III

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Crowley se encontraba frente a la librería su mano izquierda sujetaba una bolsa llena de diferentes pastelitos y la derecha sostenía una gran taza de chocolate caliente, se quedó parado en la puerta del establecimiento, por su mente comenzaron a pasar imágenes de la última vez que estuvo allí, ladeó la cabeza en señal de negación y decidió entrar rápidamente para no pensar, fue recibido por el típico repiqueteo de campana, dio varios pasos adentrándose en el local, intentando mantener alejados de sus pensamientos los recuerdos de aquel horrible día donde el ángel lo abandonó.

-Buenos días, en que puedo ayudarl....- La sonrisa de Muriel desapareció en cuanto vió de quien se trataba. -Ah es usted, ¿a qué ha venido? no es bienvenido en esta librería.- La joven se cruzó de brazos en un fallido intento de demostrar autoridad.

-¡Ni tu lo eras en mi casa y allí estabas esta mañana!- Cerró los ojos y respiró con fuerza, había acudido a aquella librería con intenciones de hacer las paces y saber algo más sobre su ángel, no podía volver a entablar una discusión con la morena.- Escucha Muriel, sé que antes he actuado ¿mal? es decir, soy un demonio, actuar mal es mi trabajo y bueno tu eres un ángel, tienes que actuar bien, es normal que choquemos y...- Los penosos intentos de disculpa fueron interrumpidos.

-¿Intenta disculparse?- Muriel sonrió para si.

-No... ósea, si, quiero decir, yo mmmmm, joder, toma.- Se acercó bruscamente a la joven dejando el chocolate y la bolsa en sus manos, Muriel vio con curiosidad el interior de la bolsa para luego mirarlo a el con los ojos brillantes. -Entiendo que te sirvió la disculpa.- La contraria asintió introduciendo uno de los dulces en su boca. -Muy bien, ahora hablemos, cuéntame que ha pasado este tiempo ¿Cómo te ha ido con la librería? ¿Qué pasó después de que me fuese? ¿Cómo te han ido las cosas allí arriba? ¿no te habrán bajado de rango?- El demonio intentaba encontrar la forma de hacer que Muriel hablase de Aziraphale sin tener que preguntar por él directamente.- ¿Gabriel ya no está cierto?-

-Bueno después de que se fueran yo me quedé aquí, encargada de la librería, al principio me costó no vender los libros ya que los clientes se enfadaban mucho y me gritaban, asique decidí cerrar y no, no me han bajado de rango y si, Gabriel ya no está al mando en el cielo, pero eso usted ya lo sabe, sabe que el nuevo arcángel supremo es el señor Fell, no hace falta que disimule, se que no ha venido solamente a pedirme disculpas, él está bien, dentro de lo que cabe, él me mandó cuidar de usted en las últimas veces que he ido a dar mis reportes, estaba preocupado por su desaparición, cuando vuelva le diré que está de regreso.- El pelirrojo sonrió al saber que su ángel seguía preocupándose por él y que este se encontraba en buen estado, aquellas noticias habían sido muy gratificantes para el demonio por lo que decidió divertirse un rato.

-Dime Muriel, ¿Qué cosas de humanos has estado haciendo en este tiempo?-

-Bueno, realmente no he hecho casi nada, visitar a Nina y Maggie y leer, he aprendido muchas cosas sobre los humanos gracias a los libros, ya casi he terminado con la librería.- La joven sonrió orgullosa.

-¿Llevas un año encerrada en esta librería, sin abrirla al público por que no sabes decir que no y solo sales para ir a la cafetería de Nina?- Crowley la miró estupefacto.

-También tomo chocolate.- Muriel volvió a sonreír mostrándole la taza que el mismo había comprado.

-Vámonos.-

-¿Qué? ¿donde?-

-Muriel vas a aprender a vivir como viven los humanos.-

-Pero eso ya se hacerlo Señor Cowley.- La joven sonrió sin comprender.

-No, no sabes nada y no me llames más señor, solo Crowley, ¿queda claro?- El pelirrojo habló con autoridad.

-Si seño... emm, Crowley.- Muriel sonrió al aire, puesto que el demonio ya se encontraba cruzando la puerta para salir de la librería y cruzar la calle, una vez estuvo junto al Bentley miró indeciso a la contraria.

I don't forgive you.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora