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┊╰  capítulo diecisiete ‧₊
    


     Me quedé inmóvil en mi cama, todo había pasado muy rápido y no estaba segura de lo que pensar, ni siquiera podía sentir algo en específico

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     Me quedé inmóvil en mi cama, todo había pasado muy rápido y no estaba segura de lo que pensar, ni siquiera podía sentir algo en específico.

Hacía dos meses que intentaba no volver a sentirme vulnerable por él, dos meses en los que día a día me esforzaba en no pensar en él, dos meses esforzándome por no extrañarle; para que luego al venir a casa me encuentre diez ramos de flores de su parte y justo después recibir una llamada por parte de su ahora novia.

Miraba a la nada, pensando simplemente en el ser humano, como podemos respirar, como podemos pensar, en cómo podemos hacer las cosas que hacemos, simplemente en cómo existimos, el cómo sentimos, como somos capaces de sentir tanto dolor hasta el punto de llegar a creer que no podemos respirar, que tenemos que morir.

Tenía ganas de vomitar.

De repente los días eran cada vez más largos y más pesados, no me fijaba en el tiempo pero solo sabía que pasaba muy lento. Semana y semana volviendo a tener llamadas perdidas de Oakley y de su manager, mensaje tras mensaje que no contestaría, flores que acababan en la basura o bombones que Mikaela se quedaba.

Nada era como antes no volvería a serlo, eso había que aceptarlo, aunque hubiera preferido ingerir esa realidad de otra manera.

Siempre dicen que de amor no se muere, pero esa persona no me conocía a mí, seguía respirando pero sentía que mi espíritu había abandonado mi cuerpo, había caído en depresión.

—Tienes que ir al psicólogo, no puedes seguir así —Mikaela advirtió mientras veía como guardaba la comida de hoy en un tapper—. Incluso estás dejando de comer.

Todo lo que salía por la boca de Mikaela era cierto, no me sentía bien, había dejado de comer, de salir, todos mis días se pasaban como en modo automático, del club a casa y de la casa al club, así eran todos los días. Tenía que volver a recuperarme, ¿pero como lo haría?

Me negaba a ir a un psicólogo, dudaba que me entendiera o que me pudiese ayudar. Desde pequeña no creía en los psicólogos, nadie en mi familia lo hacía, esas cosas eran para los locos ¿Quizás yo estaba loca? Mikaela insistía mucho en que fuera a alguno, decía que si no funcionaba pensaríamos en otra cosa, pero no sabíamos con qué.

—¿Cómo te sientes hoy? —la psicóloga preguntó con la voz calmada mientras acariciaba la página en blanco de su cuaderno.

—Me siento mal, pero ¿Qué puede hacer usted que no me haga sentir mal?

—La respuesta no está en mí, yo puedo ayudar en el proceso, pero la única persona que puede hacerte sentir mejor eres tú misma —con el bolígrafo comenzó a apuntar en el cuaderno—. Comencemos por el inicio.

Me costó abrirme con aquella mujer, el dolor en mi garganta al pronunciar cada palabra me hacía creer que no podía, pero después de unos diez minutos la sentí cercana, comencé a contarle absolutamente todo lo que había pasado estos años, sobre todo este último año. Mis lágrimas no tardaron en aparecer, aún no me podía creer que ya había pasado un año y seis meses desde que conocí a Oakley: un año y seis meses después que le conocí, un año y dos meses desde que comenzamos nuestra relación, cinco meses desde que por primera vez lloré por él y dejé de hablarle, cuatro meses con seis días de contacto cero.

No me sentía mejor después de la terapia, pero sentía que tenía menos cargas, después de todo ya me había quedado sin lágrimas. Volví a casa y lo primero que hice fue irme a dormir, de alguna manera tenía que matar el dolor.

—¿Quieres un poco de sopa? —Mikaela llevaba semanas intentado que volviera a comer, pero había dejado de tener apetito.

—Solo un poco —esta vez lo intentaría por ella, tenía que ponerme mejor.

—Está bien, ya te sirvo —se escuchaba de fondo como encendía la estufa y colocaba la cacerola para calentarme la cena.

—Mikaela, quiero dejar de sentirme así —me sincere—. Me siento como un desperdicio.

—Claro que no lo eres —se sentó a mi lado y me agarró con fuerza de la mano—, estas pasando solo por un mal momento, pero yo te ayudaré a que mejores —me sorprendía la paciencia tan grande que estaba teniendo Mikaela conmigo.

—Creo que debería de ir a visitar a mamá a Irlanda, la última vez funcionó —Mikaela sonrió animadamente.

—Si, si, si —me abrazó—, es una buena idea, María tendrá mano dura contigo y verás como en menos de tres días vuelves a ser tú misma —mamá siempre me ponía los pies en la tierra— ¿Cuando te vas?

—Está noche buscaré el pasaje de tren más próximo y me iré —encendí mi teléfono y avisé a mamá de que la iría a visitar—. Tendré que hablar con Michael, pero da igual lo que me diga, me iré de todas formas.

—No creo que te diga nada, está siendo muy bueno contigo desde que metió a Matthew en el club.

—Si, eso me jodio bastante.

Con Matthew las cosas estaban en un punto medio, no voy a negar que seguía teniéndole rabia , pero se iba apaciguando cada vez más, incluso podíamos tener charlas sin que me dieran ganas de arrancarle las uñas.

—¡La abuela está eufórica de que vengas a vernos! —se escuchaba a mamá desde el otro lado del teléfono— ¡No ha parado de cocinar en todo la noche tus comidas favoritas! —tendría que obligarme a comer todo, no era capaz de despreciarle la comida— ¿Cuando llegas? —preguntó finalmente.

—Estoy aún esperando el tren, pero supongo que llegaré en cinco horas aproximadamente —mire la hora, el tren llegaría en cinco minutos—. Mamá te llamo cuando esté cerca, el tren llegará pronto.

—Si, si, avísanos de cualquier cosa, estaremos muy atentas a todo —nos despedimos y colgué.

Este viaje sería para conectar conmigo misma, Oakley me había amargado la vida estos últimos meses, no ha habido ni un momento de cada día desde nuestra despedida en el que no hubiera pensado en él, eso me mataba.



     Este viaje sería para conectar conmigo misma, Oakley me había amargado la vida estos últimos meses, no ha habido ni un momento de cada día desde nuestra despedida en el que no hubiera pensado en él, eso me mataba

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stripper. central ceeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora