Hoy era noche buena y había decido llevar por primera vez a Jude a cenar con toda mi familia, llevábamos casi un año saliendo y él ya conocía a mis padres pero la semana pasada le propuse ir a cenar con el resto de mi familia para que los conociera a todos y acabó cediendo.
Acabé de arreglarme y salí del baño encontrándome a Jude viendo su móvil mientras estaba sentado en la cama.
— Amor, ya nos podemos ir — dije mientras cogía mi bolso —
— Dios — dijo levantando la vista de su teléfono y mirándome de arriba abajo — Estás preciosa cielo, ese vestido rojo te queda hermoso
— Tú si que estás guapo, ese traje negro te queda genial — dije mientras me acercaba a darle un pico en la comisura de los labios —
Jude frunció el ceño extrañado, me reí sabiendo el por qué.
— No pongas esa cara — dije riendo — Es que me acabo de pintar los labios y no quiero que se me corra el pinta labios
— ¿Y no me puedes dar un beso en condiciones y luego te retocas los labios? — preguntó haciendo un puchero —
— Eres peor que un niño chico
Jude se rió y se acercó a mí para poder besarme.
— Así sí me conformo — dijo separándose del beso —
— Ah, ¿sí? Pues que sepas que tienes todos los labios rojos — dije riendo —
Cogí una toallita que tenía en mi bolso y comencé a quitarle los restos de pinta labios mientras ambos reíamos.
— Ya está — dije sonriendo —
— Gracias — dijo besando mi frente — Voy a ir llevando la comida al coche
Asentí y me metí en el baño para poder retocarme los labios.
Al salir Jude ya me estaba esperando en el coche.
— ¿Qué canción quieres escuchar hoy? — preguntó mientras arrancaba —
— Déjame ponerte a Duki — dije poniendo cara de bebé —
— No, no, que yo no entiendo nada de lo que dice
— Lo sé amor, pero debes de aprender cultura urbana
Jude rodó sus ojos.
— Vamos, si es como un Central Cee argentino — dije riendo —
— Está bien, haz lo que quieras, siempre me acabas convenciendo
Reí divertida porque sabía que tenía razón.
Estuvimos todo el camino escuchando Duki y yo viviendo las canciones como siempre mientras Jude solo hacía reírse de mí.
— Me duele la cabeza — dijo bajando del coche —
— No seas exagerado — dije seria —
Cogimos todas las bolsas de comida que había en el coche y nos acercamos hacia la entrada de la casa donde nos esperaba mi familia.
— ¿Estás nervioso? — pregunté antes de llamar al timbre —
— Si te soy sincero un poco, pero siento que les voy a caer bien — dijo mientras me dedicaba una sonrisa —
— Les vas a caer genial, sobre todo a mis primos pequeños, te van a estar todo el rato hablando de fútbol
— Estoy deseando de conocerlos — dijo riendo —
Me acerqué a darle un beso y al separarnos llamé al timbre.
— ¡Pasad, pasad! — dijo mi madre mientras que nos plantaba un beso en la mejilla a ambos — Que guapos estáis, llevad las cosas a la cocina