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Podía percibir un sonido a lo lejos, repetitivo y cada vez más molesto.

Suspiró con alivio cuando se detuvo. Quiso darse la vuelta sobre lo que supuso era su cama, pero no pudo. Lo intentó con más ganas pero al tener nuevamente un resultado nulo se detuvo con cierta molestia, empezaba a sentirse incómodo.

Mo intentó abrir sus ojos, a pesar de que estos parecían negarse a la acción. No podía enfocar la vista y tampoco pensaba en nada en ese momento, se le escapó un bostezo, dispuesto a seguir durmiendo volvió a cerrar los ojos y acurrucarse en su lugar.

Más un quejido a su espalda le hizo volver a abrir los ojos con sorpresa.

Entonces a su mente cayeron cuál cascada los escenarios con el moreno luego de abandonar el bar por la madrugada.

Se maldijo así mismo en ese momento.

Giro entonces su cabeza, alcanzando a ver detrás de su hombro una mata de cabellos negros, fue conciente entonces que se habían dormido haciendo cucharita en el lujoso sofá del living. Y para peor, el era la cucharita pequeña.

Intentó levantarse más el brazo del moreno se apretó más contra su abdomen.

—¡Ya quítate de encima, pedazo de mierda! —le pellizcó el brazo. Entonces el moreno soltó un quejido y lo soltó.

Mo sólo chasqueo la lengua y se enderezó sobre el sofá, estando sentado notó entonces el dolor en sus piernas y en otros lugares de su cuerpo que le daría vergüenza mencionar. Se tronó el cuello tratando de sacarse el maltrato que dormir incómodo en un sofá podía causarle.

Entonces algo cayó en su psique, un pequeño detalle que había olvidado.

—Maldición, la bruja va a matarme —rumió entre dientes mientras se levantaba como un resorte en busca de sus pantalones.

Encontró en el bolsillo su teléfono y al desbloquearlo pudo leer, "jefa, (4) llamadas perdidas" oh, sí, Mo Guan Shan podía darse por muerto en ese momento.

Se enfundó rápidamente en sus jeans, y se desesperó buscando su par de zapatos. Cuando llegó a su camisa notó un olor a sudor bastante sutil, pero que por sutil que fuera le revolvió el estómago.

—Ugh.

Cómo le desagradaba oler mal, pasar dos días enteros con la misma camisa no era auna idea que le apetecía, enfocó entonces la vista en la prenda negra que no se encontraba muy lejos. Era la camiseta que le había visto puesta ayer al animal con el que se había acostado.

Aún así la recogió, aunque la idea no le agradaba mucho, la olfateó.

"Tobacco Oud" escuchó la voz tediosa del moreno en algún rincón de su cerebro. El olor le había gustado, bueno, era mejor que ir oliendo como la mierda por ahí todo el día.

—Bien.

Caminó apresurado a la entrada, estando seguro de cargar su billetera y su teléfono en los bolsillos, tomó su chaqueta abandonada la noche anterior en el piso.

Tomó el picaporte y dió una última mirada a ese enorme departamento, suspiro con pesadez.

—No nos volvamos a ver de nuevo en el futuro.

Y con eso cerró la puerta, dejando dentro todos los errores que había cometido junto a ese sujeto.

Respiró con una extraña ligereza en el ascensor, y sintió el agradable ambiente de la tarde antes de echarse a correr a la estación de metro que estuviera más cerca. Más cuando bajaba las escaleras pudo ver empezar a andar el metro, no pudo evitar chasquear los labios y correr de nuevo escaleras arriba.

—Maldición.

Sí Mo quería llegar a final de mes sin sufrir desnutrición no podía permitirse cosas como tomar un taxi. Así que echó a correr lo más rápido que pudo hasta su sitios de trabajo.

Devuelta a la rutina. Jadeó con pesadez.

Cuando la campanilla del local sonó pudo ver a su jefa salir a toda prisa de detrás del mostrador, la mala cara que traía la mujer lo hizo encogerse de hombros.

—¡Tarde! —le gritó eufórica—. Otra vez.

Más lo que realmente desagradó en ese momento al pelirrojo fue sentir algo viscoso deslizarse y caer por sus muslos.

—Maldita sea —rumió entre dientes.

Su jefa sea restándole frente a todos en ese lugar, pero en lo único que pensaba Mo en ese momento es en lo mucho que necesitaba darse una ducha.

...

Cuando el cielo empezó a oscurecer Mo sintió el alivio de cerrar la puerta de la residencia trás de si. Sólo para volver a fruncir el ceño a distinguir el asfixiante olor del óleo inundar toda la zona común.

—¡MALDITA SEA JIAN YI! ¿¡CUANTAS VECES MÁS TENGO QUE DECIRTE QUE AL MENOS ABRAS LAS PUTAS VENTANAS SI VAS A PINTAR AQUÍ!?

El mencionado pegó un brinco sobre su asiento y se mordió el interior de la mejilla mientras escuchaba los aturdidores gritos del pelirrojo.

—Hmm... No sé, unas... ¿Dos veces? —le respondió con ironía arrugando sus inexistentes cejas.

—"Dos veces" ¡mi culo, maldición! —le sacó el dedo medio para luego moverse a abrir las dichosas ventanas buscando ventilar la habitación—. Nos vas a intoxicar a todos con ese maldito olor.

—Lo sé, lo sé. Perdón, es que ya no soy capaz de distinguir el olor.

—Ya te jodiste el olfato entonces. Bien por tí, imbécil.

El rubio sólo rió tratando de que Mo dejará de darle tanta importancia al tema. Más sólo logró que este frunciera con más enojo el entrecejo.

—Por cierto, ¿Qué putas haces aquí?

—Mientras pague la renta no veo razón para no estar aquí —le respondió de mala gana ante lo que consideró era una obviedad.

—Arg, me refiero a ¿Por qué no estás en el departamento de Zhang?

—Me quedé ahí anoche. Zhang dijo que iría a saludar a sus padres aprovechando que es fin de semana y yo todavía tengo un cuadro que terminar para la exposición de galería del martes. ¿Felíz? ¿También tengo que explicarte en cuántas posiciones cogimos a noche o qué?

—Ugh, paso.

—¿"Ugh"?, "Ugh" el tipo con el que te la pasaste coqueteando toda la noche, eso sí es un completo "Ugh".

—-Dios, ¿Por qué putas te importa?

—Me importa porqué sé perfectamente que esa camisa que traes, es la que tenía He Tian ayer, Mozi —entonces el bermejo apartó la mirada con cierta vergüenza, Jian Yi siguió reprochando sólo para avergonzarlo—. ¿Realmente te acostaste con él? No, olvídalo ¿Para qué pregunto si es tan obvio? Jajaja... caiste bajo Mo Guan Shan. Después de que te la pasabas hablando pestes y quejándote de él todo el día.

—¡Ya cierra el pico!

Jian Yi disfrutaba de ver cómo el rostro del pelirrojo se iba tornando con rapidez de un rojo brillante y como se ponía de los nervios buscando donde meter la cabeza.

—¿Qué tiene? Jajaja, admite de una vez que He Tian entra completamente en el tipo de chicos que te gustan: patanes.

—¡Hey! —le respondió ofendido.

—Oh, vamos. Sabes que no miento, todos los chicos con los que sales son lo mismo, una cara bonita y completamente patanes. Tu gusto apesta Mo jajajaja.

—Dios, ve a qué te metan algo por el culo y de paso muérete, maldito.

—-Lo mismo te digo Mozi —canrurreó mientras se reía en su cara.

Jian Yi ve al pelirrojo arrastrar los pies escaleras arriba y no aparta la mirada hasta que lo escucha pegar un portazo. Entonces suspira profundo y vuelve la mirada en el lienzo frente a él, aún no logra darle la forma que quiere.

—Pobre imbécil —murmura mientras toma su pincel entre sus dedos otra vez.

NOIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora