NIMUE-¿Está la humana?
-Está dormida, lo siento.- Abro los ojos y me desperezo.
-Aden- susurro buscándole a mi lado. Pero no está.
-Aquí.- Está en la puerta, apoyado de forma muy seductora.
Para. Nimue
-¿Qué quieren?- pregunto mirando a un anciano, sujeto a su mano hay un niño de unos seis años. Me levanto de la cama y camino hacia ellos, curiosa.
-Mi nieto quería verla, es la primera humana que ve.- Miro al niño con una sonrisa en la cara, él me la devuelve- Estaba pensando si podríamos dar una vuelta.
-Eso no va a ser posible- dice Aden. Le pongo una mano en el hombro y este se gira a mirarme.
-No pasa nada, ahora vuelvo.
-No, enserio.
-Aden, puedo cuidarme sola -El chico asiente tras unos segundos de indecisión. Cojo una chaqueta que huele a él y salgo de la habitación.
-Ahi seas -Me dice el abuelo inclinando la cabeza. Sus ojos azules son amables.
Miro a Aden como preguntando que significa la expresión.
-Quiere decir: Ahi seas hijo de Janai.- Asiento abriendo la boca entendiéndolo todo y sigo al abuelo por el pasillo.
-Ahora nos vemos
-No te mueras
-Lo intentaré.- El niño se me queda mirando y le devuelvo la mirada. Lleva una chaqueta rosa, desgastada del uso.
-Con que tu eres la humana.- Asiento. No se que quieren pero de todas formas camino junto a ellos, después de dos meses casi, por los conocidos pasillos.
El abuelo me empieza a hablar sobre los azules. Sobre su nieto. Sobre su vida. Resulta que él participó en la guerra de razas. Su nieto, Kim, se quedó sin padres.
-Yo también - comento con la vista fija en el suelo.
-Desde entonces vagamos por estos pasillos de cemento. Tristes y de forma solitaria.- Que dramático, pero sí, lo entiendo. No me imagino toda una vida aquí dentro.-Nosotros trabajamos en un puesto de comida típica que cocino yo mismo en la callejuela principal.
- Algún día pasaré a veros.- Eso les anima. El niño empieza a dar saltitos y me intenta coger de la mano. Se la doy.
-Contadme cosas de vuestra cultura- le pido al abuelo con una sonrisa tierna.
-Janai- Exclama Kim mirando a su abuelo.
-Se refiere a nuestra única fiesta, el resto del año trabajamos excepto el seis de junio, en ese día quemamos nuestras manos en un fuego sagrado. Simboliza quemar los errores de unas manos bañadas de sangre.
Asiento con miles de preguntas en la cabeza.
¿Acaso se queman las manos de verdad? ¿Por qué el seis de junio?
Me apunto mentalmente las preguntas para preguntarle a Aden.
-¿De verdad que vas a venir a vernos?- pregunta el niño estirandose un doblez de su chaqueta rosa. Asiento.
Pues claro Kim.
-Nosotros tenemos familia, solo una, los azules no creemos en el poder de querer a alguien que no es de tu sangre. Pero el respeto es muy importante.
-Vaya.
-Nuestras navidades son en julio, nuestro calendario es diferente al vuestro.
-¿Y qué es lo que más os diferencia?
-La sed de sangre. Nosotros no matamos por que queramos, como lo hicieron los humanos hace años, cuando las mujeres empezaron a dar a luz a niños de sangre azul. Lo hacemos por necesidad.
-¿Tu qué crees que ocurrió?- El anciano suspira y Kim se aleja un poco para jugar con unos niños que dan patadas a unas piedras.
-Fue una inesperada mutación, pero yo creo que Janai nos puso a prueba. Ella fue la primera en nacer. Y de su seno nacimos todos.
La vuelta por la base está llegando a su fin, pero no quiero que acabe. Quiero seguir conociendo a esta familia sin padres. A este niño de mirada curiosa.
-Nos volveremos a ver. Muchas gracias.
-Ahi seas.
Llamo a la puerta del cuarto de Aden, me responde al instante.
-Por Janai, estaba a punto de prenderle fuego al lugar. ¿Estás bien?
-Pues claro. ¿Que me iba a pasar?- Esto último lo digo con ironía, Aden suelta una risa nerviosa.
-Muchas gracias, hasta luego- le dice al anciano y cierra la puerta. Le cuento todo lo que el abuelo me ha contado, cada desgracia y cada promesa.
-Son muy buena gente, si.
-¿Entonces por qué te preocupaba tanto que fuera con ellos?
-Por qué la gente cambia, por experiencia.
-¿Qué te han hecho?
-Ser el próximo líder a veces no es fácil. La gente está a tu lado y se aprovecha. Hubo un hombre, mi mejor amigo que estaba cegado por el poder. Yo no me di cuenta hasta que fue demasiado tarde. Ese chico, al que consideraba mi mano derecha, me intentó matar mientras dormía.
-¿Y no lo consiguió?
-No, tonta- Me río y Aden se acerca a mi, acariciándome con la punta de los dedos la mandíbula.- digamos que tengo el sueño muy ligero.
-Ya. Lo sé.
-Mañana vendrás conmigo al comedor. Quiero presentarte a mis amigos.
-Ah, ¿tienes amigos?
-Que graciosa.- me vuelvo a reír, esta vez con más fuerza, hasta que acabo con los ojos llorosos y las manos en la tripa.
-Te amo Nimue Kimura
-Te amo jodido ladrón.
Al próximo día convenzo a Aden para que me deje ir a lo que los azules llaman la callejuela principal. Es como un centro comercial, hay tiendas de ropa oscura, botas militares y comida. Sobre todo comida y fruterías con frutas que no había visto nunca, de colores extraños. El puesto de Kim y su abuelo es un humilde puesto de comida artesana. Un pequeño bar de tonos dorados y sillones forrados de cuero marrón.
Entro con la cabeza bien alta, nerviosa pero se me pasa al ver la sonrisa de Kim. Me pone nerviosa estar entre tanto azul, pero la mayoría de ellos me hacen sentir una más. Entro en la cocina y tras darle un abrazo a ambos me remango.
-¿Qué hago?- pregunto, entusiasmada.
-Ven, te enseñaré a hacer Caulers.
Resulta que los Caulers son unos bizcochos azules de viscosidad y esponjosidad alta que tienen pepitas de una fruta azul.
-Ahora hay que publicitarlos.- me dice el anciano con una sonrisa burlona.
-Eso se me da genial.
Después de vender unos cuantos bizcochos me despido con un abrazo de Kim y me giro hacia el abuelo. Es la hora de comer.
-Muchas gracias por todo.
-Gracias a Janai, hija.
Camino, sola, hasta el comedor. Es un sistema de comida mediante un menú que cambian cada mes. Las habitaciones no tienen cocinas, muchos de los azules no saben cocinar y les gusta comer todos juntos, por lo que parece. Aden siempre me solía traer la comida a la celda, después a su habitación y hoy es el primer día que voy a comer con todos los demás. Como una de ellos.
-Ey.- Sonrío al ver a Aden en una de las mesas de al fondo. A su lado hay un hueco. El único hueco libre de una mesa de dieciséis personas. Muchas de ellas se paran a mirarme cuando Aden me escucha y se gira. Noto como un rubor me sube por las mejillas, pero alzo la cabeza y camino hacia ellos, intentando ocultar el terror que carcome mi interior.
Cuando me siento, Aden se está riendo de una cosa que acaba de decir la azul que tiene enfrente. Sus ojos azules se clavan en los míos y casi me hacen retroceder. Aparto la mirada, asustada ante la profundidad de sus iris, pero, tras unos segundos le devuelvo la mirada y sonrío. Como un puto angel caido del cielo.
-Ella es Nisha.- asiento aun sonriente. No me devuelve la sonrisa, se limita a observarme como si esto fuera un serio.- Eki.- apunta al azul a su lado y esta vez soy yo la que observa mientras el otro sonríe. Es enorme, es una puta bola de carne hecha para matar. Y me está sonriendo. Como si nada.
-¿Con que humana?- me pregunta Nisha repasando con la mirada.
-Si, esa soy yo, aunque prefiero Nimue.- Aprieta los labios y decido que no me ha caído nada bien.
Eki suspira y mira a Aden.
-Has encontrado a la más amable.
-Bueeno. Quizás.- le doy un manotazo por debajo de la mesa y sonríe.
De primer plato nos traen unas lentejas moradas, de segundo carne amarilla y de postre un bizcocho azul. Les gusta el colorante por lo que veo. Si.
-Cuéntanos algo de ti, humana.- me dice Nisha con un odio intenso filtrándose entre sus dientes.
-Llámame Nimue.
-¿O si no qué?
-Nisha.- le advierte Aden cerrando los puños en la mesa. Ignoro sus miradas retadoras y empiezo a hablar.
-A mis padres los mató tu sangre. Gilipollas. No me calientes.- Aden me dijo que fuese amable, pero no me gusta que me hablen así. No pienso dejar que me llamen tonta a la cara.
-Pues a mis padres los mató tu sangre.
-Que divertido ¿No? Tenemos algo en común.
Nisha pega un puñetazo en la mesa y agarra su tenedor con una velocidad increíble. Se abalanza hacia mí y ambas caemos en el suelo, rodando. Alza el tenedor para clavármelo cuando aparece Aden a su espalda y se lo quita, con una mirada muy cabreada.
-Sois como niñas. ¿Nisha, puedes demostrar que eres inteligente de una vez?
-Perdón.- se disculpa esta fulminándome con la mirada. Me levanto, la barbilla en alto, pero sintiendo un miedo horrible.
Hazlo por Aden. Son sus amigos.
-Nisha.- la llamo con una mirada culpable.
-¿Qué quieres?
-Lo siento. Siento lo de tus padres. Sé lo que es estar sola. Perdón.
La chica sonríe por un momento y luego baja la cabeza, triste.
-Te perdono.
Aden se despide casi con necesidad de irse. Como si estuviéramos en un campo de minas. A nuestra derecha está Maya, hablando con un azul de pelo rojo. Tienen pinta de estar hablando de algo serio. En esos segundos en los que estoy mirando a los chicos. Pasa algo.
Aden me coge de la mano y me saca casi corriendo del comedor. Se acabó el Aden risueño, el que ríe con sus amigos. Ahora es una persona letal para los demás, sobreprotectora para mí.
-Aden, ¿qué pasa?
-Nisha nunca se equivoca…
-¿Qué?
¿Qué narices me he perdido?
-No debí de haberte llevado al comedor. Te he puesto en evidencia…- Acelera el ritmo y le sigo como puedo, pero mis piernas son la mitad de las suyas.
-ADEN. PARA. DEJA DE ANDAR- Se gira hacia mí con un movimiento rápido. Tan rápido que no lo veo venir y al parpadear tengo su nariz rozando la mía. Sus ojos asustados de algo que no llego a comprender.
En cuestión de segundos tres azules, dos chicas enormes y un chico alto, aparecen a la espalda de Aden. Veo en sus ojos el reflejo del miedo en los mios.
Esto no es bueno. Va a pasar algo.
Aden hace un leve gesto para llamar mi atención y vocaliza una palabra. Corre.
Al mismo tiempo que los azules se tiran a por nosotros, Aden me coge de la mano y empezamos a correr en dirección contraria. Una bola me inunda el pecho. Implacable, dolorosa. Oigo gritos a mi espalda, pero no me giro. Sigo a Aden por los interminables pasillos hasta llegar a su habitación.
Aporrean la puerta.
-Vamos a por tí.- grita una voz aguda desde el otro lado de la madera.
¿A por mi?
Miro a Aden con miedo y él me devuelve la mirada. Nos quedamos así minutos enteros. Diciéndonos mucho sin hablar.
-Aden.
-Nimue, déjalo. Necesito pensar.
Pasan días hasta que Aden se tranquiliza y me deja salir de la habitación. No es que necesitara su permiso para hacerlo, es que sin su protección no puedo hacer nada. Me vigilan.
Las mañanas las paso junto a Kim y su abuelo, en su puesto de comida y las tardes las paso junto a Aden, cada tarde me cuenta una historia distinta. Me habla de su trabajo como futuro líder, de las personas que le han traicionado, que no son pocas.
-Mi primer amigo fue un humano.- confiesa Aden mientras enreda entre sus dedos un mechón negro de mi pelo.
-¿Enserio?
-Crecimos juntos, si. Pero él… se acabó enterando de quién era y me repudió por ello. Me tendió una trampa.
-¿Cuál?
-Voy.
-Si, perdón.
-No me pidas perdón.
-Tu solo sigue hablando.- Aden sonríe y me arropa con la sábana de la cama de matrimonio.
-Me dijo un día de ir a su casa, yo para verle tenía que escaparme de la base. Y ese día, cuando llegue a su casa, me estaba esperando el puto gobierno entero. Me llevaron a su sala de tortura. Estuve ahí diez meses en los que no consiguieron sacarme nada.
-¿Cuántos años tenías?
-Seis, fue antes de la guerra, antes de que se supiera de la existencia de los azules. Solo éramos una simple historia de miedo.
Se hace el silencio y le observo, mis ojos fijos en los suyos, ansiosa por borrarle a besos la tristeza en su mirada, en su expresión.
-Ese humano se llamaba Nicolás.
-¿Nico?
-¿Quién?
No, es imposible. No puede conocer a el Nico que yo conozco.
Así que lo dejo pasar.
-¿Cómo saliste de allí?- pregunto, mi cabeza imaginándose a Aden en una sala de tortura como en la que él mismo me metió.
No por favor.
-Mi padre vino a por mí. Mi padre era un huracán, era implacable y temido. Mató a todos los que pudo y me sacó de ahí con ayuda de John , que en algún momento fueron mejores amigos. Mira.- se levanta la camiseta y me deja ver una serie de cicatrices que no había visto antes con la luz. Son largas y profundas, de hace mucho tiempo. Tiene por todas partes, en la espalda, en el torso, en la clavícula.
Ahora las mías no me parecen nada en comparación.
-Aden…
-No pasa nada, el pasado no se puede cambiar. Pero el futuro depende de nosotros. De niño decidí acabar con la guerra, acabar con los que me habían hecho daño y por eso hago lo que hago. Por miedo a que al no hacerlo…
-Te vuelvan a hacer daño.
-Si.
-Joder.- Se vuelve a poner la camiseta, sus mejillas azules. Me acerco a él, queriendo su calor. Y consigo más que calor físico. Con él, noto llamaradas en el pecho.
-Cuéntame sobre ti.
-Ya lo sabes casi todo.
-Pues cuéntame más.
Le cuento mis días aburridos en el instituto, los deberes hasta medianoche, tomar un café tras otro para aguantar. Tenemos vidas muy distintas.
Pasan las horas y como los segundos, pasan los días.
-¿Que es algo bonito para ti?- le pregunto un día. Miro nuestras manos mientras jugamos a enredar nuestros dedos.
-¿Sabes que? Lo bonito es estar en tus brazos, encontrar un lugar seguro en ellos. Abrazarte y que todo deje de existir.- se me hincha el pecho, con un corazón encendido de nuevo y me encaro a él con una sonrisa atrapada en los labios.
-Que la tierra gire en torno a un nuevo eje.
-Quererte tanto que me explote el pecho.
-Adorarte hasta que los dos nos lo creamos.
-Quiero hacerte la persona más feliz del universo, de nuestro pequeño y acogedor universo.
-Ven aquí.- Aden tira de mí hasta dejarme encima suya. Me besa con delicadeza. Y ahí, mis labios entre los suyos, me doy cuenta de lo afortunada que soy y de lo confundido que está todo el mundo.
-Aden Danot, estoy completa y absolutamente enamorada de ti.- me sonríe y todo deja de tener sentido. Desaparece y solo estamos él y yo. Juntos.
Voy a besarle cuando un grito horrible resuena por las paredes de la habitación. Desesperado, horroroso y desesperanzador. Aden se levanta de la cama a la vez que yo me incorporo. Va corriendo a la puerta y al abrirla entra un olor horrible a metálico. En el suelo, justo en la entrada está el cadáver de un niño con una chaqueta rosa teñida de sangre, sangre azul. Es Kim.
Me tapo la boca con la mano y alcanzo la mano que Aden me ofrece.
-Hay algo, en la sangre.- susurro horrorizada. En el charco de sangre que sale del cuerpo del pequeño Kim hay una palabra. Una que jamás olvidaré. Kinimumurae.
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Hasta que la muerte nos quiera
Fiksi IlmiahÉl es azul, yo humana. Madrid está en guerra, y nosotros... los causantes. -Una vez me dijiste que era un monstruo. -Lo retiro. Eres hermoso.