D. Sexto.

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"Chicos"

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"Chicos"











- PADRE, ya está hecho.

- ¿Te aseguraste, que no habría lugar en su mente que recordase lo sucedido?

El susodicho asintió seriamente.

- Muy bien. Mi alter ego no sabe lo que está haciendo. Satur- Cronos; es demasiado peligroso. Y más con ella presente, ninguno de los dos debería haber vuelto.

- Debo decir, que la niña emana una corriente peculiar y autoritaria. He observado a su familia en mis visiones; la mayoría son así. - Dijo revisando la gran sala. - Pero ella...tiene algo que todos nosotros tenemos. Es extraño.

El hombre en el trono se removió incómodamente. No podía permitir que se percatasen de quién era en realidad esa niña. O más bien; lo que representaba.

- Puedes irte, hijo mío. Hoy has hecho un buen trabajo. - Dijo sin un atisbo de simpatía.

El masculino tomó su carcaj y acomodando su túnica morada; se dirigió a su propio espacio.

Por otro lado; Júpiter preparaba a su hijo de nombre trascendental para colocarlo en la jugada.

Jason iría al mundo mágico.

«Y al final no volverá a su hogar,
hasta no elegir su final »

A

quella frase la venía atormentado todos los días luego de que volvió a su hogar.
Recordaba esas palabras; las que ella o mejor dicho su especie de alter ego había dicho en una ocasión; cuando se encontraba con Apolo.

Se sorprendía a ella misma pensando en ese Dios más de lo planeado. Es decir, aquel joven surfista de 17 años que se encontró en la biblioteca; no se parecía en nada a aquel hombre mucho más maduro que la rescató.

Sí, seguía teniendo un aspecto divino y de morirse; pero ese rubio alborotado no era el mismo que ese dorado maduro. Ni esa mirada totalmente sería con los ojos juguetones del primer dios.

Así es, así había decidido llamarle a su pequeño e insistente problema. Los dos dioses. El primero era aquel primer encuentro con el dios; y el segundo aquel que le siguió.

Sacudió su cabeza y miró con pesadez su habitación.
Gracias a Merlín, su familia no había tocado nada durante ella no estaba. Sus cosas seguían iguales; las banderas de Slytherin y los pósters de las brujas de Macbeth no se habían movido ni un solo ángulo.

Pero ese era el problema. Todo era igual, menos ella.
Se sentía como una intrusa en ese mundo; su mundo. Como si no importase lo que hiciera, siempre iba a haber un bache, una especie de vacío en su historia.
Y aunque mamá y papá no insistes en en saber qué pasó. Ella realmente sabía las miradas que se transmitían.
Incluso su hermano Draco, la miraba distinto.

𝗥𝗘𝗧𝗨𝗥𝗡 | 𝗔𝗡𝗗𝗥𝗢𝗠𝗘𝗗𝗔 𝗠.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora