Tercero

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"El Profeta"


Lucius Malfoy y Narcissa Black se habían conocido durante sus años en Hogwarts. Si bien sus padres tuvieron algo que ver en su matrimonio, cualquiera que los viera no dudaría en decir que estaban hechos el uno para el otro.

Cuando Cissy dió a luz a los mellizos Malfoy, estaba encantada. Por supuesto que Lucius no era un mal hombre, pero la Mansión era oscura y sola. No podía esperar a ver a niños correteando y dándole un poco de vida.

Por eso ahora, al entrar a su hogar y no escuchar ningún parloteo, sin dudar las alarmas se activaron.

Había salido a hablar a escondidas con su hermana Andrómeda Tonks. Casada con Ted Tonks. Su unión no había sido aprobada por su familia, por lo que claramente fue repudiada y eliminada del árbol genealógico de Los Black.

—Ama, es un gusto que esté de nuevo en casa.—. Comentó su elfo doméstico.— ¿Qué desea cenar esta noche?, tenemos pavo, cordero...

—Gracias, Twink. Pero estoy más interesada en saber dónde están mis hijos. —. Respondió tratando de no sonar intolerante.

—Amo Draco está en su habitación. Hace unas horas estaba con ama Andrómeda, pero no sé dónde está ella.

Eso la desconcertó. Un elfo doméstico siempre sabía dónde estaban sus amos.

—Por supuesto, puedes retirarte.—. Le respondió cortésmente. Acto seguido el elfo desapareció.

La habitación de Draco Malfoy era muy parecida a todas las habitaciones de la mansión, con paredes oscuras y detalles plateados. Aunque esta se encontraba decorada con pósters de Slytherin y estandartes verdes. Además que tenía alguna que otra foto de sus amigos, y por supuesto, con su hermana Andy.

Lo que más alteró a Narcissa al entrar a la habitación fue encontrarse a Draco llorando en su cama. Este al ver a su madre en su recámara, no dudó en llorar aún más.

—Lo-lo siento mamá...Yo no quería...¡Lo juro! No sabía lo que eso podía hacer...No sabía qué podía llegar a pasarle.

—Draco, por favor. No llores más.—Trató de calmarlo un poco.—.Por favor, respira hijo mío. —Comentó dándole un abrazo a su hijo para reconfortarlo y evitar sollozos.

Al ver que el niño dejaba de balbucear y sollozar, consultó de nuevo:

—Draco, ¿qué ocurrió?

;

N

arcissa nunca se imagino el vacío que podía significar perder a un hijo. Y a ella le ocurrió de la peor forma, desaparición.

Cuando su hijo terminó de contarle todo corrió escaleras abajo con desesperación, necesitaba darle el aviso a Lucius y evitar que le hiciera algo a Draco.

𝗥𝗘𝗧𝗨𝗥𝗡 | 𝗔𝗡𝗗𝗥𝗢𝗠𝗘𝗗𝗔 𝗠.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora