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┊╰ capítulo diez ‧₊



     Me había despertado pero no quería abrir los ojos, sentía unos brazos alrededor de mi cintura y una cabeza apoyada detrás de mi cuello

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     Me había despertado pero no quería abrir los ojos, sentía unos brazos alrededor de mi cintura y una cabeza apoyada detrás de mi cuello.

Los rayos de sol ya atravesaban la ventana con fuerza. No me quería levantar, quería quedarme así toda la vida, me sentía tan cómoda y en paz.

Estaba tan concentrada en mi, que a penas podia escuchar el tenue y molesto sonido de una alarma que no era mía.

Sentía como Oakley se movía detrás de mi, quito sus brazos de mi cintura y agarró su teléfono y se lo acercó a la oreja.

—¿Diga?. —se sorprendió cuando la alarma no le contesto.

—Tonto. —dije entre risas— Es una alarma, no te están llamando. —le quite el teléfono para apagar su alarma, el pobre seguía muy dormido.

Escuché como comenzó a reírse por lo bajo detrás de mi. Volvió a enrollar sus brazos a mi alrededor para acercarme más a él. Desde su teléfono pude ver la hora, marcaban las once y media.

—Oakley. —Le llame— ¿Hoy tienes algún compromiso?.

—Mmm... —Estaba más dormido que despierto— Creo que si, luego le pregunto al otro. — Refiriéndose a su manager.

—Deberías de llamarlo ahora, no vaya a ser algo importante. —le agite el hombro para que se despertara por completo.

—Bueno, pásame le teléfono. —se lo pase.

Oakley se estrujo los ojos cuando la luz al máximo del teléfono le dio en los ojos, busco durante unos minutos el contacto de su manager hasta que lo encontró y marco su numero.

Yo me levante de la cama, estaba dispuesta a hacer ese esfuerzo y hacer el desayuno, café y unas tostadas con beicon. Mientras esperaba a que el café se hiciera me fui a lavar la cara y los dientes.

Apunto de servir el café sentí como unos brazos me rodeaban por la cadera, me di la vuelta para quedar cara a cara con Oakley. Nos besamos, era un beso de cariño, aunque bajo sus manos hasta mi culo y lo apretó con ganas.

—¿Y si te como a ti de desayuno?. —me agarro de las caderas y me sentó en la encimera para llegar a su altura.

—Te diría, que deberías de haber tenido suficiente con lo de anoche. —le bese.

Él comenzó a bajar los besos por el cuello, besos húmedos y que sin duda dejarían marca. Yo ya me estaba calentando y sentía que la cosa iba a llegar a mas, pero entonces el sonido de las tostadora me sobre salto, arruinando completamente el momento.

Oakley redirigió sus besos hasta mis labios, se separó y se quedo un rato contemplándome, él y yo en esa cocina, haciendo contacto visual, como dos amantes que no se habían visto hacia mucho tiempo.

—¿Llamaste?. —puse mi mano en su pelo y comencé a hacerle mimos, él cerro los ojos.

—Pues si. —suspiro, yo fruncí el ceño— Me ha dicho que tengo que hacer un viaje, a Francia, es por negocios. —explico.

—¿Por cuanto tiempo?. —me cayo por sorpresa aquella noticia.

—Creo que me dijo que por dos semanas. —no dije nada— Reina, este viaje lo tengo que hacer si o si, lo he aplazado ya muchas veces esperando a que te dieran alguna semana libre o dos.

Yo ya este mes no tenia semanas libres, además, las semanas que me tocaba estar libre el mes que viene mi mamá y mi abuela de visita, por lo que no podía ir con él.

—Pues no lo se. —mire al suelo— Este mes ya no me quedan y el siguiente mes vienen mi mami y abuelita a verme, y a conocerte a ti también.

Él estaba en una posición difícil, no llevábamos mucho tiempo de noviazgo, por lo que el echo de que se vaya a ir unas semanas no creo que sea tan duro, no al menos para mi, pero al parecer para él si.

Por otro lado podía notar su preocupación. Desde que empezamos a salir, Oakley venia al club al menos tres veces por semana, con todos sus guarda espaldas para asegurarse de que nadie se pasara más de lo debido con su ahora novia. Tener una novia stripper no era precisamente un lujo.

—Escúchame. —llame su atención— Vete porque es un viaje de trabajo y yo no puedo acompañarte, haremos llamada todos los días y te avisare de cualquier cosa. —él asintió.

—Tambien mandare a algunos de mi equipo y a algunos guardaespaldas para que te cuiden mientras yo no estoy.

—Antes de estar contigo yo iba y venia del club sola, a altas horas de la madrugada, estaré bien.

—Me da igual, tu siempre vas segura, pero a parte de las plegarias de Mikaela a la Virgen María, tendrás a mi gente cubriéndote las espaldas. —estaba muy seguro de su decisión.

Aun no se había ido y ya lo echaba de menos, tengo mucha suerte.

—Creo que podrás desayunar lo que tenías pensado.

Insinué pícaramente. En su cara se pinto una sonrisa de oreja a oreja. Me cargo y me llevo hasta la habitación.



 Me cargo y me llevo hasta la habitación

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stripper. central ceeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora