lujuria.

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Lujuria: deseó sexual incontrolable y desordenado.

El diablo apacigua nuestra frustración con dulces movimientos que llenan el cuerpo de felicidad.

¿Quienes somos sin deseó? 

Criaturas inertes que solo caminan con razón

¿Quienes somos sin deseó?

Seres reprimidos con pensamientos en blanco

¿Quiénes somos sin deseó?

Amor inocente y engañado.

¿Quiénes somos sin deseó?

No somos humanos.

Porque todo lo que dije es mentira, porque lo que no dije es verdad, porque lo reprimido no es oculto, porque lo deseado no es obsesión.

Porque el amor no es amor sin deseó.



Mi garganta se secó al pensarlo, y a pesar de que trataba con fuerzas de prestar atención a aquella solución de conflictos que Amity trataba de hacer con los niños mi cabeza no dejaba de pensar.

Era eso la primera fase de la lujuria que mi cuerpo ya había experimentado. La había pensado, imaginado, saciado. Me había imaginado, me habia saciado, éramos uno en lujuria, estabas a un paso de completarla, habíamos estado llendo a de a pocos, pero sus palabras de un punto sólido y con mucho sentimiento golpeaba mi pensamiento.

¿Quien era yo para negarme a su calor? Era lo que deseaba, ya no era una santa, ya no quería serlo, no me existía un dilema y me arrancaría esto en la más mínima excusa que tuviera para alejarme.

Me siento incompleta, necesito sus adentros para estar completa, y ella necesita el mio para sentirse satisfecha ¿Quien era yo para negarselo? Negarle el placer de estar completas, ¿Quien era yo para negarme una familia en un futuro?

¿Por que me negaría eso a mí? Ser egoísta es parte de un juego que alguien siempre juega conmigo, y un ser omnipotente no me va a detener de disfrutar de la debilidad divina que me había mandado.

No negaría sus deseos para siempre, sus fantasías quería cumplirlas, ser de su pertenencia para siempre, un compromiso sexual que llega de una exploración mental, un amor no inocente y transparente que promete un compromiso eterno de nuestra alma, porque no es sexo, es placer, placer del uno y del otro, satisfecho de lo que puede hacer.

Y es que aunque mis palabras nunca sean duras, aunque mi boca nunca maldiga, aunque mis deseos más obscenos nunca sean expresados, no significa que no existan, que no desee que ocurran, que no lo vayan a hacer, porque si esto es pecado, no me detendré después de estar segura de lanzarme de cabeza al segundo círculo del infierno, ¿Que puede ser peor?

—¿Le estás prestando atención a los niños?—

Negué—no paró de pensar en lo que dijiste hace un rato.—ella se sonrojo, cuanto daría por ver esa cara pero con un poco más de privacidad.

—¿Estás segura?—

—no creo que sea correcto que no solo te lo demuestre con palabras ahora mismo blight—una sonrisa pícara se asomó en su rostro que un segundo cambio al recibir al quinto grupo de niños conflictivos en sus brazos.

En Casa SantaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora