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Unos fuertes golpes en la puerta de la habitación fueron los que despertaron al demonio, este se talló los ojos y acto seguido se colocó las gafas, aquellos golpes en la puerta habían logrado llamar su atención pues no solía recibir visitas, se levantó de la cama y caminó con cuidado, tanteando el terreno de su dormitorio, todavía estaba desorientado por la siesta y que en su cuarto no hubiese luz o ventana alguna solo dificultaba el camino a la entrada, bordeó la cama con parsimonia, no fue hasta que escuchó otro golpe en la puerta que los engranajes de su cabeza comenzaron a funcionar, estaba en su cuarto, en su casa, por lo que alguien se había colado en su hogar para perturbar su sueño, ¿Quién diablos quería molestarlo ahora? ¿por qué? ¿Qué fue lo último que pasó? no lo recordaba, con todas aquellas dudas en la cabeza el demonio abrió la puerta, provocando que no solo la cegadora luz del día lo golpease, sino también la realidad.

Frente a el se encontraba aquel pequeño ángel, Crowley estaba seguro de que le sacaba un par de cabezas como mínimo, llevaba el pelo recogido en un pequeño moño bajo y ya no vestía aquel ridículo traje de policía, ahora llevaba un traje vintage en colores crema,  ahora si parecía humana.

-Señor Crowley que bien que esta vez haya despertado.- La entusiasmada voz de la chica lo sacó de sus pensamientos.

-¿Qué haces TÚ aquí? ¿en MI casa?- El demonio exclamó con autoridad haciendo que la contraria retrocediera un par de pasos.


-Emmm, v-vine a ver si estaba bien, la última vez que lo vi se fue muy triste de la librería después de su conversación con el arcángel supremo.-

Crowley cerró los ojos con fuerza tambaleándose hasta quedar apoyado en la pared, todos los recuerdos se agolparon a la vez en su cabeza, respiró profundamente intentando poner orden a aquellas imágenes y palabras que rondaban por su mente y se maldijo a sí mismo por seguramente haber pasado las últimas horas bebiendo ya que su cabeza no era capaz de recordar con exactitud lo que había sucedido, solo una cosa le había quedado claro, su ángel lo había abandonado.

 -¿Señor Crowley? ¿se encuentra bien?- El demonio abrió nuevamente los ojos y dió gracias por siempre llevar puestas sus gafas, no quería que aquel estúpido ángel lo viese con los ojos llenos de lágrimas que amenazaban con salir, no quería reabrir las heridas que seguramente surcaban su rostro por haber estado llorando anteriormente, una vez más maldijo a dios internamente, sin duda la idea que más odiaba de aquel que alguna vez fue su señor era la de que los ángeles llorasen agua bendita y odiaba todavía mas que aquello no hubiese desaparecido después de su caída pues cada vez que una lágrima traicionera se escapaba de sus ojos su piel ardía y dejaba unas feas cicatrices durante días, por eso después de haber pasado horas llorando tras la caída se prometió no volver a llorar, aquella promesa había sido incumplida dos veces, la primera fue en el siglo XIX por motivos que no quería recordar pues lo hacían verse vulnerable y como un completo estúpido y la segunda vez estaba seguro que había sido hace un par de noches, una mano en el hombro lo hizo regresar de sus pensamientos, el estúpido ángel se encontraba frente a el con una pequeña taza de chocolate caliente entre sus manos, esta al ver que el demonio había reaccionado le extendió la taza para que la tomase, el demonio la agarró desubicado. -Puede que le ayude, a mi me calma mucho.- La mujer le dedicó una cálida sonrisa.

-Gracias, supongo, pero yo no bebo estas cosas.- Caminó hasta llegar a su despacho sentándose en su trono, la chica lo siguió con cautela, quedándose parada frente a él haciendo que la paciencia del demonio comenzase a agotarse. -¿Vas a decirme por qué estás aquí de una maldita vez?-

-Ya le dije que estábamos preocupadas.- ¿Estábamos? Crowley arqueó una ceja en una pregunta silenciosa que la contraria pareció entender a la perfección.- Quiero decir, Maggie, Nina y yo, estábamos preocupadas por usted, ellas me contaron que no suele ser muy amigable pero que no era normal que pasase tanto tiempo sin venir por el Soho o la librería, pensábamos que le podría haber ocurrido algo.-

I don't forgive you.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora