NIMUEMiro a Tihya con asco.
¿Que me acaba de preguntar?
¿Acaso eso es éticamente correcto?
Claro que no, estamos hablando de Agnus.
Desvio la mirada entre Admun y Aden. Horrorizada.
-Venga, ¿a quien matamos?- insiste Tihya con una sonrisa maliciosa.
-¿Por que me das el poder de elegir ahora?
-Por que así me lo paso mejor.
-Eres retorcida, azul.- Mi antiguo odio hacia la su raza vuelve, asfixiante como nunca. Ella mató a mis padres. Tengo delante a la azul que me arrebató todo a quien podría haber llegado a querer. Y no puedo hacer nada. Es una impotencia increible.
-No voy a elegir.- Aden me mira con angustia. No le devuelvo la mirada. Solo tengo dos cosas claras en este momento. Odio a Aden por todo lo que me ha hecho sentir, pero es la persona que me hace hacerlo. Siento por y para él. Pero soy demasiado cobarde como para admitir que estoy enamorada de alguien como él.
-Pues vas a tener que hacerlo.- Tihya se encoge de hombros, como diciendo: es lo que hay. Como si elegir quien muere fuese una decisión que se toma en un día.
Y sobre todo cuando uno de ellos es el azul al que amas.
Por Janai. Que esto se acabe ya.
-¿O quieres que matemos a los dos?- Pregunta la azul de pelo negro y vivo. La A tatuada a fuego en su cuello se mueve, se estira cuando habla.
No
Pienso.
¿Qué hago?
¿A quien mato?
¿Por qué me lo estoy planteando siquiera? No puedo elegir quién muere y luego seguir como si nada. Me acabaría matando. Voy a morir igualmente, porque mi padre se tomó la libertad de matar a alguien peligroso y ahora yo tengo que asumir las consecuencias. Pero no le echo la culpa. No puedo.
¿Por qué matar a alguien si puedo morir yo por ellos?
Miro a Aden y a Admun antes de tomar una decisión. Veo durante unos segundos estos últimos meses pasar. Veo a Aden brillando, un Aden al que adoraba pero ya no estoy segura ni de mi misma. Luego veo a Admun. Cómo estiré la mano hacia el, como confié en un desconocido para escapar. Y ya se que hacer.
-Iros a la mierda.- Susurro.
-Pues les matamos a los dos.- Unos azules se acercan a los chicos y chillo, revolviendome.
-ESPERA.
-Ahora.- Grita Maya a la vez que yo. Me sorprende. No la había visto, estaba detras de Tihya. Agarra a Tihya del pelo y la estampa contra el suelo. Su cabeza emite un golpe sordo y empieza a llenar el suelo de azul. Miro su cuerpo inerte.
Está muerta. Joder.
Maya parece arrepentirse de lo que ha hecho porque se lleva las manos a la boca y solloza. Miro la escena que se abre ante mis ojos con incredulidad. Un hombre escondido entre los azules se hace ver. Me mira. A mi. Y en sus ojos veo el reflejo de lo míos.
Está armado simplemente con sus puños, pero es letal. Cada azul que se gira hacia él acaba en el suelo. Aún siendo delgado consigue tirar a los azules más grandes. Maya sigue con las manos en la boca. No entiendo nada. Mantengo mi vista en el hombre sin saber que hacer.
¿Está de nuestro lado?
¿Por qué su cara me resulta familiar?
En un momento se da la vuelta y le pega un cabezazo al último azul que quedaba en pie. Eran más de diez. Su espalda se mueve, siguiendo el curso de una respiración agitada. Sigo sin entenderle.
Se da la vuelta con rapidez, como si estuviera acostumbrado a matar con tanta facilidad. Va directo a mi, con delicadeza y se para cuando su cara esta a centímetros de la mía.
-Eres igual que tu madre.- comenta acariciandome la mejilla con delicadeza. Me pongo a llorar.
-¿Cómo?
-Nimue, siento haber tardado tanto en encontrarte.
-¿Papá?- Sus ojos rasgados sonríen, llenándome de una felicidad que nunca creí que llegaría a sentir. El hombre asiente y sollozo. No estoy sola. Nunca lo he estado.
-¿Dónde has estado?- Pregunto.
Estos últimos meses han sido un infierno
-Te lo voy a explicar todo, cariño, pero primero tenemos que salir de aquí.- Asiento mientras papá...
¿Papá?
Él me desata con una agilidad increíble y cuando estoy suelta, me tiro hacia él, rodeandole el cuello con los brazos. No se quién es ni si es quien dice ser. Solo sé que necesito esa seguridad que me hace sentir.
Y me siento muy culpable por ello. Mi padre es un asesino: Kim, Nico, mi profesor. John. Todos estan muertos por que él decidió cometer un crimen por amor. Por amor a alguien a quien me dió la vida. Pero me es imposible culparle por eso. Solo necesito una explicación. Pero aqui, en esta habitación llena de sangre roja y azul, me doy cuenta de aue no es el momento para explicaciones.
De todas formas me agarro a sus brazos y lloro mi corazón. Por Aden. Por la violencia de sus gestos y la delicadeza que muestra a veces. Por la cara destrozada de Admun pero sobre todo, lloro porque me doy cuenta de que por fin he encontrado a las personas que me llenan.
Me separo de mi padre y voy hacia Aden. Le desato, incapaz de mirarle a los ojos pero inevitablemente nuestras miradas coinciden. He dudado de él después de que me haya demostrado una y otra vez que me amaba. Solo que yo no quería verlo.
-Te perdono.- Susurro acariciandole la mejilla. Tiene la piel llena de suciedad pero eso no me impide darle un beso en el borde de su mandíbula.
-Ya lo sé.- Contesta con una sonrisa pícara dibujada en sus labios.
-¿Cómo que ya lo sabes?
-Pues que tenía pensado insistir hasta que te dieras cuenta de que estoy aquí para tí. Que eres mi prioridad.
-Tonto.- Susurro riendo.
-Cabezona.- Niego, divertida y me levanto. Sonrío en medio del caos, lo abrazo, y cuando lo hago mio le tiendo una mano a Aden para ayudarle a levantarse. La acepta, sus ojos fijos en los mios.
-Te amo Nimue, te lo voy a repetir hasta que te lo acabes creyendo.
-Me parece perfecto.- No puedo evitar pensar en lo que habría pasado si hubiera llegado a decir a quien prefería matar, habría acabado diciendo Admun, pero no podría haber vivido con ello. La pregunta es: si me acabo matando por la culpa,
¿porque no morir por los demás? Sí, iba a elegirme a mí para morir.
Dejo a Aden y me voy hacia Admun, papá…
Papá
…ya le está desatando pero cuando ve que me acerco se aparta y me arrodillo ante el azul.
-Te mereces todo lo bueno Nimue.- Le miro con sorpresa.
-No me conoces, no sabes lo que me merezco.- Respondo con el ceño fruncido.
-Por lo que he visto eres una persona que merece la pena.
-¿Estás seguro?- Pregunto, dudosa. A estas alturas las palabras de la gente me llegan vacías, sin mensaje.
-Pues claro.- Sonrío, sus ojos amoratados se vuelven pequeños y tras las heridas que cubren su cara, veo una sonrisa.
-Tenemos que irnos.- me dice papá poniéndome una mano en el hombro, su mirada fija en la puerta de salida.
-Necesito que me expliques.- Pido.
-Vamos.- Dice, como si no me hubiera escuchado. Aden me coje de la mano y camina hacia Maya, y recostada entre sus brazos, muerta, está Tihya.
-Maya, déjala ir.- Dice papá alargando una mano hacia el cadáver. Le cierra los ojos con suavidad y Maya solloza, sin apartar la vista de ella.
-Vamos. No tardarán en aparecer más.- Aden me dedica una mirada cargada de miedo mientras habla, su voz grave y rasposa. Papá aparta a Maya de Tihya y la ayuda a levantarse, entonces me fijo en él.
Está vestido de negro con unas botas militares de camuflaje. Su pelo es negro, brillante y tiene barba de varios días. Sus ojos rasgados son exactamente como los mios.
Maya se levanta tras una breve despedida en el lenguaje azul y los cinco salimos de la habitación.
-Papá.- Le llamo, aun insegura de llamarle de esta forma. Parece no escucharme.- Papá.
-Nimue, vamos.
-NO.- Contesto parándome.- Explícame, explícame como hemos acabado así.- Su cara refleja derrota, pero suspira y empieza a hablar. Me hace seguir caminando. Nos cruzamos con azules de diferentes rasgos. Todos se paran a mirar a mi padre como si acabaran de ver a un fantasma.
-El amor no se identifica con facilidad, hija. Yo estaba enamorado de tu madre pero no lo supe hasta que vi a ese azul acosándola.
-¿Atras?
-Sí.
-¿Qué le hizo?- Pregunto, una sensación de asco recorriendo mi cuerpo.
-Tu madre era una mujer muy cabezota… Pero Atras también. Tu madre creía que Atras le quería, pero no hacía más que hacerla daño mental y físicamente. Yo conocí a tu madre porque me la encontré, herida, en una calle de Madrid y desde entonces nos volvimos inseparables. Atras se enfadó y fue a por tu madre. Yo no lo maté Nimue, lo hizo tu madre.- Los ojos se le llenan de lagrimas pero parpadea para hacerlas desaparecer.- Pero dije que había sido yo para que no la matará. No salió bien, yo acabé viviendo y ella murió por un crimen injusto.- Se para y me mira. Le devuelvo la mirada, sollozando.
-Te encontraron a tu madre y a ti, ella te protegió con su vida pero cuando llegué alguien te había cogido. Pensé… que estabas muerta, aun así te he estado buscando durante diecisiete años.
-¿Y cómo me has encontrado?- Como respuesta se gira para mirar a Maya. Abro los ojos, ella sonríe con tristeza antes de explicarmelo.
-Yo ya conocía a tu padre cuando Aden y yo te encontramos, pero no supe quién eras hasta que vi tu coraje. Eres igual que tu padre.- Me río, lágrimas cayendo por mis mejillas Aden me aprieta la mano antes de soltarme y abrir la tapa de alcantarilla.
-Te odiaba porque tenía que hacerlo, estaba enamorada de Tihya.
Oh vaya
-Lo siento.- Susurro saliendo de la base.
-Intenté evitar los asesinatos, intenté alejarte de Aden casándome con él pero he de decir que eres muy terca.
-¿Estabas dispuesta a casarte con alguien a quien no amabas para protegerme?- Pregunto levantando una ceja. Abrumada por sus palabras.
-No te vengas arriba, lo hice por papá.
-¿Papá?- me giro hacia mi padre, horrorizada.
¿Tuvo otra hija?
¿Acaso Maya es mi hermana?
-Encontré a Maya en mi búsqueda. Una pareja de azules, sus padres, la torturaban.- Como prueba Maya se levanta la camiseta y me enseña su tripa. Miles de cortes la cruzan, imperfectos, dolorosos a la vista.
-Me salvó y me crió.- Susurra Mya con una mirada que desprende agradecimiento y amor hacia mi padre.
-Supongo que no eres tan cabrona como pensaba.- Confieso acercándome a ella. Al principio se aleja. A mi tampoco me gustan los abrazos, solo los de Aden, pero al los pocos segundos deja caer los muros que la mantenían en una fortaleza y me rodea con sus brazos.
- Gracias Maya.- Esta se ríe, contenta. Aden me mira, lo veo con la cabeza apoyada en el hombro de Maya. Papá me acaricia la espalda y Admun sonríe a mi izquierda. Entonces me doy cuenta de lo afortunada que soy y que después de todo, no estoy sola.
Nos separamos y pregunto hacia dónde vamos. Papá guia el camino.
-Vamos a un sitio que conozco, ahí nos acogerán.
Aden se acerca a mí y me coge de la mano. Le pregunto algo que empieza a rondar en mi mente.
-¿Crees que podremos empezar de cero en un sitio nuevo?
-Yo creo que, juntos, podemos empezar donde queramos.
Me da un beso corto en los labios y suspiro, admirando los diamantes de su piel, pensando en el futuro, un futuro con él.
Pero entonces oigo una risa malevola. Aparece Erah, a lo lejos y saca un cuchillo.
Me quedo mirando el cuchillo con terror, porque puede que esté a segundos de que me arrebaten todo aquello por lo que he luchado.
Me muevo con rapidez, lanza el cuchillo al aire y lo hace girar. Va directo a mi padre, pero yo ya estoy delante. Todo ocurre muy rápido. Cierro los ojos, esperando un impacto que nunca llega.
La vida es algo efímero, algo que podemos llegar a soñar, pero siempre tiene un final. Y puede ser horrible.
-NIMUE NO.- grita Aden a mi espalda. El terror en su voz me hace temblar, como una casa movida por la tormenta, vulnerable. Lista para ser derruida.
Papá me empuja a un lado y ambos nos apartamos del camino del cuchillo. De puro milagro.
Jadeo, asustada, en el suelo y en cuestión de segundos me veo rodeada por los cuatro. Aden me acaricia suavemente la mejilla y me abraza. Mi padre me mira desde la distancia, como Maia y Admun. Yo solo tengo una cosa clara.
Voy a matar a Erah.
Me levanto como puedo y miro hacia donde estaba el azul. Pero en su lugar no hay nada. Ha desaparecido.
-COBARDE. VEN.- Aden me coge del hombro pero yo ya estoy corriendo. Nadie consigue alcanzarme. Tengo un objetivo y puedo llegar a ser muy cabezota con ello.
Me meto entre los árboles y miro a mi alrededor, buscándole, queriéndolo muerto. Queriendo matarle.
-NIMUE.- Exclaman a mi espalda. No me giro y sigo corriendo. Por un momento creo que mi visión se torna roja. Puede que sea mi imaginación o puede que tenga tanta rabia acumulada que no sepa que más hacer que buscar a Erah entre los árboles del frondoso bosque.
Un brazo aparece a la altura de mi cuello y me choco de lleno. Me deja sin respiración y sin poder evitarlo, caigo al suelo.
Miro al segundo de Aden con rabia mientras me levanto del suelo. En cuanto lo hago, Erah me hace una llave y pega mi espalda a su pecho, usándome de escudo.
-Hermanito.- susurra cuando Aden aparece entre los árboles.
-Suéltala. - Sisea sacando de su pantalón un cuchillo pequeño.
-Ni de coña.
-¿Qué quieres Erah?- le pregunto removiendome entre sus brazos, pero su agarre es imposible de deshacer.
De esto tengo que salir sola. No soy tan fuerte como para despegarme de él, pero puedo jugar con la ventaja de que Aden tenga un cuchillo.
-Aden.- vocalizo, pero el no me está mirando a mí, mira fijamente a su hermano. Ambos discuten.
-¿Por qué mataste al niño?
-No te lo voy a decir.
-DIMELO JODER.
-TODO LO QUE HE HECHO HA SIDO PARA MANTENERLA LEJOS DE NUESTRO MUNDO.
-¿A Nimue?
-SI.
-¿Pero por qué?
-Porque hermano, yo solo quería que volviéramos a ser la familia que éramos antes. John nos lo impidió, ahora está muerto. Esta chica lo quiere impedir, y la voy a matar.
-Ni se te ocurra.
-ADEN- vuelvo a vocalizar, en silencio y esta vez me mira. Hago un circulo en la mano de Erah, justo donde me sujeto para que no me estrangule y hago una cuenta atrás.
Cuando llego a cero Aden asiente y lanza su cuchillo, clavándolo justamente en el punto que le he señalado.
Erah aparta la mano por un segundo y en ese instante gruño y me giro, cogiendo impulso al darle un codazo en la mandíbula. Cae al suelo como un muñeco de trapo y me abalanzo hacía él. Savo el cuchillo de su mano y lo alzo. Aden grita a mi espalda. Le clavo el cuchillo a Erah en el pecho. Lo saco. Se lo vuelvo a clavar y así hasta que Aden me separa de él.
Todo este tiempo, todo lo que me ha ocurrido, el hecho de que mi madre esté muerta… es culpa suya. Si él no hubiera existido, si Agnus no se hubiera obsesionado con mi padre. Nada de esto habría pasado. Y lo deseo tanto… con todo mi ser. Tanto que duele físicamente.
-Nimue, tranquila.- Me remuevo entre los brazos de Aden, le pego puñetazos, intentando que me suelte, pero lo único que consigo es que se pegue más a mi. Al final me acabo cansando y lloro contra su pecho. Derrotada. Agotada mentalmente.
Asesina. Monstruo.
La verdad escondida entre las mentiras, el odio de cada frase bonita. Todo. He vivido una mentira enorme.
-Tranquila. Estoy aquí, todo va a estar bien… Estoy aquí.
-Aden.- sollozo abrazándole. Me lo devuelve mientras me acaricia suavemente el pelo.
-Respira. Te amo.
-Aden… acabo d-de matarle.
-Te iba a matar, Nimue. Si no le matabas tu le iba a matar yo.
-Pero es tu hermano.
-La familia es relativa ¿sabes? Tu me has demostrado ser más de mi familia que mi propio hermano.- Me echo a llorar. Dejando salir todo lo que tenía dentro. Le amo. Se lo digo. Me disculpo por haber dudado de él. Por no haberle querido como merecía. Me perdona.
Me levanto cuando me calmo, con su ayuda y miro a Maia.
-Dinos por dónde hay que ir.- Maia asiente y empieza a caminar. Todos la seguimos. Cuando paso por el cadáver de Erah le dirigo una última mirada y me doy cuenta de que su muerte me va a atormentar hasta el fin de mis días.
No sé dónde acabaré. No se quien me seguirá, pero sé que las cosas siempre pueden empeorar y aunque no lo hagan ahora, va a llegar un momento donde todo cambie.
Miro a Aden y me doy cuenta de que aunque lo crea, no estoy sola.
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Hasta que la muerte nos quiera
Science FictionÉl es azul, yo humana. Madrid está en guerra, y nosotros... los causantes. -Una vez me dijiste que era un monstruo. -Lo retiro. Eres hermoso.