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El departamento de He Tian estaba tal cual como el pelirrojo lo recordaba, lujoso y solitario.

Se quedó parado en la entrada apreciando lo que podía ver. Esperaba algún día vivir en un lugar. Sí, era una especie de envidia sana lo que lo agobiaba en ese momento.

He Tian lo observaba mientras cerraba la puerta detrás de ellos. Le parecía gracioso verlo embobado mientras veía su departamento.

—¿Te gusta lo que ves? —le preguntó el moreno sin malicia, el pelirrojo entonces enfocó la vista en él, al moreno le gustaba la mirada de Mo.

—¿A quién diablos no le gustaría? —respondió con una sonrisa irónica—. Siempre quise preguntarte, ¿Cuánto dinero cuesta un lugar así?

—No lo sé.

—Realmente eres un imbécil.

—Te digo que no lo sé, es de mi tío —le explicó rápidamente viendo cómo Mo lo veía molesto—. No lo usa, lo pedí prestado ya que queda cerca de la universidad.

Mo guardó silencio un momento y He Tian no encontró nada que decir, sólo se rascó la nuca mientras buscaba algo en su cerebro sobre lo que podría platicar con Mo, pero no llegaba a nada.

—¿Aún tienes la nevera llena de cerveza?

La pregunta de Mo lo sacó un poco de lugar, "¿Aún quiere seguir tomando?" Pensó He Tian mientras sus hombros caían algo más relajado.

—No creo que sea buena idea seguir tomando Mo. Lo mejor es irnos a dormir y ya.

—Duérmete si quieres dormir —le respondió de mala gana para luego dejar tirada su chaqueta en el suelo de la entrada—. Tomaré algunas.

He Tian lo siguió de cerca viendo como este se adentraba a su casa, sabiendo el camino a su refrigerador.

—Hablo en serio, has bebido tanto que podrías vomitar.

Entonces Mo se giró sobre sus talones, se cruzó de brazos y lo encaró.

—¿Podrías dejarme en paz? —el tono agresivo que uso no pareció caerle bien al moreno—. Te me pegaste como una garrapata en el bar, no me dejas irme a mi puta casa, y ahora quieres decirme que debo o no debo hacer.

He Tian no pudo evitar reírse ante ello, era difícil tomar la discusión en serio cuando ambos estaban borrachos y no paraban de arrastrar las palabras.

Aún así eso solo logró molestar aún más a Mo.

—Olvídalo, soy un estúpido por hacerte caso —entonces Mo empezó a volver sobre sus pasos.

—Hey ¿A dónde vas, Mo Zi? —se siguió riendo mientras seguía a Mo devuelta a la entrada.

—A veces olvido que realmente eres un imbécil —murmuró sacándose las manos del moreno de encima—. a mi puta casa, ¿A dónde si no?

Mo posó la mano en la manilla de la puerta, queriendo abrirla, pero la pesada y fuerte mano de He Tian sobre la suya se lo impidió, ambos quedaron estáticos en su lugar. Mo sentía la respiración del más alto en su nuca, la cercania le quitó el habla.

—No quiero que vayas a casa. O no en este momento.

La voz baja y ronca del moreno se escuchó muy cerca de su oreja, lo que causó un escalofrío que le recorrió el cuerpo, cerró los ojos ante la fuerte sensación.

—¿Y qué es lo que quieres? —se atrevió a susurrar el pelirrojo.

Mo escuchó un pesado suspiro de parte de He Tian.

La mano del moreno alejó la de Mo del picaporte con una delicadeza que inquietó al pelirrojo, la otra subió a su abdomen para hacerlo retroceder y pegarlo a su cuerpo.

—Que te quedes, es todo lo que quiero por hoy.

La sensación de los labios sobre su cuello lo hicieron temblar de gusto. Sabían lo que estaban haciendo, aunque a ratos tambalearán o arrastrarán las palabras al hablar, ninguno de los dos estaba tan borracho como para no sentir como la electricidad del momento los consumía. Mo se preguntó entonces si eso estaba bien.

Inhaló profundo mientras meditaba la situación.

Una noche de sexo y alcohol, nada más.

Esa idea no le desagradaba del todo.

Su mano libre se fue a la cabellera oscura de He Tian y lo obligó a doblarse hasta un punto dónde, en ese incómodo ángulo, pudiera besarlo.

El moreno gimió sobre sus labios, como si le hubieran cumplido un anhelo, se preguntaba a veces si realmente para He Tian la sensación del roce de sus labios era tan buena como para jadear gustoso por ello.

Lo miró cerrar los ojos y dejarse absorber por la sensación de sus lenguas volviendo a saludarse después de tanto tiempo. El calor, el sabor y la humedad no le molestaron para nada. El como la mirada de He Tian se encontró con la suya cuando entre abrió los ojos, como sus pupilas dilatadas hacían ver más oscura su mirada, como la electricidad los recorrió mientras sus bocas se devoraban con hambre.

La mano de He Tian en su abdomen disfrutaba de sentir como el corazón de Mo se aceleraba sobre su pecho, quería tocarlo más, quería besarlo más, nunca había deseado a un hombre en su vida... no, nunca había deseado tanto en su vida a alguien como había deseado a Mo.

Lo apretó más contra su cuerpo rogando por más contacto y más calor.

Un gemido escapó de los labios de Mo cuando He Tian le mordió los labios, el moreno luego le dió un beso suave sobre su tersa mejilla como una disculpa, más no tarda en volver a saltar a sus carnosos labios, y no pudo evitar reír ante eso.

Le gustaba sentirse deseado por un hombre como He Tian.  Le gustaba sentir sus labios y sus manos sobre su cuerpo. Lo placentero de sus caricias y lo necesitado que estaba de su atención, aunque a veces lo saturará con ella.

—Eres como una maldita droga —se mofó Mo sobre los labios del moreno, el gruñido que recibió del moreno fue un gusto a sus oídos.

—¿Adictivo?

—No, nocivo.

El pelirrojo se giró sobre sus talones viendo cómo la confusión y la exitación invaden el rostro de He Tian.

—¿A qué viene eso? —preguntó sintiendo como las manos de Mo recorrían su pecho, subiendo por su cuello lentamente pasando por sus pómulos hasta llegar y enredarse en sus cabellos, volvía a reírse en su cara al verlo derretirse con sus caricias.

Entonces Mo volvió a besarlo con una lentitud y pasión capaz de dejar en blanco la mente de He Tian, quien cerró los ojos por reflejo dejándose absorber por el calor ajeno.

La sensación no era nueva, pero con Mo Guan Shan se sentía diferente. Recorrer el cuerpo robusto de un hombre era como mínimo curioso, era muy diferente del de una mujer, aún así no podía encontrar esa diferencia como algo desagradable. Sus manos gozaban de sentir el cuerpo del bermejo aún por sobre la ropa, aunque deseara arrancarle las prendas que lo separaban de gozar y rozar su piel, debía ir al ritmo de Mo, quería ir al ritmo de Mo.

NOIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora