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¡Oh no Andy!

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¡Oh no Andy!

ANDY, ANDRÓMEDA, MEDA, etc.
Esos eran algunos apodos que su hermano Draco utilizaba con ella. Ambos niños eran muy unidos, siempre se mantenían juntos y se apoyaban el uno al otro cuando papá los hacía sentir mal.

Su infancia no fue muy trascendental. Permanecían en la Mansión Malfoy en Balmoral, Escocia. Sus padres los educaban con buenos modales e inculcaban la supremacía de la sangre, después de todo, son los Malfoy.

A la edad de 11 años llegó para ambos su carta de Hogwarts, aunque esto no les impresionó, sintieron un alivio porque no eran squibs.
Ambos, naturalmente, quedaron en la misma casa: Slytherin. Pero cuando Andy comenzó a revelar un cierto interés al niño Potter, Draco se convenció de que había enloquecido y decidió no volver a dirigirle la palabra a menos que fuera necesario.

«Qué estúpido »

No era secreto que los Malfoy odiaban a cualquier no sangrepura, pero Harry era mestizo y eso no estaba mal. Aparte a Andy no le molestaba juntarse con sangresucia o muggles.
Sin embargo, Meda sabía que era peligroso que su familia se enterase, puesto que Harry había "insultado" a su hermano Draco por no querer ser su amigo en primer año. Además de que había ridiculizado a su padre en la oficina del director a finales de su segundo año.

Era un día cálido. El verano estaba por comenzar y ambos hermanos se encontraban en el sillón del gran salón de los Malfoy.
Draco, aprovechando la ocasión, sacó a tema su amistad con el niño Potter.

— ¿Tu noviecito no te ha mandado ninguna carta aún?—. Dijo Draco elocuente.

Andrómeda lo fulminó con la mirada.

— Me hieres, Andrómeda. — Dijo con falsa impresión. — Me pregunto que hará papá si llega a ver una lechuza squib...

— Cállate Draco.

El niño la miró interesado.

— Sabés...digamos que he estado revisando la correspondencia últimamente.

— ¿A qué te refieres?—. Dijo confundida.

El albino aproximó a su cara una carta blanca con la caligrafía descuidada y el nombre de Harry Potter en ella.

— Dámela Draco.

El rubio arqueó una ceja.

—Mmm...eso sería aburrido.

En consecuencia apresuró y salió corriendo escaleras arriba por la mansión.

Andrómeda suspiró y lo siguió hecha una furia. Su hermano podía llegar a ser bastante estúpido.

— ¡Vamos, Andy!—. Dijo el rubio encarando para la parte más oscura de la mansión. —¿O es que todavía le tienes miedo al estudio del abuelo?

Lo cierto era que para Andrómeda el estudio de su abuelo era de lo más raro. Cada vez que se aproximaba; su cabeza parecía arder y su vista se nublaba. Pero a la misma vez era como si no pudiese hacer nada más en el mundo hasta entrar ahí.

Draco se perdió por el pasillo de la izquierda y Andrómeda contuvo la respiración.

— Draco, ¡esto no es divertido!—. Dijo deteniéndose. Odiaba cuando su hermano se comportaba como un estúpido.

Al llegar a la esquina divisó la cabellera de su hermano en el asiento de su abuelo. En su estudio.

— Vamos Meda, ¿qué tanto quieres saber de tu noviecito?

Andrómeda apretó la mandíbula de la rabia. Se encaminó lentamente esperando que los síntomas apareciesen; pero se extrañó al ver como no le ocurría nada malo. Todo lo contrario. Se sentía más viva de nunca.

El estudio de su abuelo era oscuro, casi como toda la mansión. Tenía un escritorio amplio y negro, con cortinas pálidas y un lindo hogar* frente al cuadro de Salazar Slytherin.

— Tus ojos...—. dijo Draco mirándola pasmado.

— ¿Qué? — Preguntó confundida.

— No...no sé. Creí verlos distintos...

— Draco deja de jugar y dame la carta.
— dijo ya cansada.

— Solo lo haré si abres esa caja. — Dijo en dirección a la chimenea.

Cerca del hogar, había una mesita marrón con una cajita encima.

—Apuesto a que no te animas a abrirlo.—Sugirió el varón en un tono retador.

—¿Eso crees, draquito?.— Comentó con sorna de burla. Sabía que Draco odiaba el apodo que Pansy Parkinson le había dado.

Acto seguido, abrió la misma caja y lo que se encontró la dejó anonada.
Era un giratiempos. Lo habían leído en la biblioteca de la mansión, en el libro de "Objetos Mágicos Peligrosos".

Sabían que un giratiempo solo cambiaba unos años dependiendo los toques y la disposición del ocupante, pero este no era cualquier giratiempo.
Era uno negro, con detalles plateados y las iniciales C-M grabadas en el reloj de arena. Iguales a las de su recipiente.

— Draco...es un giratiempos. — dijo impresionada.

Era como si no pudiera quitarle los ojos al artefacto; era de lo más atrayente.

— A ver, quiero darle un vistazo. —.dijo su hermano.

De repente una punzada celosa se instaló en Andrómeda. No quería dárselo. Era como si el giratiempos le perteneciese.

Draco se aproximó a utilizarlo pero al rozarlo sintió con una quemazón lo irradiaba.

— ¿Qué?...me quemó —. Dijo mirando su dedo índice.

Andrómeda seguía callada. Mirando casi con admiración el objeto de su abuelo.

— ¡Andrómeda, suéltalo!—. Dijo ya preocupado su hermano. — El abuelo nos matará...

Pero no le prestó atención. Ni siquiera lo escuchaba.

Miró a su hermano con una sonrisa cínica y Draco corroboró su anterior comentario: Andrómeda tenía los ojos dorados. No grises; como todos los Malfoy. Sino de un color oro y reluciente.

— Andy...

«Dos vueltas y serás libre»

¡Andrómeda suelta eso!

«Dos vueltas»

¡ANDY!

HOLA!!¿Qué les pareció?Pobre Andy, si supiera

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HOLA!!
¿Qué les pareció?
Pobre Andy, si supiera.

Los veo en el otro capítulo. 🤍

5/1/2024

𝗥𝗘𝗧𝗨𝗥𝗡 | 𝗔𝗡𝗗𝗥𝗢𝗠𝗘𝗗𝗔 𝗠.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora