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Increíble, me dije a mí misma, hombre idiota. Hombre idiota.

Me fuí a mi habitación, pedí el servicio de comida al cuarto y en menos de 30 min ya había almorzado. Sola, sin nadie, sin compañía, en silencio, en paz.

A decir verdad, estaba con bronca.
Mucha bronca. Necesito hacer ejercicio, pensé.

Me miré al espejo de la habitación, no hizo falta mover más que la cabeza. Estaba bien así, me hice una coleta más alta, me cepillé los dientes y esperé a que los de limpieza se llevaran los utensilios de cocina.

Mientras, aproveché para subir las fotos que había sacado hoy cuando los chicos entrenaban. Sonreí al verlo a él.

Metí al bolso más grande que tenía otra muda de ropa, un batido, dos tres cosas por si me baja la presión o el azúcar, un abrigo, los auriculares, el cargador, las vendas y me fuí.

Me desquitaba o me desquitaba.

• • •

En recepción me dijeron el horario del gimnasio, me dieron otros lugares dentro del predio como piscina privada y demás, increíble que tengan todo esto acá.

Según lo que me anotó la chica, el gimnasio estaba en el 5to piso. Tenía que apoyar la tarjeta que abre mi habitación en cada máquina y en el locker para dejar las cosas.

Interesante, dije.

Apenas se abrió el ascensor, ví que no era un gimnasio pequeño, era algo enorme. Ocupaba toda la planta.

Máquinas por todos lados, casi no había nadie. No los reconocía y poco me importó, así que, dejé mis cosas en el locker excepto tres y comencé.

Día de pierna, día que no salgo caminando de este gimnasio.

Lo di todo, solo una loca hace búlgaras, sentadillas y peso muerto un mismo día. Esa loca soy yo, no solo eso, le agregué más todavía.

Habré pasado fácil tres horas ahí dentro, ya estaba agotada.

Me fuí a bañar, me sorprendió que las duchas no tenían separación. Menos mal que no habían otras mujeres, sinó me daría pudor.

Me bañé rápido, me cambié, y salí feliz a hacerme un batido.

¡Cómo extrañaba el gimnasio! ¿Será que mientras me quede acá puedo hacerlo consecutivamente?

Me emocioné de sólo pensarlo.

Agarré el celular, había sonado varias veces.

Llamada entrante de Juli 🕷️

Acepté, seguro estaba preocupado.

— Oa, atendió, atendió... ¡Cállense que no escucho!

— ¿Juli?

— ¡Gio! ¿Dónde estás?

— Eh, saliendo del gym, ¿Pasó algo?

— No, queríamos saber dónde estabas porque vinimos a tu habitación pero no se escuchaba nadie adentro.

— ¿Queríamos?

— Ah, sí. Ehhh, son muchos para d-

— ¡Vamos por helado, Princesa!

— Decile así y te rompo el cuello, pelotudo

Me reí.

— Basta chicos, ¿Estoy en altavoz?

— ¡Sí! ¿Por?

— ¿Qué quieren hacer hoy?

Todos dijeron joda, excepto Juli que dijo noche de Skin Care.

Pobre, pensé, lo van a gastar lo que queda del mes.

— Ah, sos re putito —se escuchó

— Bueno, eh, basta —dije— después vemos. Salgan de mi habitación antes de que llegue.

• • •

Estuve pensando, mientras entrenaba, es cierto que trabajar acá sería una gran oportunidad. No diría que no, quizás deba hablar con papá luego.

Si esa llega a ser mi decisión, pensé, debo hacerme cercanos con los chicos.

En fin, llegué a mi habitación y no había monos atacando la entrada, el tema fué cuando abrí la puerta y tenía 10 tipos dentro saltando en la cama.

— ¡La concha de la Lora, Julián! —dije al cerrar la puerta.— ¿Qué hace medio plantel en mi pieza?

— Yo vine solo, que te expliquen ellos—dijo prendiendo la Play.

Suspiré. Encima desconocidos.

— ¿Qué es esto? —se escuchó en una esquina de la habitación. Ay no, mis maletas.

— Un tampón, Paredes. Salí de ahí por favor.

Giole con autoridad, porfa existí más veces.

— Los quiero a todos fuera de mi cama, el que desarregló todo que me arme la cama en menos de 10 minutos o están afuera todos.

— ¡Uh! ¡Se picó! —dijeron varios.

— Dibu, Licha, fueron ustedes giles — gritó Enzo— armen la cama antes de que nos echen de acá a todos. No quiero que me rajen de una patada en el orto.

Me reí.

— Ahora que sos del grupo técnico te crees más eh —dijo Licha

— Siempre fuí más, papu— respondí — sólo que no te diste cuenta.

Los chicos empezaron a hacer bromas y yo solo quería dormir un rato en los brazos de Juli.

Se me ocurrió una idea, estoy muerta, eso sí.

— Eh, torito —dije mirando el desastre que hicieron con papeles— ¿Quién rompió esos papeles y tiró los envoltorios de los chocolates que NO ME COMPARTIERON?

Siempre énfasis en que no comparten, nunca otra cosa, me reí.

Vi cómo se enderezaba y se mordía el labio mientras que el resto buchoneaba.

— Dybala y De Paul, Princesa.

"OAAAAAAA" se escuchó en toda la habitación.

Negué.

— Háganme el favor de NO tocar mis cosas, NO romper nada, NO hacer ruido y NO poner música alta —amenacé con el dedo— ya saben lo que puedo hacer.

Vieron que me estaba por ir y todos me querían seguir, Dios no.

— Ya vuelvo, se quedan acá.

— Paraaa, no —dijo el grandote— ¿Te acompañamos, linda?

Me estaba poniendo roja.

— No se maten chicos —dije con sarcasmo— que venga uno solo.

Les cerré la puerta en la cara y escuché cómo discutían, me reí.
Increíble que para todo usen piedra, papel o tijera.

Me apoyé en la baranda de la escalera a unos metros de la puerta de la habitación hasta que escuché — ¡Ja! ¡Tomá, gato! ¡Me voy con Scaloni!

Lo buchearon hasta sacarlo de la habitación, negué con la cabeza.

— ¡Andá, tramposo de mierda! ¡Seguro ni bola te da!

En eso veo que se da cuenta que me estaba riendo, y se acerca.

Los chicos habían cerrado la puerta porque no me vieron.

Cagué, pensé.

— Te dije que no me llames torito si no querías saber las consecuencias, Princesa.

— Cierto, lo lamento, torito.

Antes de terminar la palabra me fuí corriendo por las escaleras, riendo a carcajadas de los nervios.

La hija de Scaloni © BloomyquoteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora