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Una vez que me calmé, ya era la hora del almuerzo. Los chicos seguramente estarían en las duchas o los vestuarios.

No me levanté del piso, cuando el tío me dejó, me quedé en el pasillo de la pieza. No me moví ni un centímetro, tenía la mitad del cuerpo dormido y debía levantarme antes de tener un calambre.

Respiré profundo.

Había visto los mensajes de Juli, pero no le respondí. Sabía que luego iba a venir a buscarme, pero antes de llorar con él, otra vez; debía hablar con papá.

Agarré una de las maletas, y busqué un abrigo que no sea de la tela que al tocarla hace ruido, me molesta en estos casos. Traje todo menos un abrigo de los que necesito, genial.

La temperatura externa también me desequilibra, mi cuerpo o está extremadamente frío o extremadamente caliente. Esto de tener ansiedad no es broma.

Ni siquiera sabía el cuarto de Juli, ¿Le mando mensaje? Podría llamar a recepción, ¿No?

Ya fué, primero me voy a discutir con el viejo, pensé.

Salí derecho en busca del despacho del director técnico, busqué en la planta baja, los primeros dos pisos, y el tercero, pero nada.

En cambio, al subir al ascensor me encontré con un morocho con cara de "mírame y te hago mierda" (en el sentido negativo, ojalá me haga mierda).

— Hola, Princesa —dijo con una sonrisa— ¿Buscas a Julián, no?

— No.

Más seca no podía ser. Se cerraron las puertas, la AFA era una heladera gigante. Ni en otoño iban a apagar el aire.

No sé si se me dió por temblar de frío o de nervios, pero le dió para acotar — Te fuiste bastante mal del predio, ¿Estás bien?

No tenía una pizca de gracia en su cara, en cambio parecía que realmente estaba preguntando por curiosidad y no sarcásticamente.

— Sí, estoy bien.

De repente, se enderezó y dejó de apoyarse en el vidrio del ascensor. Tocó todos los botones habidos y por haber, se me acercó despacio, sabía que estaba atrás mío y eso me dió más nervios de los que ya tenía.

¿Y ahora qué? ¿Me iba a acorralar? ¿Besarme apasionadamente? ¿Peor? ¿Qué es esto, una película?

— ¡Estoy apurada! ¿Por qué tocaste todos los botones? —lo miré, le brillaban los ojos— el elevador se puede estancar por eso.

— No me interesa si estoy con vos.

Me paralicé. ¿Eh?

— Te gusta Julián, ¿No? —bueno, primero me escanea de arriba a abajo y ahora un interrogatorio, qué se piensa?— Sabía que no ibas a decir nada.

— Entonces no preguntes, torito.

Creo que fué el peor error que cometí, después de habermelo cruzado, porque se acercó más. Ya estábamos en contacto, piel a piel, me tomó del mentón y me acarició el cuello. Dios este hombre no le tiene miedo a nada, dije por dentro.

— Volvés a decirme torito y vas a conocer las consecuencias, Princesa.

Dejá que te llamo así toda la vida, aparte de paralizada ya estaba por llorar de emoción.

No sé cuánto tiempo estuvimos así, él tomándome de la cintura y acariciándome el cuello, sólo sé que el ascensor subía y bajaba a diferentes pisos.

No fué momentos después, largos minutos después, que se abrió la puerta del ascensor y por fin nos separamos.

Entraron Enzo y Julián, que nos quedaron mirando, yo no sabía qué hacer y él sonriendo de oreja a oreja.

— ¡Gio! ¿Cómo estás? ¿Se te pasó el at..— lo callé con mis dedos, ni se te ocurra decir la palabra.

— Sí, estoy bien.

Me sacó la mano de su boca y volvió a hablar como si no importara, — Te íbamos a buscar, para almorzar e..

— ¿Íbamos? —pregunté con una ceja alzada, mirando a Julián y a Enzo simultáneamente.

— Sí, bueno, ¿Por qué no? —dijo Enzo, disimulando una sonrisa.

Suspiré, necesito hablar con papá y me pasan estas cosas. Realmente están locos los tres.

Antes de que pueda decir algo más, la puerta se estaba por cerrar, pero Lautaro puso el brazo y volvió a abrirse.

Se sacó la campera, me la puso de la manera más delicada y se fué sin decir nada.

El camino hasta el comedor fué silencioso, sólo tenía miradas de parte de los dos acompañantes, pero me ahogaba la emoción y la sonrisa. Sabía que Juli iba a preguntarme luego, mejor callar.

• • •

POV Lautaro

Hermosa, hermosa mina. Divina de pies a cabeza, de izquierda a derecha, de adentro hacia afuera.

Que exageración, pensé.

¿Qué estuve por hacer? ¿Esa iba a ser su primera impresión de mí?

Sus ojos expresaban lo que sus palabras no, es emocionante cuando sus pupilas se dilatan y se ruboriza.

Que wacha linda. Esa morocha tiene que ser mía.

Sonreí al pensarlo.

Al final subí por las escaleras para ir al comedor, para no cruzarme con ella, por las dudas de que quiera devolverme la campera.

Si tiene frío, ¿Por qué no se abriga?

POV Giole

En el comedor estaban algunos jugadores, le dije a Juli que iba a esperar a mi papá, se sentó con Enzo.

A decir verdad, se me apretujaba el corazón de pensar que tenía que discutir con él. No me gusta discutir con la gente, menos con familia.

Iba caminando de un lado a otro, sentía algunas miradas sobre mi pero no me interesaban tanto como mi papá.

Hasta que llegó, ésta vez acompañado de Aimar.

Respiré profundamente, vamos no es tan difícil Giole.

Antes de que se siente a almorzar, lo tomé del brazo y lo saqué del comedor por la parte trasera, que da con la cocina.

— Eh, eh, Gio pará.

— Pará nada, papá. ¿Me podés explicar qué mierda te pasa por la cabeza? — pocas veces me enfrentaba a él, pero sabíamos que yo tenía más carácter.

— No me hables así, no es justo.

—¡No! No es justo, que me traigas acá apenas baje de un avión y que me digas que soy parte del grupo técnico, me enteré frente a 20 monos y todo es a tu antojo.

Respiré, por fin se lo dije.

— Giole, perdón —me dijo, mirándome fijamente — creí que estarías feliz, no ví la oportunidad de contarte, así que lo anuncié con todos, qué tiene de malo?

— ¿Qué tiene? ¿Qué tiene me preguntás? ¿En serio? —lo miré incrédula, escuché que alguien se estaba acercando pero no importó — ¡Hace años no veo a mamá o a los chicos y vos querés que sea parte del plantel a penas baje de un puto avión!

— Cálmate, por favor —dijo con la poca paciencia que le quedaba —lo podemos arreglar después, vamos a comer ahora.

— ¡No! ¡Ni en pedo! Andate vos a comer, te vine a esperar acá porque ni siquiera vas a buscarme vos mismo para pasar 15 minutos conmigo. Te importa más todo esto que yo.

— Giole, sabés que no es así, no seas inmadura.

Le dije todo lo que tenía que decir, qué más le iba a reprocharle?

— ¿Qué pasa, eu? —preguntó Pablito— Se escucha hasta donde están los pibes.

— Nada, nada, ya voy.

Los miré, ¿En serio? Con la poca cordura que me quedaba, le dije tres palabras y me fuí de ahí.

— Me decepcionaste, papá.

La hija de Scaloni © BloomyquoteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora