Destino Entrelazado

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El aroma dulce de las flores del jardín perfumaba el aire mientras observaba la tarde caer sobre Nazaret. Los rayos dorados del sol acariciaban las paredes de la modesta casa en la que vivía. Me recosté en el alféizar de la ventana, observando el bullicio de la calle y permitiendo que mis pensamientos divagaran.

En la esquina, José conversaba con un grupo de amigos. Su sonrisa sincera y sus gestos amables siempre llamaban la atención. Sin embargo, mi corazón se resistía a aceptar lo que el destino parecía haber trazado para nosotros. Un matrimonio ya arreglado, un futuro que no había elegido.

Suspiré, dejando que el viento acariciara mi rostro. Mi mente regresó a los recuerdos de nuestra infancia, cuando nuestras risas resonaban por los campos y nuestras travesuras llenaban los días de alegría. Pero el tiempo había marcado su rumbo, llevándome hacia un sendero que no anhelaba recorrer.

El rumor de que pronto seríamos formalmente comprometidos ya se esparcía por el pueblo. Las miradas curiosas y los susurros a mi paso se habían vuelto constantes. La presión social y las expectativas pesaban sobre mis hombros, mientras mi corazón luchaba por encontrar su propia melodía en esta historia ya escrita.

El sol se ocultaba lentamente en el horizonte, tiñendo el cielo de tonos anaranjados y rosados. Cerré los ojos, buscando respuestas en el silencio de mi interior. ¿Cómo aceptar un amor impuesto? ¿Cómo hallar la felicidad en un destino que me era ajeno?

La noche caía sobre Nazaret, envolviendo todo en su manto oscuro. Mañana, un nuevo día traería consigo decisiones que determinarían mi destino, un destino donde el amor y la libertad pugnaban por encontrar su lugar en esta historia ancestral.

Antes de CristoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora