Noveno.

1K 149 7
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Dudas, dudas y adivina. ¡Más dudas!





TODO EL CAMPAMENTO estaba emocionado por la novedosa carrera de carros.
Andrómeda por su parte; no.

Tenía pensado que ese era el momento perfecto para utilizar su giratiempos.

Resulta que Tyson había hecho un trabajo espléndido con los engranajes e incluso agregó algunos detalles. Como por ejemplo; ahora la cadena se podía adaptar al cuello del ocupante o convertirse en pulsera si así lo quería.
La verdad que Tyson era estupendo.

Al siguiente día de encomendarselo, Tyson trajo el objeto como nuevo. Y eso alegraba enormemente a la británica; puesto que cada vez se sentía más disconforme en el campamento.

Le habían dado ropa colorida y americana que Andrómeda comenzaba a detestar. Por tradición le dieron una cuerda negra.

— Es para las cuencas.

Le había dicho Silena; una linda hija y capitana de la cabaña de Afrodita. Resulta que los semidioses coleccionaban cuencas por cada año que estaban en el campamento.

«Como si yo quisiera seguir aquí »

Se dijo Andrómeda.

Pudo ver como los hijos de Ares habían hecho un carro que podría ser tranquilamente un transporte de pandilleros. Era como si todo lo feo estuviese junto.

Por otro lado, el carro de Atenea era de admirar, según Andy. Se veía un poco más elegante y era de su agrado.

Aunque los hijos de Apolo no se quedaron atrás. Su carro era magnífico.

Pero sin duda los hijos de Poseidón se habían esforzado. El carro de Tyson y Percy era una obra espléndida.

Andrómeda se acercó a Tyson y le pidió que se agachase. Le dió un beso en la mejilla y le deseó buena suerte.

El cíclope la miró sonrojado y murmuró un «gracias». Por su parte, Percy no pudo evitar la cara larga. ¿Por qué no le había deseado suerte también? Ignoró la punzada de celos y miró hacia otro lado.

Andrómeda no se dió cuenta de dicha interacción y decidió irse a sentar hasta que largaran los carros. Su plan era simple: veía el inicio de la competición y luego se largaba a su cabaña donde el giratiempos estaba listo.

Silena le hizo una seña para que tomase asiento junto a ella.

— ¡Andy!, estás tan linda como siempre. — Le dijo, logrando sacarle una mueca a la albina.

𝗥𝗘𝗧𝗨𝗥𝗡 | 𝗔𝗡𝗗𝗥𝗢𝗠𝗘𝗗𝗔 𝗠.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora