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Narrador Omnisciente

Lautaro Martinez, uno de los capos del plantel estaba cayéndose a pedazos por dentro al escuchar a Giole Scaloni, la hija del DT, llorar.

La realidad es que Giole tenía cosas guardadas, dentro suyo reinaba el caos y con el tiempo lo parchó con medicamentos.

Su cabello negro, caía hacia un lado, mientras su corazón latía desesperadamente.

— Yo n-no no n- el hormigueo constante que sentía, la presión en el pecho y la constante sensación de pánico no la dejaba hablar.

— Tranquila—se acercó el Toro, con la mejor de las intenciones — ya estás acá.

La pelinegra negó, mordiéndose el labio y dejando que más lágrimas salgan mientras él se acercaba a la camilla.

De repente, lo que menos el importó fué que él esté cerca. Se dió vuelta en busca del monitor, y se desesperó aún más.

— Sistólica 135 y diástole 87 —dijo mirándolo con los ojos abiertos— hipertensión de grado uno con taquicardia.

Se acostó, sacando las almohadas que tenía detrás, colocándolas a su alrededor. Intentó que su espalda quede de alguna manera recta, no cerró los ojos que aún lagrimeaban pero empezó a hacer respiraciones para bajar las pulsaciones.

Fué una reacción rápida. Él tenía miedo de que ella no pudiera calmarse.

Con el rabillo del ojo lo vió acercarse, una mirada lo congeló en el lugar.

— No tengo energía para discutir— dijo ella, ahogando un grito— pero te quiero lejos.

Lautaro entendió, se quedó a dos metros de la camilla, en un lugar donde ella podía verlo. No sabía qué hacer más que mantener y respetar la distancia.

El monitor que mostraba las pulsaciones fué lentamente dando a entender que aquellos latidos ya no eran tan rápidos, pero la presión seguía igual de alta.

— No quiero a nadie arriba mío —pidió, tomando aire, desviando la mirada— no quiero a nadie cerca, pero necesito una dosis de Diazepam para bajar las sensaciones del ataque de pánico que tengo...

Tomó una pausa, sus dedos hormigueaban, todo a su alrededor daba vueltas.

—  También para que la presión baje.

El morocho que la observaba a metros, asintió.

— El suero hará que no necesite agua pero- dijo tomando otra bocanada de aire- necesito agua sin electrolitos.

Lautaro volvió a asentir.

— Si el médico pregunta —terminó de decir— es un ataque de pánico fuerte a causa de estrés post-trauma.

El monitor marcaba los latidos, la presión, la actividad del corazón de Gio. Lautaro no tenía un monitor conectado pero aún así, si te acercabas, podrías ver lo roto que se veía y escuchar el crujir.

— Soy alérgica a algunos medicamentos— alargó — que no me receten ni me den nada antes de preguntarme.

Su cuerpo se sentía agotado, los sonidos se volvieron fuertes y las luces molestaban a simple vista. El frío la estaba quemando.

De alguna manera Lautaro lo entendió y caminó hasta un mueble, tomando dos mantas. Se las acercó, sin mostrar signos de dolor, y volvió a tomar distancia.

Ella se tapó, principalmente los pies que estaban helados. Se colocó la otra manta por la espalda, creando una cúpula que emocionalmente la resguardaba y físicamente le devolvía el calor al cuerpo.

Lautaro se dió media vuelta y comenzó a caminar, saliendo del consultorio.

— ¡Lautaro! —gritó con dolor.

Éste se dió vuelta, mirándola. Sus ojos también hablaban el idioma silencioso.

— No me dejes.

Éste asintió y salió de la habitación, para hablar con el médico.

• • •

Mientras Gio batalló por dentro, accediendo a uno de los médicos para inyectarle el medicamento. Lautaro la miraba desde afuera, escuchando a Tito hablar.

— Los ataques de pánico a veces nos llevan a éstas reacciones en pacientes con ansiedad elevada y ya parcialmente atendida pero la suya fué algo más extraña.

A la distancia, la pelinegra se escondía con las cobijas.

— No tuvo reacción ni preguntó por su estado físico.

—Es médica —replicó el delantero.

— Lo fuese o no —contestó— se preocupó por la cantidad de personas que tenía cerca y no por el lugar donde se encontraba.

Quiera entenderlo o no, lo que decía era cierto. Giole despertó pero mientras seguía inconsciente su corazón latía normal, todo se fué al carajo cuando abrió los ojos y realizó que tenía tipos cerca.

— Si lo que te dijo fué tal como lo decís, entonces realmente fué un ataque de pánico post-trauma pero —se aclaró la voz ojeando unos papeles— debe visitar un terapeuta si el trauma es el que estoy pensando.

Lautaro entendió a medias, prefería fingir que no entendía, no sabía si era para conseguir más información o para quitarlo de su mente.

Antes de que pueda preguntar, Tito se acercó a la puerta de la habitación —No puedo decirte, pibe, es entre la paciente y yo.

Sentía ira, confusión, angustia. Todo junto.

Del otro lado del ventanal, donde estaba ella, también había angustia; pero la angustia que te paraliza.

— Giole Scaloni, ¿Cierto? —Ojeó Tito.

Ésta asintió, moviendo las manos para calmarse.

— Futura colega según lo que escuché —dentro de la cabeza de Gio, se repetía constantemente una oración. Volvió a asentir— Necesitamos a personas despiertas acá dentro, si realmente vas a estar acá con nosotros, deberías ver a un terapeuta.

No respondió. No retrucó. Sabía que lo que decía él era cierto, el señor ya de unos cuántos años tenía razón. Necesitaba terapia.

— Como médico —volvió a hablar, aclarando la voz— tengo una conocida psicóloga y psiquiatra especialista en neurociencias. Podría tratarte. También se especializa en todos los tipos de abuso.

Gio desvió la mirada, con una expresión de asco, como si lo que le dijo el médico le quemara parte del cuerpo. Sentía la necesidad de huir aunque su cuerpo se veía cansado.

— No tengo nada más que decir, aparte de que podrías irte luego de las próximas 4 horas. Te recomiendo no estar cerca de ningún detonante la próxima semana e interiorizar hacia el pasado.

Con eso, un saludo lejano y salió. Se dió media vuelta, cerró los ojos y esperó a que el mundo de allá afuera se calle por completo y darle la bienvenida al mundo de los sueños.

Al menos para escapar. Lautaro, que había entrado minutos después también quería escapar, pero ninguno sabía a dónde.

La hija de Scaloni © BloomyquoteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora