El que juega con fuego puede quemarse

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Las luces estroboscópicas y el humo llenaban la pista y la barra estaba llena de gente. El chico se tropezó con varias personas que le miraron con antipatía durante su huida hacia el baño y cuando por fin pudo cerrar la puerta tras de sí apoyó la espalda en la pared y se dejó caer hasta sentarse en el frío suelo. Todas sus emociones afloraron de golpe, haciendo que rompiese a llorar sentado en el suelo, agarrándose las piernas y escondiendo la cara. No era la primera vez en su vida que había tropezado con personas intolerantes que se burlaban de su forma de sentir, pero lo que le habían hecho esa noche le había dejado destrozado. Había creído que aquel hermoso muchacho de sonrisa perfecta y ojos azules correspondía a su amor... y había sido una cruel farsa...Y todo para alardear de su encanto y burlarse con sus amigos...

Mientras el muchacho lloraba, la puerta de uno de las cabinas se abrió y un hombre delgado salió de ella. Se quitó las gafas de sol y se quedó mirando al desolado muchacho.

- Oye, tienes mala cara... va todo bien?

- Y va el ridículo y dice: "jamás había conocido a nadie como tú, nunca le he dicho esto a nadie, pero creo que estamos hechos el uno para el otro"- el rubio estaba aún en la barra, junto a sus amigos, todos muertos de risa mientras se tomaban una copa tras otra- Y eso que hacía una semana, una semana nada más que le había tirado la caña, jajajaja...

- Mason, colega, no hay quien se te resista... da igual, tías, tíos... es echar el ojo a alguien y conseguir que vaya como un perrito faldero detrás de ti - el hombre que hablaba bebió un largo trago y miró a la chica que pedía bebida en la barra a su lado- Rubia! Deja que te invite a eso!

La chica se marchó, aparentemente sin haberle oído. El tipo centró de nuevo su atención en el protagonista de la hazaña.

- Pero a ver, que nos quede claro, a ti un poco sí te va ese rollo, no? - dijo entre risas- Lo de tirarte a un tío no te atrae ni un poco? No me digas que sólo es por las apuestas...

- Pero que dices, Terry? Tengo yo pinta de b*j*rra? A mí me gustan las bufas, bien grandes ... bueno, en suma, las buenas- los amigos prorrumpieron en más risas- Pero como ya ha dicho Kev, yo puedo hacer que cualquiera se en**ñe hasta las cejas conmigo... es un don que tengo- miró a la barra con una sonrisa- Venga, si me pagáis las copas esta noche, me ligo a quien me digáis de la disco...

En ese momento, alguien pasó por su lado, rozándole suavemente con la cadera. Mason giró la cabeza en su dirección, molesto por la cercanía, y se encontró con la misteriosa sonrisa de medio lado del hombre con más estilo que había visto en toda su vida. Se movía con la elegancia de un depredador, su pelo rojo y su estilizada figura atraían todas las miradas y por el paso seguro con el que se dirigía a la barra, podría haber sido perfectamente el dueño del lugar.

- ¿Qué te apetece, encanto?- la camarera pasó de largo de otros dos clientes que habían llegado antes y fue a atender sonriente al recién llegado.

- Mmmm... me apetece que tengas éxito con ese proyecto en el que tan duro has trabajado y que consigas el trabajo de tus sueños para que nadie te diga que hacer...- repuso con su profunda voz el pelirrojo.

- Eres muy amable... ­- La chica sonrió aún más con un brillo de agradecimiento en los ojos- llevo varios años estudiando y trabajando a la vez y...a veces dudo tanto de que pueda conseguirlo...

- Lo conseguirás. Tienes inteligencia y determinación. Con eso llegarás muy lejos...

La chica de la barra le puso un whisky con hielo y no quiso cobrarle. Mason y sus amigos no podían escuchar la conversación debido al volumen de la música, pero si veían el gesto de la camarera, que había pasado de hosco a lucir una encantadora sonrisa.

Las cosas de Mr Fell y el señor CrowleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora