillas para adelgazar que mi madre me había dado, pero considerando toda la comida grasosa, tal vez debía aumentar la dosis.

—Rosetta mencionó que después de tu operación, las cosas estuvieron difíciles.

—Oh no, por favor no tengamos esta conversación... —Puso una mueca de desagrado—. Ya te dije que estoy perfectamente bien.

—Pues si no lo estuvieras, tampoco sería algo tan malo, lo sabes, ¿no?

—Mejor dime, ¿madre ya te respondió los mensajes?

Negué con la cabeza. Había tratado de llamarla un par de veces, pero estaba segura de que seguía moleta por acceder a ser la dama de honor de Rosetta y prefería solo ignorar mis mensajes.

—Ahora que papá va a casarse, estaba pensando que quizás sería buena idea volver a vivir con ustedes a la ciudad. No sé, no quiero ser mal tercio entre unos recién casados.

—Vaya... —Lo miré sorprendida—. Claro, es decir, a mí me encantaría que volvieras...

—¿Pero?

—Bueno, ¿estarás bien? La escuela de futbol y todo eso, esa fue la razón por la que te fuiste en primer lugar.

—Sabes que ya no puedo volver jugar.

—Lo sé, pero regresar podría ser difícil... Mamá empeoró en este tiempo.

Jacy frunció el ceño sin entender, todos en la familia éramos consientes de que mamá tenía un carácter intenso, pero quizás solo yo sabía hasta qué punto eso complicaba las cosas. En ese momento la puerta se abrió y tanto Everett como Marco entraron a la habitación.

Si pensar en la idea de Marco usando un traje ya era algo sexy, verlo literalmente frente a mí, vestido así, fue como encarar a la perfección en persona. Su cabello iba peinado a ambos lados de su rostro, destacando aún más sus facciones y llevaba una corbata azul marino.

—Woah, Alessa, tu vestido es tan... —Everett frunció el entrecejo como si no encontrara una palabra adecuada.

—Sé bien cómo se ve, gracias. Luzco espantosa.

El vestido estaba lleno de encajes sin final y me sentí atorada en un mar de tela colorida que me provocaba náuseas. Las cosas tan coloridas nunca me habían causado especial atención.

—Eso no es cierto. —Marco sonrío, recorriéndome con la mirada como si lo evaluara—. Luces como un pastel de algodón de azúcar.

—¿Y se supone que eso sea un cumplido?

Lo que nunca seremos✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora