EL RETROCESO

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NIMUE
Cojo a Aden del brazo y le levanto, ignorando sus gruñidos de dolor. Me toca la cara, como si fuera lo más preciado que tiene. Nos paramos.
-Pensé que te perdía.
-Estoy aquí, y tenemos que irnos.- Asiente y volvemos a caminar.
-Nimue, ¿Qué pasa?- le ignoro y sigo caminando hasta salir de la enfermería, Edward pisandonos los talones.
-Para. Para por favor.- Me pide parándose en seco. - Dime qué está pasando. ¿Dónde está Erah?
-Creí… que habías sido tú.- Susurro derrotada, dejando caer los muros que he fingido construir estos días en los que ha estado inconsciente.
Bajo la cabeza para que no vea las lágrimas que caen por mis mejillas. Se acerca a mí y retrocedo por instinto, llorando con más fuerza.
-Nimue, soy yo.- Niego. He confiado demasiado, he visto matar o he creído ver al azul que quería, matar. No puedo evitar recordar el odio en su mirada, la brutalidad de sus gestos al matar de Erah se parecían mucho a las de Aden.
-Aléjate.- le pido alzando una mano entre los dos. Veo el dolor en su mirada, la acepto y sigo. Solo necesito tiempo para pensar.
-Cuando Erah te atacó le pegué un puñetazo y se dió contra el suelo. Lo dejamos allí. En la carretera. Edward y yo te trajimos a la base. Pensé que todo había terminado… pero ahora ha muerto él y yo…
-¿Quién ha muerto?
-Yo…
-Nimue.
-El padre, John. - Eso significa que si los azules todavía están dispuestos a aceptarle, Aden pasará a ser el líder. Por su sangre.
-¿John está muerto?- pregunta abriendo mucho los ojos.
-Le mataron a puñetazos. Su cuerpo apareció en la puerta. Esta.- digo señalando la entrada de la enfermería a lo lejos. Aden se mete en sí mismo. Pensativo y sin decir nada, tras unos segundos, me coge del brazo y empieza a caminar, arrastrándome lejos de la enfermería.
-No me toques.- le pido forcejeando. Pero no me suelta.
-Nimue, ahora no.- Pero no estoy dispuesta a dejarlo pasar. Ahora mismo no quiero que nadie me toque. Eso me lo provoca el agobio, la duda y la incertidumbre de la situación.
Es una sensación de pura supervivencia.
-Aden. Que. Me. Sueltes.- Se gira para mirarme con tanta brutalidad que Edward y yo retrocedemos.
-NO TE DAS CUENTA.- Me grita, liberando mi brazo y llevándose las manos a las sienes.
-No me grites.
-Nimue, ahí fuera. AQUÍ.- Sisea apuntando a nuestro alrededor. Ha perdido el control.- Hay azules muy peligrosos.
-Lo se.
-NO, NO LO SABES.- Se me llenan los ojos de lágrimas, mi pecho invadido por una presión que me ahoga.- NIMUE, QUE ESTÁN JUGANDO CON NOSOTROS.
-Por favor.
-¿NO TE DAS CUENTA DE QUE MI HERMANO SOLO ERA UNA PIEZA MÁS DE ESTE JUEGO RETORCIDO?
-Yo no tengo la culpa. No me grites.
-¿No te das cuenta de que no puedo respirar si tú no estás? ¿Que no puedo vivir sabiendo que estás muerta? Despertarme y pensar que nunca más vas a estar a mi lado.- Se hace un silencio eterno en el que mantenemos la vista fija en el otro.
-Te amo Nimue, como nunca he amado a nadie.- Vuelvo a llorar, agotada por que llevo tres días despierta, esperando a que se levantara. Mis manos están quietas a ambos lados de mi cuerpo, mis hombros caídos.
Una parte de mi quiere quererle, otra lo hace, pero con miedo.
-Bésame.- Le pido con la vista fija en el gris del suelo. Veo como sus botas negras se acercan a mi. Una mano gentil me sujeta la barbilla y me sube la cara. Mi mirada baila hasta centrarse en sus ojos. Su mirada está fija en mis labios. Brillantes, arrepentidos. Azules.
No dice nada antes de besarme, simplemente lo hace, despacio, hasta que Edward carraspea a mi espalda.
-¿Soy yo o hace unos segundos nuestra vida corría peligro?
-Si.- Contesta secamente Aden. - Y no es una persona. No es Erah.
-¿Y quien es?
-Quienes.
-¿Cómo?
-Esto no puede ser obra de un solo azul. Esto es más grande. Me temo que mucho.
Aden me dedica una mirada grave y suspira.
-¿Puedo?- pregunta alzando la mano hacia mi brazo.
-Se caminar sola.
-Está bien.- Caminamos, muy juntos, pero sin rozarnos. Edward a nuestras espaldas.
Seguimos caminando, nuestras miradas en todas partes, buscando el peligro. Lo que no esperábamos es encontrarnos de lleno con este.
-Hola, humana.- Me dice una chica parándose delante mia. Es un callejón estrecho y oscuro en el que no hay más que polvo y basura.
La chica es bajita, de cejas finas, pelo negro y ojos azul eléctrico. Tiene el pelo corto y despeinado y unos labios rojo pasión. Una cicatriz torcida le araña el ojo izquierdo. ¿Quién narices es?
No la había visto nunca, pero sus ojos no son amables. Me repasan con la mirada.
Tiene un tatuaje en su cuello desnudo, una quemadura, como si la hubieran marcado. Es una A en mayúsculas.
-Nimue. Ven - me dice Aden a mi espalda. Retrocedo. El ser de la chica desprende peligro y se filtra en mi piel como una advertencia. Antes de que la azul pueda decir algo, me giro, agarro a Edward del brazo y salgo corriendo. No se por que solo se que tengo que hacerlo.
Creo que Aden nos sigue pero me giro para comprobarlo. Todos a nuestro alrededor se giran para mirarnos, algunas cara caras muestran asombro, otras miedo. No me paro a pensar que temían, o a quién.
De repente tenemos tres azules y la chica de la marca, siguiéndonos, con cara de pocos amigos. No entiendo nada.
La ira me recorre las venas cuando la azul me sonríe, ese tipo de sonrisas no me gustan, siempre significan algo más.
Aden gira a la derecha, sus piernas son más largas que las de Edward y yo pero mantiene nuestro ritmo. Nos miramos y veo el terror escondido en sus ojos. Está pasando algo malo. Y no estoy segura de si esto tiene una salida.
Giramos más esquinas, intentando distraer a nuestros perseguidores, pero no parece darse por vencidos.
-HUMANA ¿Acaso no quieres saber que les pasó a tus jodidos padres?- Me grita la azul. Volteo y aprieto los puños, parándome en seco.
¿Acaba de admitir que conoce a mis padres?
-¿Qué has dicho?
- Nimue. No.- Aden se pone delante mía, entre ella y yo.- Tihya, vete de aquí de una puta vez.
Tihya
Se ríe como si lo que acabara de decir Aden fuera lo más gracioso que ha oído en su vida. Pero no se mueve. Sin darnos cuenta, un montón de azules nos han rodeado. Miro a uno de los azules que respaldan a Tihya, es bajo y flaco, sus ojos azules me observan diferente a los demás.
¿Es culpa lo que veo en ellos?
Es pelirrojo y sus mejillas están cubiertas de pecas marrones.
-He esperado esto mucho tiempo, Aden. - Dice Tihya pronunciando con fuerza cada palabra.
-¿De qué conoces a mis padres?
-Más bien pregunta: ¿Que les hicimos a tus papás?- Me abalanzo hacia ella, impulsada por mi rabia, pero unos brazos firmes me atrapan por la cintura y me devuelven a mi sitio. El azul pelirrojo chasquea la lengua.
-¿Quién eres?- le pregunto a la chica
-Tihya
-No me digas
-Cuidado. Eres tu la que estás rodeada.- Aprieto la mandíbula. Efectivamente, estoy rodeada de azules que no he visto en mi vida y que no tienen muy buenas intenciones.
-Esto es una perdida de tiempo.- dice el chico pelirrojo mirando a Tihya. Esta se gira para mirarle con rabia en los ojos.
-Cállate de una puta vez.-Me quedo mirando al chico. Cuando ve que le miro enumera unos números. Están en orden, es una cuenta atrás. No se si lo hace para ayudarme, sus ojos me gritan que me prepare y lo hago.
-Tres, dos, uno…- Me preparo, no se quien es, pero es mi única oportunidad de salir de esta.
-Y tres.- Me abalanzo hacia uno de los azules que nos rodean y le cojo de la cabeza para girarle el cuello. Cruje y el azul cae al suelo, su cuerpo inerte.
Todos se me quedan mirando y tras unos segundos de paz empieza la guerra. Aden se tira por dos de ellos soltando puñetazos y Edward se queda en su sitio. Me acerco para protegerle del azul que se le acerca por la espalda, este me pega un puñetazo en la mandíbula cabreándome aún más. Le hago una zancadilla y su cuerpo emite un golpe sordo al chocar contra el suelo.
-Nimue…- Susurra Edward. La culpa me carcome el interior, es mi culpa que él esté aquí. Más me vale que no le maten.
-Calla.- Contesto cogiéndole de la mano mientras giramos a nuestro alrededor. El chico de los números me mira con asombro antes de girarse contra los suyos y sacar un cuchillo de no sé dónde. Lo hace con tal rapidez que no llego a ver de dónde saca el maldito cuchillo. Apuñala a dos de ellos y se enfrenta a Tihya. La sujeta del cuello y aprovechando el asombro en su expresión le pone un cuchillo en la garganta.
-Parad.- Ordena a los azules que siguen luchando contra Aden. Todos paran de golpe y se giran para mirar al azul.
-Admun, eres un traidor.- Dice uno de los azules al chico de los números.
-Cállate. Tu no eres más que un perrito faldero. No se que es peor.- Suelto una risa, tal vez por la tensión del ambiente y lo nerviosa que estoy. Admun gira la cabeza y fija sus ojos en los mios.
-Vete.- Me dice con seriedad. No me lo pienso dos veces. Cojo Edward y salgo de círculo, nadie me toca, todos mantiene en la vista fija en la azul. Aden nos sigue, camina hasta quedarse a nuestra altura y los tres empezamos a correr. No hablamos, estoy tratando de asimilar lo que acaba de pasar.
-ADMUN, ESTÁS MUERTO.- Grita Tihya a lo lejos. En cuestión de segundos el pelirrojo nos alcanza.
-Por aquí. - Susurra metiéndose por un callejón. Al fondo hay una puerta escondida. La cruzamos como almas que lleva el diablo, me mantengo tensa y desconfiada ante el nuevo miembro del grupo.
-Venid. Es fácil, dos izquierda, tres derecha y recto.- Admun nos guía por lo que es un laberinto. Con un humor de perros.
Es oscuro. La oscuridad nos rodea, nos cubre y nos protege. Llegamos a una sala luminosa vacía y polvorienta un cubo iluminado por una ventana enrejada a lo alto.
-Necesito una explicación.- Pido. Edward se lleva las manos a la cabeza y empieza a llorar. Yo estoy a punto. Aden se deja caer en el marco de la puerta mirando a Admun con desconfianza. Este último suspira y me dirige una mirada grave.
-Tihya es la madre de Agnus.- Empieza Admun, su mirada fija en mis ojos.
-Agnus.- repite Aden. Tiene la vista fija en algún punto de la habitación como si ese nombre le sonase. Pero es lógico ya que reconoció a la azul en cuanto la vimos. Y Erah… él me avisó.
-¿Qué es Agnus?- Pregunto de los nervios.
-Es una banda azul esparcida por todo Madrid.
-Y toda España.- Puntualiza Aden.
-Es un grupo de azules que van matando a la gente.
-Si, eso me ha quedado claro.- Entrecierro los ojos. Admun rueda los suyos y sigue hablando, ignorando mi comentario.
-Esta historia es muy larga. Me gustaría hablar con Nimue a solas.
-¿Cómo sabes mi nombre?- Pregunto más nerviosa aún.
-Ni hablar.- Contesta Aden a la vez que yo.
-No tienes ni idea de lo que acaba de ocurrir ¿Verdad?- Ya estamos, otro chico que se cree que soy estúpida. Puede que lo sea. Porque no entiendo nada.
-Explicame entonces.
-Aquí no.
-Pues va a tener que ser aquí.- Contesta Aden secamente.
-Esto es solo de Nimue, no puedo confiar en vosotros dos.
-Recuerda que eres tú el traidor.- Aden y Admun se meten en una lucha de miradas, sin sentido. Amenazantes. Tontos.
-Gracias a él estamos vivos.- Apunto.
-Nimue…
-Aden. Por favor.- Miro a mi amigo, buscando en su rostro algún activo de él pero tiene la mirada perdida y se muerde las uñas con nerviosismo en cambio Aden tiene una postura tensa preparada para atacar como un felino.
-Si quieres hablar conmigo tiene que ser aquí.- Admun chasquea la lengua y suspira en forma de derrota.
- Agnus se formó hace sesenta años. Cada generación es mas hostil. Su moto es ojo por ojo. Nimue, tu padre…
-¿Qué?- veo duda en sus ojos, como si estuviera dudando de lo que dice.- Por favor.
-Tu padre formó parte de la generación más agresiva de Agnus.
-¿Mi padre era azul?
-Si.- Abro mucho los ojos, parpadeando exageradamente. Le miro y lo entiendo todo.
- Mi padre no murió, ¿verdad? Le mataron.

Hasta que la muerte nos quieraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora