No dejaba de pensar en porqué la hija de Marcela le pidió algo así. Estrujó su rostro, los nervios estaban haciendo añicos su estómago. Echó la cabeza hacia atrás y cerró los ojos, meditando la petición de Emilie.
Sabía que podía negarse, ignorar la propuesta y rechazar el dinero. Sin embargo, había algo que le impedía hacerlo, un sentimiento de protección maternal que superaba su buen juicio. No tenía opción, se divorciaría para salvar a su hijo. Daría el paso, aunque eso le costara una guerra con Devan.
A través del cristal de la ventanilla del taxi observó a un grupo de empleados pasar la barrera de seguridad de Corporación Delawere, entre ellos iba Abraham Tomson, el supervisor de piso. Parpadeó intentando espantar cualquier rastro de debilidad. No aceptaba que en cuestión de horas pasó de ser asistente a encargada de limpieza. No durmió pensando en cómo se protegería del desprecio de ese hombre.
—Señor, ¿cuánto le debo? —preguntó educada, disimulando su temor a bajarse, estaba intentando hacerse una armadura mental para una batalla que probablemente perdería.
Su suerte no mejoró durante la mañana transcurrida desde su desastrosa visita a la mansión de las brujas Leister. No había podido encontrar descanso porque Tomson no se la puso fácil, en todo el rato no dejó de darle tareas absurdas. Al menos había conseguido tomarse un café, aunque se le revolvió el estómago al enterarse de que el señor García estaba de camino a Los Ángeles, donde iba a quedarse un par de días.
El teléfono móvil sonó en su bolsillo. En el momento de dejar el trapeador en su lugar, se preguntó cuánto tiempo pasaría antes de que Tomson derramara otra bebida "sin querer".
—Hola —dijo una voz grave cuando ella contestó.
—Hola, Devan. —Arrugó el ceño, su estómago parecía desmoronarse.
—¿Por qué no has salido? —inquirió—. Jack y yo estamos en la entrada. Intenta apurarte porque no tengo toda la vida.
—¿Podrías darme media hora? Incluyendo lo que tarde esta llamada.
—Eso sería un no.
—Solo por curiosidad —dijo—. ¿Sabes si es posible limpiar un baño en un minuto?
—¿Un baño? —torció la boca—. ¿Estás bromeando?
—Está bien, quizá no en uno, pero, ¿qué tal cinco?
—No, no es posible. —Su tono había cambiado de formal a serio.
—Eso es bueno. Es realmente bueno que lo sepas.
Devan se acomodó sobre el asiento y sintió la piel de sus manos enfriarse por el aire acondicionado. Estaba bastante seguro de que las obligaciones de ella en la empresa no incluían limpiar.
—¿Qué está pasando? ¿Por qué tienes que asear un baño? —Sospechó que pasaba algo y decidió lanzar todas sus preguntas antes de que ella le colgara..., o peor, le volviera a mentir—, ¿acaso eres personal de limpieza? —preguntó bruscamente.
—Ve y pregúntale a mi supervisor —murmuró ella.
Devan parpadeó.
—Él no te pediría eso... ¿o sí? —preguntó, su voz avanzando lentamente hasta la octava—. ¡Se supone que eres asistente administrativa!
—Antes lo era, sí. Pero estoy pagando penitencia. Trafico de influencias.
—¿Te refieres a un castigo? ¿Conoce ese tipo qué apellido tienes?
Miró por encima de su hombro, peinando su cabello para cubrir su perfil mientras escaneaba el área para verificar que Tomson no estuviera por allí.
—Tengo que colgar, vendrá a revisar en unos minutos.
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Alianza y poder ©
RomanceDevan tiene muy mala reputación, es un hombre solitario y no le demuestra sus sentimientos a nadie. Mara nació en una familia sencilla, se quedó sin dinero y su hijo está en el hospital. La urgencia por salvar al niño la llevó a considerar un matri...