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"La inteligencia de Artemisa"
El Olimpo estaba hecho un caos.
Dionisio estaba hecho una furia. Afrodita y Ares se daban risitas juguetonas. Atenea y Poseidón discutían seriamente del campamento, logrando que Zeus diera algunos comentarios acerca de lo mal que Quirón lo había protegido. Hermes jugaba con la lira que le había robado a Apolo hace unos momentos. Y Hades solo estaba quiero esperando que alguno comenzase a hablar.
Porque ahí, en el Empire State piso 600, la casa familiar siempre era un caos.
Pero debían asistir al salón de tronos si un dios convocaba a reunión. En este caso, Artemisa.
Artemisa no era alguien que usualmente convocara reuniones. Era una diosa un tanto tranquila y que sabía resolver las cosas por si sola. Eso, no quitaba que fuese una de las favoritas de Atenea.
Artemisa y Atenea tenían ciertas similitudes. Ambas eran mujeres fuertes y guerreras y ambas habían jurado por el río Estigia el voto de castidad. Eso decía que ambas diosas iban a ser vírgenes por toda la eternidad.
No era secreto que Atenea tenía hijos. Solo que ellos nacían del pensamiento suyo, al verse algo ensismada por la mente de un hombre. Así había nacido Annabeth y muchos de sus hermanos.
Artemisa por un lado, no tenía hijos. Era conocida por cuidar bosques y animales. Además de su tarea de diosa de la luna, estaban las cazadoras de Artemisa. Doncellas que la seguían y estaban bajo sus órdenes, cumpliendo el mismo voto que ella y la diosa de la sabiduría hicieron hace eolos.
Al ver a todos reunidos, el dios del Sol tomó la palabra.
—¡Bueno, bueno hermanita! Hace mucho no te vemos. ¿Qué tal están las chicas?— Preguntó Apolo tratando de aliviar la tensión.
—Las cazadoras están bien, Apolo. —. Respondió la diosa tranquilamente. — Es otro asunto el que hemos venido a discutir.
Ares resopló fastidioso.
—¿Y qué es eso que ha hecho salir a todos de nuestras funciones, lunita? —. Preguntó algo aburrido. Aunque en realidad le daba algo de nerviosismo presenciar al dios de los cielos luego de que él robase su rayo hace un año.
—Es cierto Artemisa. ¿Qué asunto de suma importancia ha.provocado que nos llames aquí?—. Hades preguntó. Si bien no le molestaba salir un poco del Inframundo; odiaba ver que él no tenía un trono en el Olimpo.
—He reclamado a una semidiosa.—. Soltó de repente.
Afrodita no pudo evitar su cara de asombro; al igual que muchos dioses.
