Capítulo 23

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Silencio.

Al inicio todo fue silencio, no era la clase de silencio que te mantiene en calma, sino más bien todo lo contrario, atormenta tu mente de la peor forma. Después del juicio, recibí una llamada por parte de la universidad.

—Dado la reciente controversia, no podrá continuar sus estudios con nosotros, por ello se le solicita...

El silencio era abudante en aquella habitación, pero los pensamientos dentro de mi cabeza eran tan ruidosos que me incomodaban.

El nombre de mi madre estaba por todo internet, pero en muchas ocasiones solía ir al lado del mío y el de mi hermano, a veces incluso del de mi padre. La institución no quería problemas y su excusa había sido que debían expulsarme dado que no toleraban agresores, incluso cuando mi inocencia había sido probada.

Toda la vida había tenido la certeza de que mi destino era sufrir, no lo decía como algo poético o victimario, sino como un hecho, algo que no se puede cambiar, solo algo de mala suerte. Y ese pensamiento se había vuelto mucho más poderoso conforme los años pasaron, pero ¿por ser hija de una mala persona merecía que me pasaran cosas malas?

Las noches eran difíciles, empezaba el día motivada, creyendo que podía lograrlo y me alimentaba como era debido, pero entonces el cielo oscurecía y mi corazón dolía tanto que el primer impulso era simplemente caminar a la cocina.

Puede que muchas personas no sean capaces de entenderlo, pueden creer que es solo comida y es solo un instinto que se puede controlar, pero cuando aquello se ha vuelto tu manera de lidiar y sobrevivir con tus emociones es distinto.

Si te sientes mal, comes, si algo te molesta, comes, si quieres llorar o incluso reír, la comida es la manera en la que has aprendido a enfrentar tus emociones, si te quitan eso... ¿Cómo debes hacerlo?

—Hay que ser valiente, Alessa. —Miré mi reflejo en el espejo del baño mientras me humedecía el rostro, soportando la ansiedad que sentía—. Enfrenta lo que sientes. 

Las sesiones de terapia eran difíciles, extenuantes, a veces incluso me parecían inútiles, pero por un instante pensé que podía ser para mejor. Que quizás no siempre me tenían que suceder cosas malas. Podía afrontarlo, ¿podía hacerlo?

—¡Dame ya eso o dejaré de ser tu novia!

Marco levantó una ceja con cierta diversión y levantó aún más el cuaderno para evitar que pudiera quitárselo, era lo suficientemente alto como para evitar que lo tomara incluso saltándo de puntillas.

—Inténtalo si quieres, no dejaré que me dejes.

—¡Oye, eso es una amenza!

—¡Tú acabas de amenazarme primero con dejarme!

Volví a saltar, pero de nuevo fallé, anque esta vez perdí el equilibrio y mi cuerpo chocó contra el suyo provocándo que ambos cayeramos al suelo. Su rostro tan cerca del mío hizo que mi corazón se agitara. Entonces tomé el cuaderno, salí corriendo mientras reía y Marco se levantó con el rostro pálido mientras intentaba evitar que leyera el contenido.

—¿Entonces todos estos poemas son sobre mí?

—Basta, no leas eso. Escribí eso cuando aún íbamos en el colegio, no sabía mucho de ti.

Sonreí como una tonta cuando noté que sus mejillas se sonrojaban por completo debido a la vergüenza.

—Dijiste que un día podría leerlo. —Levanté una ceja—. Quiero que ese día sea ahora mismo.

Esos pequeños momentos al lado de Marco fueron lo que volvieron el proceso menos agotador, las veces en las que mi hermano fingía no tener nada que hacer cuando sabía que en realidad se tomaba el día libre para estar conmigo. O las veces en las que Marlen me hacía salir con ella de compras y recorríamos toda la ciudad riéndo por cualquier tontería.

Lo que nunca seremos✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora