En Casa Santa

gula

La gula es el sentido de impertinencia transformado en hambre, el regocijo de los demonios enjaulados que gozan de la caída cada vez mas profunda del propio individuo que con hambre de ira, con hambre de vida, con hambre de deseo se atraganta así mismo sin siquiera notar cuando se esta ahogando.

ignorar a amity no era mi mejor solución y sin embargo me quede sin salida, al menos sin un plan, y es que mi poca cordura se iba perdiendo poco a poco, para este punto solo estaba esperando llegar a la habitación y encontrar a una amity molesta

No era para menos, me lo merecía después de todo.

Y aunque mi pensamiento estaba aún procesando la imagen que estaba apuntó de observar, no tenía preparado no encontrar a nadie en la habitación. Mi ceño se frunció automáticamente ¿Dónde puede estar amity? ¿Se retraso en las tareas? ¿Se quedo hablando con vee?

Senti una mano en mi espalda, volteé y ahí estaba, no me miró solo me hizo a un lado y entro a la habitación. —hola. —saludé

—hey.—respondió, no estaba molesta, al menos no lo parecía, solo seria. ¿Debía decir algo? ¿Romper la tensión o algo así? —quiero hablar contigo—menciono mientras urgaba en su maleta

no quería escapar pero, tampoco podía saber si lo iba a aguantar.—yo no...—

—no te estoy preguntando luz.—se paro del suelo como si hubiera encontrado lo que buscaba, y me jalo con ella—vamos.—

Me llevo hasta el patio, se sento en El pasto, el frío de la noche golpeaba mi rostro, y amity no hacía contacto, y sabía que si estaba callada algo ocurría, tal vez estaba pensando lo de nosotras, tal vez ya se dio cuenta quien soy, tal vez...

El sonido de  un encendedor me hizo voltear a mirarla, tenia un cigarrillo en los labios, lo encendía mientras cerraba la cajetilla llena de éstos—¿que estas haciendo? —pregunté

—enciendo un cigarrillo, duuuh—contestó de forma altanera sin soltarlo de sus labios, dio una jalada, fuerte y boto el aire—¿por qué me ignoras? —

—no te estoy ignorando amity, es solo que... —

—no me digas cosas que no son ciertas, por favor, se me honesta por lo que más quieras.—

Asentí, mire sus ojos dorados, vacilaron en sostenerme la mirada, temía, pero no sabía a que, la vi dar otra jalada y supe que debía hablar

—sólo no sé que hacer, hay algo en mi qué no controló y no puedo permitir que salga. —

Asintió—¿que es? —esta vez más seria

Cuando se hablan de debilidades, se sabe de antemano qué estás desnudo de todas las formas posibles, estas débil frente a el peligro, tal vez incluso confiando en él, sus ojos viajaron de mis labios a mis ojos, con un cigarrillo en sus dedos, sus cejas ligeramente fruncidas sus labios cerrados y la luna alumbrando su rostro de manera perfecta, tan perfecta que aun podía notar sus pecas casi invisibles en la oscuridad de la noche; Me encantaba, estaba loca, excitada.

Me aterraba qué mi profecía se cumpliera, vacilé.

Los ojos de amity se abrieron como si una idea golpeara su cabeza, lo sabía, lo había descubierto—ou—dijo con una risita qué se le escapaba de los labios

—ou—repetí, con menos alegría más avergonzada—yo sólo... —se tiro a mis labios, sin dejarme hablar, extrañaba el tacto, lo húmedo y cálido de sus labios, y el sabor a tabaco me pareció más excitante de lo común

—¿todo por la estúpida apuesta? —preguntó al separarse

¿Apuesta? No, no era la por la apuesta, tenía miedo, miedo de mí, pero y ¿si se aleja? Y ¿si se aterra de esto? Y ¿si me deja...?