capítulo 22

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Johan - 19 de febrero, 5:25 p.m.

Es increíble que, después de tanto tiempo de la desaparición de Damián Verjo, aún no se tenga información sobre el asunto. ¿Qué debería hacer? No cuento con contactos suficientes en el exterior como para averiguar si fue enviado a otra ciudad o si se han confirmado encuentros con su descripción. Lo peor de todo es su hijo; tiene una actitud rebelde y podría causarme problemas si no soluciono esto a tiempo. Encargarme de la organización que amenaza a su familia costaría demasiado dinero. Además, según la poca información que he recopilado, suelen operar de manera casi impecable, dar con ellos sería una tarea complicada.

Ojeé los papeles con información sobre los Verjo, esperando unos minutos a que iniciaran las subastas para volver a comunicarme con Gray, cuando inesperadamente mi teléfono sonó.

-Sí, dime- atendí al teléfono.

-¿Oye, Johan, estás ocupado?- preguntó la voz tras el teléfono.

-¿Eh? ¿Sara? ¿Desde cuándo usas este número?- pregunté al darme cuenta de que se trataba de mi hermana menor, quien tenía solo 19 años de edad.

-Tuve que cambiarlo hace poco por... ciertos problemas. Llamaba para decirte que voy en camino, tardaré aproximadamente una hora- mencionó de forma tranquila.

-¿Por qué no me avisaste antes que venías a casa? Sabes que tengo mucho trabajo pendiente en la organización- dije mientras dejaba los papeles a un lado y volvía a la llamada.

-No creo que afecte algo en que te vaya. Sabes que estoy para ayudarte en lo que necesites- sonaba serena como de costumbre.

-Bueno, sabes que no le gusta involucrarte mucho en asuntos de la organización. Eres mi hermanita pequeña, no quiero que te pase nada malo- dije mientras me reposaba en la silla.

-Bueno, como tú quieras. ¿Podrías tenerme algo listo para cenar? No he comido mucho durante el viaje-

Ahora que lo menciona, debería preparar algo, no solo para ella sino también para Gray. ¡Es verdad! Lo olvidaba.

-Oye, Sara, olvidé decirte algo- mencioné mientras giraba mi silla hacia las pantallas de las cámaras.

-¿Qué sucede?- preguntó.

-Hay un chico, un integrante de Draakalp, digamos que es como mi ahijado. Él duerme en tu habitación desde que llegó a este lugar. ¿No te molestaría compartir la habitación con él? ¿Verdad? Te diría que lo cambiaría a la habitación de tu hermana, pero sabes que con el temperamento que tiene, eso no sería buena idea- mencioné, aún sabiendo que accedería. Era una mujer que obedecía mis palabras, no era mucho de discutir en comparación con nuestra hermana mayor.

-Si no tengo otra opción, qué se le podrá hacer. Lo que tú digas, hermano- mencionó en tono tranquilo, como era de esperarse.

-Muy bien, te dejo. Tengo que encargarme de algunas cosas. Te estaremos esperando, Sara- mencioné mientras colgaba el teléfono.

-Hablando de Gray, las subastas ya deben de estar iniciando. Debería llamarlo y preguntar cómo va todo- mencioné para mí mismo mientras tomaba el comunicador.

-Hola, Gray- mencioné apenas encendí el comunicador.

Pasaron unos segundos y no recibí más respuesta que un fastidioso chirrido de interferencia.

-¿Gray? ¿Estás ahí? ¡Responde!- la preocupación me invadió. Si el estúpido de Axel le ha hecho algo, haré que se trague sus propios lentes.

-¡Mierda! ¡Estás enfermo, Axel!- di un golpe al escritorio y corrí a la planta baja a tomar algo de café para relajarme un poco y pensar con más claridad.

Tablero de grises tinieblasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora