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No sabía qué hacer en realidad. Simplemente tomé el mando de la música por furia. Planeaba bailar con la ira, fué una decisión impulsiva dejar algunas canciones de cuarteto y temas similares sonando en el reproductor.

Los chicos me miraban de reojo. Éramos pocos pero sabía que en cualquier momento llegarían más invitados, espero que solo los que conozco del plantel.

Un estornudo se me escapó, el aire viciado de la casa debía estar afectandome.

— ¡Salud! —dijeron todos al unisono. Sonreí agradeciendo el gesto.

Me acerqué a ellos entre botellas de vodka y vino tinto que iban y venían de mano en mano, algunas ya reposando en la mesita junto a los cubitos de queso.

— Che, linda- llamó Emi, sus orbes se fijaron en mi rostro bajando por mi cuerpo— ¿Qué haces en la casa de la araña?

Lo miré con picardía, sin inmutarme por su tono alegando su reclamo.

— ¿Tengo que pasarte las coordenadas de mi ubicación todos los días, Martinez? ¿O qué? —respondí con sarcasmo.

Emi, frunció el seño tocándose el cuello, sus palabras se perdieron en el grito repentino de Enzo que decidió "cantar" a todo pulmón.

— ¡Y QUE ME FALTE TODO Y NO TENGA NADA, Y ESTEMOS JUNTOS OTR- Julián lo interrumpió con un zape en la cabeza, pronto comenzaron a bailar mientras sostenían una botella en una mano y con la otra se balanceaban al compás de la música.
Parecían ebrios pero si alguien me pidiera presentarlos a un extraño, diría que ya habían nacido así de ebrios.

Enzo se me acercó, poco a poco, sacando los pasos prohibidos me sacó también una carcajada.

— ¡Dale Gio, bailemos! —me tomó de la mano mientras sonaba "No Se Va", me sumé olvidándome de todo y concentrándome en la diversión que veía en sus ojos. Canté con él. Los chicos formaron un círculo y bailamos todos, uno por uno entrando en el pequeño espacio que creaban los cuerpos en ronda. Todos nos reíamos, nos pasábamos los tragos, se notaba en nuestras caras que la pasábamos regio; excepto Lautaro, que estaba sentado en el mismo lugar hace ya rato, con la misma copa llena de vodka puro.

Poco a poco, más caras conocidas se sumaron a la fiesta. Me crucé a Dybala y al Cuti, justo cuando empezó a sonar "Yerba Mala". Los chicos levantaron las manos en señal de derrota y varios se tiraron a descansar en el sillón.

— Linda, estás re fuerte hoy- susurró Emi, rodeandome con su brazo, antes de soltarme para bailar.

La mitad de la canción la bailé con el Cuti, el resto con Julián. Noté su incomodidad cuando otros se acercaban demasiado, pero estaba decidida a pasarlo bien, así que canté a todo pulmón mientras daba vueltas por toda la pista.

— ¿CÓMO OLVIDARLA? ¿CÓMO OLVIDARLA?- canté.

— SI ELLA FUÉ LO MEJOR DEL AMOOR- gritó Juli.

Me reí a carcajadas cuando su voz se quebró y se le escapó un pollo, los chicos casi se atragantan con el vino tinto de la risa.

Bailamos dos canciones más de Rodrigo, y se nos unieron Enzo y el tío Ota en el medio.

Me dejé llevar, disfrutando el momento. ¿Importaba si Julián se enojaba? Si alguno de ellos sentía celos, estaban todos de traje y de fondo cuarteto. Digan lo que digan yo me sentía en el cielo.

— NO LO OLVIDOO NO NO NO NO NO NO LO OLVIDOO NOO- gritaron todos al unisono, excepto Julián y Lautaro, sus ojos estaban fijamente posados en mi.

A lo lejos, noté que la copa de Lautaro estaba medio vacía. Temía que le agarre la pálida y diga boludeces en menos de cuatro horas, así que me acerqué cantando y lo saqué a bailar.

La canción cambió, el reproductor puso "Por lo que yo te quiero".

— NO SABES LO QUE ES TENER QUE ANDAAR ASII, ROBANDOTEE LOS MOMENTOOOS CANSANDOME DE FINGIIR— cantó, parecía más una declaración que interpretación.

No éramos dos bailando. Éramos diez, y yo cantaba con él, obviando que tenía miradas sobre mi más de las que podía contar con los dedos.

— AMANDOTE PARA MIII- lo miré con una sonrisa, finalmente pude ver una mueca asomándose por la comisura de sus labios, por fin una pequeña sonrisa.

— NO PUEDO SONREÍR TRAGANDOME TU AMOOOOR- me hizo dar un giro, su mano tibia sosteniendo la mía, sonreí. Pude ver de reojo a Julián cantando la canción mientras Ota lo sacaba a bailar, por primera vez en la noche, yo no era el centro de su atención. Me sentí libre.

— POR LO QUE YO TE QUIERO- cantamos todos- TENDRÉ QUE CONFORMARME POR LO QUE YO TE QUIERO AMOOR.

Dejé escapar unas risitas. Lautaro se estaba soltando poco a poco pero todos podían sentir la tensión entre nosotros.

Hice gestos para irnos a sentar, en realidad quería descansar luego de una copa de jugo. Tenía la garganta seca después de cantar a viva voz.

— POR LO QUE YO TE QUIERO AMOOR- se oía a lo lejos- HE TERMINADO AASIIII.

Cuando la canción terminó, se escucharon mis pasos por el suelo de mármol de la cocina. Fué breve, el reproductor puso "Lo mejor del amor". Negué para mí misma mientras cerraba la caja de jugo y la guardaba en la heladera.

— Sabía que no estabas tomando alcohol- se escuchó a mis espaldas.

Me voltee, la música retumbaba en mis oídos ayudándome a ignorar la voz.

Con una sonrisa, alcé mi copa con jugo de uva, — ¿Cómo sabés eso?

Negué con una sonrisa mientras se acercaba. Tomé un sorbo, y apenas pude dejar la copa en la mesada antes de sentir sus manos en mis mejillas y sus labios apretando los míos.

Al separarse, escuché susurrar antes de irse, —Porque el sabor y el aliento a uva dulce no lo tiene cualquiera.

Me quedé boba, atónita por un momento, hasta que caí en cuenta de que era él. Lautaro me besó, Lautaro se acercó, me dió un beso y no me ignoró, me habló, bailé con él.
Sus labios habían acrecentado una chispa dentro mío, tenía el corazón a mil por hora.

Regresé a la sala, roja de la vergüenza.

— Linda, bailaste con todos menos conmigo —se quejó Emiliano por encima de la música, esperando que lo escuchara y le diera una respuesta.

— ¡Dame cinco, estoy agotada! —levantó las cejas, mirando a Lautaro a mi lado, y volvió al centro de la pista.

Ambos nos quedamos sentados, yo con mi jugo y él con su vodka puro. La canción cambió a "Mujeriego" y todos saltaban y cantaban al mismo tiempo, cuando se cansaban daban vueltas haciendo el trencito humano.

— YO LA SACO A BAILAR AUNQUE SEA MAYOR QUE YO - gritaron- ¡MUJERIEEEGO!

Me reía al verlos marearse de dar vueltas, casi tiran las botellas y Ota les gritaba que tengan más cuidado con la birra.

— ¡Eh! —gritó Lautaro, a mi lado- ¡Paren un poco!

Cruzamos miradas por un momento y se retiró a un pequeño jardín, no sabía que estaba ahí hasta que lo seguí y me topé con él cara a cara a la luz de la luna entre la oscuridad de la noche y la oscuridad de sus ojos.

La hija de Scaloni © BloomyquoteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora