EL DESORDEN DE LAS COSAS

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NIMUE
El desorden de las cosas es algo bello. Inesperado, inestable pero bonito. No todo puede tener un orden, las cosas ocurren de repente, sin planearlo. El amor es una acción desordenada, una acción en sí misma. Algo que ocurre en el corazón. Lo moldea hasta hacerlo libre. Yo pienso que cada uno es dueño de su corazón, pero una parte del mio es suyo.
Pienso en Aden en cada clase. Los pelos de punta, la cabeza bien alta. Todo el mundo susurra a mis espaldas, se creen que no les oigo. Pero se lo que dicen. Sé que creen que fui yo la que mató a Nico. Pero todavía no lo pueden demostrar.
Estoy tan cabreada, y es con todos. Es por la forma en la que me miran, por su forma de ver a los azules, que es la misma que yo tenía antes. Por lo tanto también me odio a mi. Es un odio intenso, profundo, que no me deja respirar.
Debiste haber protegido a Kim.
Debiste haber advertido a Nico de la nota y su significado.
Pero soy estúpida y hablo antes de pensar. Actuo antes de pensar. No creí que por acercarme a Kim su vida acabaría. Y el Nico, bueno, ese, en el fondo, se lo merecía. Aunque nadie merece morir así. Despojado de su humanidad.
No veo a Aden en las tres primeras clases.
Es en la cuarta, después del patio, cuando veo una sombra que me acosa. Supongo que es él, pero no se mueve igual, sus piernas caminan diferente. O soy yo que me estoy volviendo loca. Vuelvo a casa y voy sola, buscando a Aden en cada esquina.
Al llegar a casa sigo sola. Mis padres están trabajando y mis hermanos en el colegio. Debería de estar sola, pero no lo estoy.
-¿Aden?- pregunto escuchando unos pasos en el piso de arriba. Nadie contesta.- ¿Aden?
Voy a la cocina y cojo un cuchillo, asustada. Noto como los pelos de la nuca se me erizan. Hay alguien detrás mía.
Me giro con el cuchillo en la mano.
-Ehhh, tranquila. Amor.
-Joder Aden
-Lo siento, no quería hacer ruido.- Bajo el cuchillo y Aden las manos. Es él, solo él.
Vamos a mi habitación y aprovecho para sacar el tema del asesino. Los dos queremos averiguar que está pasando.
-Las dos víctimas estaban cerca de ti.
-Y el asesino me está acosando.
-Osea que la próxima víctima será alguien cercano a ti.
-Puede ser.
-¿Te das cuenta de que podemos elegir quien muere?
-Y usarlo en nuestro beneficio.
-Algo así, si.- Miro a Aden con los ojos muy abiertos.
-¿Eso significa que no voy a poder estar cerca de nadie? ¿Y si te mata a tí?
-Prefiero que me maten a mi que a ti.
-No digas tonterías.- Aden rueda los ojos y sonrío, porque, en el fondo, es una muestra de amor.
Llegan mis padres a casa y con ellos, mi hermana y mi hermano. No entran en mi habitación, en parte por el pestillo, pero sobre todo porque saben que no me gusta que me interrumpan mientras hago los deberes. Aunque ahora ni estoy haciendo deberes ni estoy sola.
¿Qué dirían si supieran que hay un azul en su casa?
Supongo que no me dejarían volver.
Se hace de noche y ya puedo salir de casa con Aden. Le digo a mi familia que voy a dar un paseo. Me dejan.
Quiero enseñarle todo lo que es mi pueblo, mis sitios favoritos y mis sueños a lo largo de los años. Todo ha ocurrido aquí. O bueno, una gran parte de mi vida. Teniendo en cuenta mis otras dos casas de acogida.
No paramos en una explanada, junto a una encina. A lo alto, una manta de estrellas que nos arropa.
-Mis padres se casaron una noche de Junio, bajo las estrellas. Recuerdo que recité un poema, para ese entonces estaba con una chica. Amalia. El poema era de Becker, o una versión.
-¿Qué poema? ¿Quién era ella?

-"Podrá nublarse el sol eternamente;
Podrá secarse en un instante el mar;
Podrá romperse el eje de la Tierra
Como un débil cristal.

Podrá la muerte de negro
Cubrirme con su fúnebre crespón;
Pero jamás en mí podrá apagarse
La llama de tu amor"
-Pero ese poema se lo dediqué a ella. Tu eres otro mundo.
-Ohh ¿A qué poema te recuerda estar conmigo?
-Estar contigo me recuerda a uno que me enseñó mi abuela.
-A ver.
-"Somos la luz que se oculta tras el arcoiris, somos planetas que orbitan a la misma estrella. Somos la luz al final del túnel. Somos lo que alguna vez, todo lo que quisimos amar"
-Es muy cursi- digo conteniendo una risa. Aden sonríe y me abraza, su mirada en lo alto.
-Me gusta ser así contigo.
-Hablame de Amalia.
-Digamos que nos quisimos hasta que ella, un día, dejo de hacerlo.
-¿Te hizo daño?
-Si, pero también me hizo ver que ella no era la persona que me llenaba.
-¿Podemos prometernos algo?
-¿El qué?
-Prometeme que no nos haremos daño.
-Te lo prometo.
Pasan los días y los paso junto a él. Al sexto día de su llegada sueño algo extraño.
Está todo oscuro. Unos cuadros de personas desconocidas me encierran en un pasillo interminable. Corro, aterrorizada, una sensación de tener a alguien detrás mia en todo momento. Me miro las manos pero no las veo y eso me da miedo. No verme, no saber que estoy, no saber que tengo detrás. Porque hay alguien, aunque no lo vea.
Miro los cuadros con la respiración agitada. Pasan a mis lados con una velocidad sorprendente, voy muy rápido y no me doy cuenta de que hay una puerta enfrente hasta que casi me choco contra ella. Es grande, roja metálica y está oxidada. Es una puerta que nunca abrirías. Pero la abro y caigo al vacío.
Me incorporo en la cama y veo el reflejo de alguien a mi izquierda. Me giro y me encuentro a un chico de ojos azules escondido tras una capa negra. Es Aden.
Me giro para encender la luz y cuando vuelvo a mirar, ha desaparecido. Me miraba fijamente. Era una mirada que nunca le había visto poner. Había odio en ella.
Me remuevo en la cama y a mi derecha, durmiendo profundamente, está Aden.

Hasta que la muerte nos quieraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora