Tentación solitaria

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Aquí os dejo el relato erótico del reto Eros del grupo de escritura en el que estoy participando. Es el primer fic erótico que escribo del ángel y el demonio (que no el primero que hago) y está pensado como relato corto. Dejo advertencias por si acaso alguien no quiere seguir a partir de aqui, aunque es flojito.



Advertencias: Sexo explícito, masturbación, masoquismo, voyeurismo, lenguaje sexual.

TENTACIÓN SOLITARIA

Aziraphale procuró que sus pasos apenas sonaran en el diáfano apartamento de Crowley cuando traspuso el umbral del cubil del demonio. El ángel se comportaba casi con reverencia al encontrarse en el refugio de su querido amigo, al que nunca habría entrado por considerarlo una invasión de su intimidad de no haber sido por el encargo que el mismo le había realizado meses atrás.

- Toma las llaves de mi apartamento. Últimamente, el infierno está más alterado que un avispero en verano, y están mandando a todo el mundo a realizar tentaciones a diestro y siniestro- le había dicho una tarde en el parque, mientras llevaban guisantes a los patos- He probado a gritarles a las plantas secas, pero no he conseguido que se dignen a revivir, así que si puedes pasarte a echarles algo de agua de vez en cuando...pues estaría de fábula – dijo sin darle importancia, atinando con puntería envidiable a un pato con un guisantazo en el colodrillo.

- Así lo haré, Crowley – el ángel, apiadándose de las pobres plantas, aceptó las llaves- Pierde cuidado.

La conversación volvía a la mente de Aziraphale mientras se dirigía a la cocina en busca de una regadera o algo similar, que esperaba encontrar allí, cuando escuchó algo extraño. El ángel prestó atención un momento. Estaba seguro de que Crowley no se encontraba en su casa, por lo que seguramente había oído mal. Debían haber sido los vecinos, o las tablas del suelo, quizás... Si, seguramente eso habría sido. Caminó hasta la aséptica cocina y buscó bajo el fregadero. Encontró un cubo de plástico y un pulverizador. Bueno, menos era nada. Se irguió y colocó el cubo bajo el grifo del fregadero, tarareando una cancioncilla.

Entonces volvió a oírlo. Un gemido. Y venía de la habitación. El ángel se paró en seco. Se suponía que Crowley no estaba en casa, pues quedó en avisarle sin falta cuando volviera de su último trabajo... y no lo había hecho. Pero Aziraphale reconocería ese tono en cualquier lugar de la tierra, el cielo o el infierno. Y desde luego que era él.

Sintió como un calor abrasador que nada tenía que ver con la temperatura de la casa se extendía por su pecho y su rostro. Crowley no le había dicho que había vuelto porque estaba muy ocupado con otra persona en su cuarto. Con un golpe seco, dejó el pulverizador en la encimera y giró sobre sus talones en dirección a la puerta. Desde luego, podía irse al cuerno... que le importaba a un ángel como él que un demonio lascivo fornicase con quien quisiera...no era de su incumbencia, ni siquiera se caían bien...

Un nuevo gemido, prolongado y hondo, le dejó como clavado al lugar en el que se encontraba. La sensualidad de aquel sonido hizo que algo se revolviese en el interior de su bajo vientre. Sus rodillas se aflojaron, y como si sus pies tuviesen voluntad propia, le encaminaron por el pasillo en dirección a la más íntima de las estancias de la casa, el sanctasanctórum del demonio, su dormitorio.

El pasillo le pareció muy largo, y los jadeos que provenían de la habitación tenían la facultad de torturar sus nervios. No quería ver como su demonio gozaba del sexo con un desconocido... no creía que fuese capaz de soportarlo, pero igual que el vértigo del abismo atrae morbosamente hacia su caída, así el ángel se sentía atraído hacia aquella estancia como una polilla a una llama.

La puerta estaba entreabierta, y Aziraphale se situó de modo que quedase oculto por ella. Por la misma un aroma salvaje y cálido a la vez, como de bosque al atardecer, parecía deslizarse en su dirección, envolviéndole como los brazos ardientes de un amante. Tenía los ojos cerrados. No quería verlo. Sin embargo, no podía aguantar la incertidumbre. Los abrió un instante.

Y su corazón dio tal vuelco que creyó que Crowley lo había escuchado sin duda alguna.

El demonio estaba en la habitación, sobre la cama. Sus alas de negra seda enmarcaban su elegante figura, desnuda a excepción de un arnés de cuero negro y un collar que aprisionaba su esbelto cuello. Crowley se acariciaba mientras se movía con la voluptuosidad de una sacerdotisa del placer, de rodillas sobre el raso rojo de la colcha que adornaba su cama, gimiendo en una escala de barítono que iba desde ásperos gruñidos hasta sensuales jadeos. A veces de sus carnosos labios salían palabras inconexas, exclamaciones, plegarias quizá, o tal vez el nombre de aquel que miraba. La piel blanca de su cuerpo, remarcada por el apretado cuero negro, parecía de mármol, esculpiendo sus formas con una intensidad barroca que parecía insinuar de donde el casi divino Miguel Ángel había sacado su inspiración. Las plumas negras, contrapunto penetrante a su dermis, se erizaban a intervalos, al compás de las ráfagas de placer que experimentaba el demonio con sus lascivas caricias. Ante la cama, un gran espejo con marco liso de acero cepillado, mostraba en su totalidad el otro lado del cuerpo del demonio. Crowley se miraba en él, y a través del espejo Aziraphale pudo ver como con la mano derecha manejaba con severa firmeza su sorprendente miembro, bifurcado en la punta, mientras que en la izquierda sostenía el mando de un vibrador.

Crowley echó la cabeza hacia atrás y gritó a pleno pulmón al subir de golpe la intensidad del aparato que golpeaba su interior hasta hacerle casi enloquecer. Y es que en las fantasías del demonio no era aquél artilugio lo que le estaba llevando al delirio del clímax, sino la hombría del único que había sabido ver más allá del fuego y el azufre que cubrían su alma blanca. Sus manos se crisparon al tiempo que sus alas se desplegaban en toda su envergadura y mientras batía las mismas, descargó su semilla, acabando con un prolongado "Aziraphale!!!!"

Las cosas de Mr Fell y el señor CrowleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora