XII

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-Aziraphale no puedes seguir así, tienes que hacer algo o acabarán matándonos sus balas contienen fuego infernal.- Comentó Miguel, esta se encontraba recostada en el suelo sujetando con fuerza su hombro herido.

-Están siendo controlados, no puedo herirlos.- Contestó agitado el peliblanco quien cubría a ambos con sus enormes alas.

-A mi señor le encantará recibir vuestras cabezas como trofeo.- Mefistófeles ordenó que sus soldados disparasen de nuevo provocando que varias balas impactasen contra las alas de Aziraphale quien manteniendo su posición defensiva cayó de rodillas por el dolor.

-¡DUERMELOS!- Miguel gritó desesperada.

-Esta bien, esta bien.- El Arcángel Supremo abrió sus alas por completo y se elevó varios metros del suelo. -Dormir soldados.- Su voz sonó autoritaria, extendió su mano al frente provocando que una luz cegadora inundase la sala, cuando esta desapareció todos los soldados se encontraban tumbados en el suelo, Aziraphale descendió guardando sus alas. - Miguel ¿estás bien?- Rápidamente se acercó a ella.

-¡Mefistófeles se escapa!- Aziraphale observó hacia donde Miguel señalaba, viendo como el demonio abría sus alas y se despedía de ellos con la mano, el peliblanco miró dudoso a la mujer.

-Estás herida no te dejaré sola.-

Las puertas de la sala fueron abiertas con fuerza dando paso al ángel Hekamiah quien rápidamente voló hacia ellos.

- Ya no estaré sola, ve tras él.- Miguel señaló la dirección en la que el demonio se había ido.

-Hekamiah avisa al cielo, está herida.- El peliblanco desplegó nuevamente sus alas y se marchó en busca de Mefistófeles.

-Por el amor de Dios ¿Qué ha pasado?- Hekamiah se acercó preocupado a la vez que sacaba un teléfono celestial y enviaba una señal de socorro al cielo. 

-Los guardias me hirieron, el Arcángel Supremo los dejó así.-

-¿Están...?- 

-No, solo los durmió, pero eso no importa ahora, debes ir tras ellos, Aziraphale está herido.- No hicieron falta más palabras, el pelirrojo alzó el vuelo intentando alcanzar al Arcángel. 

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Aziraphale estaba a punto de alcanzar al demonio cuando éste detuvo su vuelo y se dejó caer en picado hacía un enorme bosque situado a las afueras de la ciudad, el peliblanco descendió todo lo rápido que pudo adentrándose en el bosque, comenzó a caminar sigilosamente entre los árboles intentando encontrar al demonio.

-Arcángel Aziraphale, es usssted demasssiado ilussso si piensssa que puede vencerme.- La siseante voz del demonio comenzó a sonar por todas partes confundiendo al peliblanco.

-No quiero pelear, hablemos.-

-Yo tampoco quiero pelear, agradecería que ssse marchassse y me dejassse terminar el trabajo.-

-Jamás, no dejaré que provoques esa guerra.-

-¿Te gussstó mi visssita de antesss?- El demonio comenzó a reír.

-¡Claro que no!- El peliblanco espetó molesto.

-Vamosss Aziraphale no te hagas el sssanto, ssseguro que en tu librería hay masss de un libro prohibido por el cielo ¿Cuántosss hasss leido?-

-¡CALLATE! Yo jamás he leído ese tipo de libros, soy un hombre de dios.- El peliblanco vislumbro una pequeña cabaña de madera entre los árboles. -Con que ahi te escondes.- El Arcángel susurró para sí mientras se acercaba al lugar.

I don't forgive you.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora