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┊╰  capítulo once ‧₊


     El resto de la tarde lo pase tranquila, Mikaela llegó y se fue terriblemente cansada a la cama apenas piso la casa

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     El resto de la tarde lo pase tranquila, Mikaela llegó y se fue terriblemente cansada a la cama apenas piso la casa.

Oakley se había ido, se le notaba preocupado y algo decaído porque no iría con él, sin embargo intento que no se notase.

—Ven. —me llamó Mikaela— Vamos a hecharnos una siesta juntas. —hizo un perezoso gesto.

Todo se lo contaba a Mikaela, esto no sería la excepción. Tras una larga charla de opiniones bien argumentadas y profundos consejos, no acabamos durmiendo las dos juntas en su cama.

Sentía frío, me abrazaba a mi misma y me acariciaba los brazos para poder sentir algo de calor, cosa que fue muy difícil. Entre abrí los ojos y todo se veía oscuro. Algo me pateo con mucha fuerza en la cadera, me caí de la cama, por estos motivos compartir cama con Mikaela era una misión imposible.

Me quede un rato en el suelo, mirando a la oscuridad que llenaba la habitación hasta que a mi mente solo se lo ocurrió nombrar a mi novio. Me levante de golpe, me maree un poco, en el reloj de la mesita de noche marcaban las cuatro de la mañana.

Arrope como pude a Mikaela y me dirigí hasta mi habitación. Me tire en la cama pero ya no podía dormir, cerraba mis ojos pero simplemente no había manera, ya me tenía que quedar despierta, pero al menos intentaría estar despierta.

Corrí hasta el escritorio de mi habitación y busque entre los cajones, sacando una agenda suave de azul marino. Me senté, tantee mi mano sobre la mesa causando que se cayeran algunas cosas y finalmente encontrado el botón que encendía la lampara.

Aquella era la agenda de Oakley, según las experiencias de Mikaela y mías, era que los hombres viajaban por trabajo siempre acaban de alguna manera o otra siendo infieles, entonces me apuntaría absolutamente todo lo que Oakley haría allí, todas las horas de cada actividad, toda la gente con la que se vería, absolutamente todo.

[ ... ]

En la mañana me puse en marcha a la casa de Oakley, estaríamos juntos toda la mañana y por la tarde me llevaría al club, se quedaría un rato y sobre las doce y media se iría a coger el avión, que salía a las dos.

—Estas preciosa. —reacciono al verme, coloco su mano en la cintura para hacerme pasar.

—Yo siempre estoy preciosa. —presumí, él me agarro del cuello y me beso.

—Hoy soy todo tuyo. —sonreia mientras se sentaba en el sofá.

—Obvio que todo el día serás mío. —me sente encima suya— Es lo minimo que merezco porque te vayas.

Envolvió sus manos alrededor de mi cintura, apretándola delicadamente.

—No es por nada, pero te voy a hechar de menos cuando me vaya. —se sincero.

stripper. central ceeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora