017

125 8 0
                                    

- ¡Tío!- me despegué del abrazo con una sonrisa patente, -te extrañé.

- Yo también, peque- me dijo señalando al banco de suplentes a lo lejos, se veía una mesita plegable con el quipo de mate del tío Kun y unas cuántas bandejas- Era sorpresa con los otros pibes, no sabía que estabas acá.

- ¿Sorpresa?-pregunté. Messi asintió, se copó jugando con la pelota unos pases. Traía un conjunto de ropa deportiva- ¿Los tíos están acá? Ayer no los vi, antes de ayer tampoco, ¿Cómo están? ¿Y Anto? ¿Los nenes?

- Paraa, vení que te cuento, peque- estaba emocionada de verlo, él y el tío Ota, Ale y Ángel me cuidaron muchas veces. Desde que son cercanos a papá, los domingos los pasábamos en su casa con su familia, a veces unas tardes eran de picadas y truco, otras de asado y joda.

Desde que me fuí, Kuni y Ale estuvieron más pendientes de mí. Aún así, los quería a todos, con ellos se sentía una familia más grande y unida. 

Nos sentamos frente a frente, le conté lo justo porque ya era hora de entrenar y en cualquier momento llegaban los demás. Me contó que habían planeado una mini fiesta de bienvenida con los tíos, éste finde en su casa, con medio plantel invitado.

Negué, con razón no los vi antes.

Mientras le cebaba unos mates, hablamos de mi futuro dentro del equipo y de lo que se venía para la selección. Aún seguía baja de ánimos, el tío Nico lo solucionaría con un cuarteto violento y una birra. 

-¿El tío Ota? -pregunté curiosa.

- Comiendo, por ahí anda, lo quise arrastrar para acá pero tu papá justo le dió medialunas y se quedó.

Sonreí.

• • •

Al rato cayeron los muchachos, me daban una mirada cada tanto, supuse que se dieron cuenta de que tenía los ojos hinchados. El tío no me comentó nada, pero quizás también se dió cuenta. Al que le tenía que dar explicaciones era a Kuni, que siempre se preocupaba por mi, no quería defraudarlo.

Habían unos cuántos por la cancha, dando vueltas, saltando, jodiendo. Messi había ido con ellos apenas los vió. Me saludó con un "Nos vemos después, peque" y se fué trotando para entrar en calor.

Estaba metida en mis pensamientos, concentrada en lo que sentía, que no me importó quién llegaba y quién no. Me dejé estar así, unos cuantos minutos, realizando lo que me dolía. Sólo supe que Juli me saludó a la distancia y se quedó con Enzo, pasandose la pelota en simples pases.

El único que tenía una mirada fija en mí era Lautaro, pero intenté ignorarlo lo mejor que podía. No quería saber nada después de lo que me dijo Leandro.

Cerré los ojos por unos momentos, temiendo que sus rostros aparezcan en mi mente y que el flashback de ayer se repita. Me quedé así, sin moverme, sin observar, me quedé en la negrura.

Me había perdido dentro mío.

Al rato volví a prestarle atención a mi alrededor, seguían calentando. Aproximadamente le faltaban unos 20 min para poder empezar un partido, así que me enderecé.

Pero de espanto, porque Kun estaba a mi izquierda a unas dos butacas de distancia y entre nosotros el equipo de mate.

Cuando se dió cuenta que había abierto los ojos, me miró. Parecía charla telepática, yo decía que no y él que sí, con la cabeza negaba y él con la mano me hacía señas de que sí.

— Dejá de suspirar, por favor—pidió dándome un mate — contame qué pasa.

Dispuesta a hablarle, me chistó, callandome con el dedo índice — Pará pará, ¿Ayer dónde te metiste? No tenés idea lo que te buscamos con Leandro.

¿Cómo que me buscaron? Pensé. Pestañee dos veces, no me lo creía.

Respiré profundo y empecé a contarle— Tío Kuni no debías haberme buscado, pasé mucho tiempo fuera —le devolví el mate. Mi tono se volvía cada vez más bajo, desvié la mirada hacia los chicos— Ayer tomé la decisión de hablar con Lean, me advertía de un jugador que aparentaba querer chamuyarme.

- ¡No!- dijo abriendo los ojos de la sorpresa fingida- ¿En serio?

Su tono burlón venía con reproche, pero no le dije nada al respecto.

- Al final nunca quiso chamuyar sólo quería ganar una apuesta que hizo con sus compañeros, y para cambiar de t-

- ¿Cuál hijo de puta fué? - su cara tenía la rabia pintada de rojo, incluso en su cuello se notaba.

- Ya fué Tío, tampoco le voy a dar bola- le dije para tranquilizarlo.

- No -dijo tirando el equipo a la mierda excepto el mate y el termo- no es así, éstos giles se creen que porque sos la hija de Scaloni van y vienen cuando se les canta, así con otras minas, como si su vida no importara.

¿Haber hablado con él fué buena idea? No sé, pero tenía razón.

- No saben lo que pasaste, excepto Julián, el único perdonado de todos estos manga corta.

Se me estaban asomando las lágrimas, otra vez, lo podía sentir en mi garganta, en mi pecho, en mi cara. Mi ceño, mis ojos, mis labios. Todo daba a entender que me largaba a llorar en segundos.

- Eu, tranquila- dijo acercandose, arrodillandose- Son idiotas.

Negué repetidas veces, limpiando los caminitos de lágrimas.

- No es eso- me tapé con las manos la cara- es que hablé de otras cosas con Lean...

Terminó dandole la espalda a los jugadores, sentandose sobre sus piernas, tomandome de los brazos para dejar al descubierto mi rostro.

- Hablamos de Juli -me miró sin terminar de entender- él, vos sabés- mi voz se estaba quebrando- vos lo viste mientras no estuve, lo que pasó, cómo se sintió, y-y o no-no era mi intención.

Finalmente me quebré, dejando salir lo que me pesaba.

- ¡Tío, no tenía idea! Sólo quería lo mejor para mí- fué cuando le dije eso, que terminó suspirando, cabizbajo, sin quitar la mirada del cesped.

- No es tu culpa, sólo no hubo comunicación, eso pasa cuando no hablas con las personas que querés- hizo una pausa- simplemente sucedió y ya. 

Negaba constantemente con la cabeza.

- El problema es que ya estoy acá, ahora soy parte del equipo, lo v- me calló con el dedo indice por segunda vez en el día.

- Esa es la idea, Princesa.

Fruncí el ceño, a punto de volver a negar - Ya estás acá, ya podés arreglarlo.

Nos quedamos así un rato, hablando de lo mismo. Cada tanto se me escapaba una que otra lágrima, pero compartiendo anécdotas, volvimos a tomar mates y el dolor se fué de a poquitos; Cebando mates al pié del cesped.

Al rato llegó papá con Pablito, que no quería ni mirarme en pintura. Me hizo señas para acercarme y papá me dijo que esté atenta al partido de práctica, que me tocaba a mí usar el silbato y simular un partido real.

La hija de Scaloni © BloomyquoteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora