CC || ❝ Quien coño diría que una bailarina exótica fuera lo más parecido a una diosa que he visto en mi vida ❞
-Historia 100% mía, no se aceptan copias y/o adaptaciones.
-Contenido sensible, no apta para menores.
-Con esta historia NO prentendo sexu...
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Antes de poner rumbo al backstage, él me agarró del brazo y se acercó.
—No me has dicho como te llamas, de algún modo tendré que agregarte —refiriéndose a cómo me agregaría en su teléfono.
—Me llamo Corvina —pensé que diría algo malo sobre mi nombre de lo raro que era.
—Corvina... me gusta tu nombre, es único —eso me gusto bastante, este hombre sabía como tratar a una mujer.
—Y a ti ¿cómo te llamo? Porque me da mucha pereza que cada que hablemos te tenga que llamar Central Cee —Sonreí.
—Puedes llamarme como tú quieras, Central Cee, Cench o Oakley.
—¿Oakley? —nunca había escuchado que alguien le llamara así, siempre que estaba en el club escuchaba como sus amigos le decían Cench.
—Oakley es mi nombre —pues en verdad no le pegaba nada, pero si él quería que le dijera así, le diré así.
—Pues entones, ya nos veremos, Oakley.
Pero Luego de eso ya si que me fui directa al backstage. En mi cabeza los sucesos anteriores estaban repitiéndose una y otra vez, casi como un disco rayado, aún mi cabeza los estaba procesando.
Al instante que me volví al backstage estaba en blanco, las chicas me miraban con una sonrisa y tragándose todas las preguntas porque vieron como yo estaba disociando todo en estos momentos.
Algo dentro de mi hizo 'click' y por fin volví a la realidad, eso fue lo necesario que me hizo comenzar a pegar gritos de emoción por todo el backstage, todas las chicas se pegaban a mi mientras saltaban de felicidad conmigo, ellas se alegraban por mi, las adoro.
Mikaela junto con otras dos chicas acaban de volver al backstage después de su presentación, ellas sin saber absolutamente nada también se unieron a nuestro momento de felicidad.
Momentos así me daban la vida. Cuando ya todas estábamos calmadas comencé a explicar lentamente todo lo que había pasado, obviamente todas me bombardeaban a preguntas una detrás de otras y yo con paciencia las contestaba.
Nuestra jornada de trabajo había llegado a su fin por hoy. Mikaela y yo nos subimos al auto, ambas estábamos muy cansadas.
—Te veo muy contenta —me confesó Mikaela mientras se ponía el cinturón.
—Porque estoy muy contenta —admití—, es decir, es la primera vez que voy a tener una cita desde que termine con Matthew.
—Eso significa que si que estás muy contenta, es la primera vez que lo mencionas desde hace meses —me dijo eso y yo no pude evitar sonreír.
