015

747 59 3
                                    



VOTA Y COMENTA
┊╰  capítulo quince ‧₊



     Después de la última vez que nos vimos me quedé con muchas dudas, Matthew estaba en el club por negocios, pero a la vez tenía cosas que discutir con Michael, la curiosidad me invadía

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

     Después de la última vez que nos vimos me quedé con muchas dudas, Matthew estaba en el club por negocios, pero a la vez tenía cosas que discutir con Michael, la curiosidad me invadía.

—Matthew.

—¿Como estás querida?

—Pues hace poco estaba bien —me volví hacia la barra y le di un sorbo a mi copa—, ¿Aún estás con tus negocios?

—No, ya los he acabado.

—¿Entonces porque sigues aquí?

—Digamos que me verás más seguido por aquí —se sentó justo a mi lado en la barra—, he comprado el local —soltó sin más. Tragué en seco, esto no era posible—. Bueno, en realidad, solo parte del local, a este sitio le vendrá bien un toque de mi visión —ojeó el lugar—. Nunca me ha gustado ese sofá —señaló el sofá rojo de terciopelo situado cerca del escenario.

—No es cierto, Michael no sería capaz de aceptar ese dinero, y más viniendo de ti —intenté auto convencerme de que no era cierto, pero en realidad tenía sentido.

—Corvina, lo que pasó entre nosotros, se quedó en el pasado, tú eres una persona diferente, yo soy diferente, he ido a terapia, ya se controlar mi ira —comentó—. Si me odias, es cosa tuya, pero ahora que yo también soy dueño de este club no quiero que nos llevemos mal.

—Es muy tarde para eso.

—Lo sé, pero solo quería que lo supieras.

—Ya —contesté con desinterés. Mire el reloj de la pared, faltaban diez minutos para mi presentación. Dejé mi copa sin terminar y me levanté—, al menos si estás aquí intenta no estar muy cerca de mi —y sin más me fui.

Empezaba el espectáculo, empezaba lo bueno, empezaba el final. Todo oscuro, el frío de la barra hizo contacto con mi piel cálida, pegándose como pegamento a papel. Mis manos se agarraban a lo alto del mástil, mis dedos aferrándose con fuerza para poder levantar mis piernas. Mis pantalones cortos de subieron más, apretándome un poco la parte del muslo, pero ya era costumbre.

Entre la oscuridad podía reconocer los brillantes aros de diamantes de Mikaela, junto con toda su joyería, que simplemente la hacían notar. No me explicaba como había llegado al club si solo teníamos un auto el cual lo había usado yo, y Mikaela no controlaba mucho el tema de los trenes, lo más seguro era que había venido solo para poder ver como me iba después de un tiempo.

Las luces se encendieron, iluminando mi piel cubierta de iluminador, brillando como una estrella. Los aplausos no faltaron, y sin ni siquiera pasar un minuto en el escenario los billetes me comenzaron a llover, la cara de la reina en cada uno.

stripper. central ceeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora