capítulo 5

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Una refrescante brisa impactó suavemente en mi piel al abrir los ojos. -¿Qué es este lugar?- mencioné en voz baja al darme cuenta de que estaba parado al borde de un viejo edificio. -¿Cómo llegué aquí?- Este lugar era completamente desconocido para mis recuerdos. Frente a mí, se podía observar una vieja bahía oculta entre la espesa niebla que pintaba el escenario con un deprimente tono gris, acompañado de silencio fúnebre que permitía escuchar el sutil silbido que provocaba el viento en aquel lugar. A pesar del triste aspecto del paisaje, este era relajante y tranquilo. Sin embargo, rápidamente noté algo que me perturbaba. En ese mismo lugar, en la cima de aquel edificio, justo en el borde a mi derecha, se encontraba sentado un extraño ser. Su piel pálida y sin vida, acompañada de un aspecto delgado y débil, sus largas extremidades lo hacían parecer casi inhumano.

Mis manos, que se encontraban dentro de mis bolsillos, estaban temblando. Desearía que fuera por el frío de la bahía; sin embargo, era provocado por mi evidente miedo a aquel ser. Ni siquiera me atreví a mirarlo fijamente, tratando de ignorarlo mientras se ponía lentamente de pie y se encorvaba para observarme desde mi costado. Sus articulaciones crujían al moverse, como si sus huesos se destruyeran con el movimiento de sus casi inexistentes músculos. Estaba demasiado cerca; sentía su respiración en mi cuello y su profunda mirada que penetraba en lo más profundo de mi alma. ¿Su mirada? ¿Respiración? Parecía imposible. Al observar de reojo, se podía notar con facilidad la carencia de un rostro humano en esta criatura. Sin embargo, su presencia emitía tanto odio que lograba que mi respiración flaqueara. ¿Miedo? Hace años no sentía la presión en mi pecho provocada por un miedo tan intenso.

-¡No es tu maldita culpa!- El repentino y aturdidor grito de la criatura desgarró en lo más profundo de mi pecho, mientras todo se tornaba oscuro de golpe hasta despertar bruscamente con lágrimas recorriendo mi rostro. -Solo fue...- Traté de recuperar el aliento mientras me sentaba al borde de la cama. -... Un estúpido sueño.

Golpeé brevemente mis mejillas tratando de enfocarme y recordar. Estando algo más centrado, recordé a Johan. ¿Dónde estoy? Parece ser una de las habitaciones de la gran casa de Johan. Mientras observaba el cuarto, me di cuenta de las decoraciones aparentemente femeninas de la habitación. ¿Le pertenece acaso a una chica? Solo encontraré respuestas encontrando a Johan. Acaricié mi mandíbula sintiendo un poco de dolor. Ahora lo recuerdo mejor, Johan me golpeó en aquel cuarto dejándome inconsciente. ¿Qué sucedió? Lo último que recuerdo es que mencionó que le siguiera la corriente. ¿A qué demonios se refería?

Algo molesto me levanté de la cama y salí de la habitación. Al salir al pasillo del segundo piso, logré escuchar algunas risas en la planta baja. Por el lugar del que provenían, podía estar seguro de que se encontraban en la cocina. Me dispuse a bajar las escaleras. Mientras lo hacía, recordé aquel sueño que tuve minutos antes. ¿Qué era esa criatura? ¿No es mi culpa? Sinceramente, eso era algo que ya sabía. Terminar casi muerto en ese callejón no era mi culpa. No fue mi culpa ser despreciado por las personas y la suerte desde que tengo memoria, incluso el día que me quedé solo. Evidentemente, no fue mi culpa. Pero, por alguna razón, aún existía una pequeña espina clavada en mi pecho que me señalaba como culpable de todo lo ocurrido. Pero... ¿Por qué? La verdad, ni siquiera yo tengo la respuesta a esa pregunta.

Al llegar a la planta baja, noté a Johan y a una mujer rubia de unos 23 años de edad charlando en la mesa. La mujer era bastante hermosa y refinada. Se notaba simplemente al observar su vestimenta. Su piel no era tan pálida como la de Johan; era un color más vivo y atractivo, unido a un cuerpo voluptuoso y seductor. ¿Quién era ella?

-¡Al fin despiertas, niño!- Comentó Johan al notar mi presencia mientras la mujer volteaba a observarme lentamente.

-¿Así que él es el niño del que me estabas hablando, cariño?- Añadió la mujer tras las palabras de Johan. Ahora estaba claro, era su esposa. Si no me equivoco, lo mencionó hace rato cuando tomábamos el café. ¿Fue ella quien llegó en el taxi? Siendo así, aún no comprendía el motivo por el cual Johan me había golpeado anteriormente.

Sonreí levemente y agité mi mano saludando a la mujer. Ella me respondió con una cálida sonrisa.

-Hola, pequeño. ¿Ya estás mejor?- Dijo con un tono amable y abrazador. A pesar de ser alguien atractiva y refinada, se mostraba ser alguien sumamente amigable y bondadosa, muy diferente a la forma de ser de Johan. Diría que sería casi imposible que fuera su mujer, pero es evidente que se complementaban al ser tan diferentes.

-Mucho mejor, realmente les agradezco- Traté de seguir la corriente del asunto, tal y cómo Johan me había dicho, aunque era claro que aún necesitaba más respuestas posteriormente.

-No puedo creer que en serio Johan te ayudará, no es muy común en él que haga este tipo de cosas- Mencionó la mujer mientras se levantaba de su asiento y se acercaba a Johan, tomándolo del mentón. -Me alegra saber que al fin estás haciendo algo bueno por los demás, cariño- Tras un corto beso entre ambos, Johan dejó escapar una pequeña sonrisa de felicidad. Yo solo pude observar algo incómodo este escenario entre ellos. Tras esto, la mujer se me acercó.

-Me llamo Zoé. Espero podamos ayudarte en lo que necesites. Si mi esposo dice que vale la pena, confiaré en él. Dime, ¿cómo te llamas, pequeño?- Nuevamente esa misma pregunta. Era evidente que no quería responder, así que no pude evitar titubear.

-Mi nombre es...- Inesperadamente, Johan interrumpió.

-Puedes llamarlo Gray, cariño- ¿Gray? Es cierto que le dije que me llamara como él prefiriera, pero ¿por qué Gray?

-¿Gray? ¿Eso no significa gris en inglés?- Mencionó Zoé con un tono confuso en su voz. Y evidentemente, estaba de acuerdo con ella. Era un seudónimo algo ridículo. Era más que claro que poner nombres no era su fuerte.

-Así es, pero él mismo estuvo de acuerdo con que lo llamáramos así, cariño- Mencionó con un tono divertido. Aunque claramente me molestó, no era más que una mentira. Pero en este punto, no podría hacer más que seguir con su extraño juego.

-Bueno, supongo que son cosas de hombres. La verdad, no entiendo nada. Iré a darme una ducha, cariño. Sírvele algo de comer a Gray mientras tanto- Tras mencionar este extraño nombre, soltó una alegre risa. Era evidente que esto le causaba gracia a Zoé y sin decir más, subió las escaleras.

-¿No se te pudo ocurrir un nombre más ridículo?- Mencioné al asegurarme de que Zoé ya no nos escucharía.

-Es un nombre interesante, además pega bastante contigo- Mencionó Johan con un tono burlón.

-Si tú lo dices, dejando eso de lado, ¿por qué me golpeaste antes?- Johan entrelazó sus dedos y bajó un poco la voz.

-Mi esposa no sabe realmente a qué me dedico. Ella cree que trabajo en una empresa que se encarga de distribuir repuestos tecnológicos a la ciudad, lo cual evidentemente es mentira. No quería que nos encontrara en aquella habitación, y menos que te viera asustado, ya que era evidente que lo estabas al presenciar lo que te enseñé. La mejor solución era ponerte a descansar un poco; al despertar estarías más calmado. Le dije a mi esposa que te salvara, lo cual es verdad. Sin embargo, no le conté lo de la ventana. Ella cree que lo hice como un acto de bondad, pero es evidente que no. También añadí que te quedaste dormido por el agotamiento, cosa que también fue mentira- Todo tenía un poco más de sentido, aunque aún me pareció algo excesivo.

-Por cierto, dijiste que el seudónimo Gray pegaba conmigo. ¿Por qué lo piensas?- Pregunté, pensando que era solo una coincidencia.

Tablero de grises tinieblasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora