SOLO AZULES ACABANDO CON UNA GUERRA

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ADEN

Dejo a Nimue para ir con John. Tengo que hablarle de ls chica de ojos rasgados.
Acabo en su despacho, con miles de frases pensadas, pero al llegar se me olvidan todas.
-Padre.
-Llámame John.- contemplo al hombre que mató a mi padre con cierto respeto. Mi padre era un hombre respetado, mi madre le amaba, yo le amaba y cuando murió. Cuando John le mató en el ritual de iniciación, mi madre murió meses después, de pena y desde entonces estoy solo. Mi familia son Eki y Nisha, tal vez incluso Maya.
-¿A que vienes?
-Quiero dejar claro algunas cosas.
-Dime.
-Quiero que nadie entre en el sótano. Redobla la seguridad, la gente está enfadada y sabes que van a ir a por ella.
-No puedo hacer eso, no puedo proteger a la humana.
-Hazlo por mi.
-¿Acaso ella te importa?- Me quedo mudo. Realmente, no se. No se pero no le puedo dejar ver mi incertidumbre. Sería cavar mi propia tumba.
-No. Solo me gusta mantener a mis rehenes con vida. Hasta que los acabe matando. Ya lo sabes.
-Si, es verdad… vale. Te voy a dar lo que quieres, pero cuéntame que le sacaste ayer en la sala.- Asiento y le repito las respuestas de Nimue, intentando no pensar en su sangre manchando el suelo. Por mi culpa.
-Muchas gracias. Cualquier cosa más me dices.
-Por supuesto.- Me giro y vuelvo al sótano. Por el camino me cruzo con Dax.
-Hola. ¿Qué tal?
-Bien.
Agotado.
Mi cabeza no deja de darle vueltas a la idea de volver a verla. Se que es un error.
Dax fue mi mejor amigo, pero él decidió dejar de serlo tras la muerte de mi padre. No era suficiente, mi legado no era digno de honor como para estar con él. Dax es el hijo de John, pero no es el hijo mayor al que me voy a enfrentar en el ritual de elección, esa es Zella. Desde que eso pasó nos odiamos pero hace unos meses que me ha vuelto a hablar. Como si nada.
-¿Y la humana?¿Está ahí abajo verdad?- pregunta y lo entiendo todo.
-Adios Dax, háblame cuando no quieras aprovecharte de mi y la información que manejo.
-Vamos hermano.
-No soy tu hermano. Yo no tengo familia.- a veces la verdad es dolorosa incluso para uno mismo. Pero es la verdad al fin y al cabo.
Me alejo del chico de ojos azules y bajo las escaleras del sótano. Vuelvo con estos y con los humanos, bueno con el humano, para ser más concretos. Y al llegar me sorprende que su cuerpo esté en peor estado que el de Nimue después de la pelea.
-Dinos donde escondeis el armamento.
-No lo sé, de verdad.
-Error.- Nisha le pega un puñetazo en la nariz y la cabeza del hombre retrocede.
-¿Dónde están los soldados?
-No lo se.
-Error.- Esta vez soy yo el que le pega el puñetazo.
¿Por qué la mayoría de los humanos son inútiles?
Solo saben de orgullo y prejuicios. Nisha le da otro puñetazo y miro a Eki mientras observa la escena desde una de las paredes de la habitación. Eki siempre ha sido un hombre poco violento. Al contrario que a Nisha a él no le gusta la violencia. Solo lo toma como un deber.
Miro a Nisha cuando le pega otro puñetazo. Uno tras otro hasta que me doy cuenta del error. No va a hablar. Hemos ido a Getafe para nada, la guerra seguirá adelante.
Cuando el hombre da a entender que no va a decir nada. Nisha acaba con su vida, torciendole el cuello hasta que toma una postura antinatural. Miro mi reloj. La hora es un privilegio de los azules.
Son las cinco de la mañana. Hace dos horas que salí de la celda de Nimue. Se me ha pasado volando.
¿Y si le ha pasado algo?
¿Y si algún cabrón ha ido a hacerle daño?
¿Por qué me importa?
Conseguí convencer a John de que nadie tocara a Nimue. Es un sujeto valioso. Todavía no sabemos nada de ella pero de eso me puedo encargar yo. Puede que sea una antipática, pero podría tener información. Tal vez solo sea una excusa para no dejarla ir, o para no tener que matarla.
Cruzo la morgue y me paro a ver como Eki tapa con una manta blanca el cuerpo del hombre. No sabemos ni cómo se llamaba.
-Ey.- susurro agarrándome a la puerta de la celda.- ¿Estás despierta?
-No.
-Que graciosa.- entro en la pequeña y polvorienta celda y me acerco al cuerpo de la chica a la que hace unas horas le estaban dando una paliza en la calle. Veo que ni así pierde su humor de perros.
-¿Qué haces aquí?- pregunta con los ojos muy abiertos.
-Venía a ver si estabas bien.
-Oh, que mono, preocupandose por mi. No necesito tu pena.
-Lo se.
-¿Entonces?
-Me da igual, no me voy a ir.- Nimue me sostiene la mirada y veo como algo dentro de ella se rompe. Es como un gracias silencioso. Una ofrenda de paz. Algo muy raro en ella por lo poco que la conozco.
-Háblame de esa amiga tuya.- le pido sentándome en la esquina contraria a la que está sentada ella. Pasan unos minutos hasta que suspira y se remueve en el sitio, esbozando de inmediato una mueca de dolor.
-Se llama Clara. Somos amigas desde principios de curso…
-Esa no era tu amiga.
-¿Te puedes callar? Estoy hablando.
-Si, perdón.- Nimue sonríe y continúa con su historia. Sus ojos fijos en los mios. No todo el mundo me mira a los ojos, algunos no se atreven y que ella me mire me vuelve loco.
-Pero en realidad no tengo porque hablar de ella.- susurra frunciendo el ceño.
-No, si quieres…- digo mientras me levanto.
-¡No!- exclama, dejándome mudo.- Digo, no por favor. No me dejes sola.
-Está bien.
-¿Te apetece que te cuente mi historia con Edward?- pregunta, un brillo apareciendo en su mirada. No se quien es ese tal Edward, pero debe de ser importante para ella.
-Claro.
-Vale.- susurra sonriente. Me vuelvo a sentar en mi esquina y la escucho mientras ella me habla de quien debe ser su mejor amigo. Le conoció en la escuela y aunque no eran del mismo tipo de personas se hicieron inseparables.
-Edward es gay.- dice después de unos segundos de silencio.
-¿Gay?- Nimue se ríe, asombrada, creo. No conozco esa palabra.
-Es un chico al que le gustan las personas de su mismo sexo.
-Ahh ¿Quieres decir que es Letssi?
-¿Qué es eso?
-Pues lo que has dicho, pero en nuestra lengua. Los azules tenemos una lengua propia de nuestra raza. El lenguaje azul, que viene del castellano. Es una variación que inventaron los primeros de nuestra raza para que los humanos no nos entendieran los mensajes que enviábamos en la guerra.
-Pues Edward y yo nos conocimos en el orfanato. El era popular y yo la rara y como éramos tan distintos, nos complementamos durante años. Hubo una temporada que me acogieron en otra casa y nos separamos. Pero volví a verle tiempo después.
-¿Cómo que te acogieron?- Sé que sus padres están muertos, me lo ha insinuado varias veces. Pero no sabía que los humanos fueran con otra familia. Nosotros nos quedamos solos. Y para alante.
-He tenido tres familias de acogida.
-¿Y por qué tantas?- pregunto algo confuso. ¿Se puede tener más de una familia?
-Me acogieron la primera vez con seis años, era una familia rara muy numerosa y de padres muy estrictos. Yo no encajaba con ellos así que decidieron dejarme de vuelta en el orfanato.- Un sentimiento de lástima aparece en mi pecho pero también me da tranquilidad saber que no soy el único que lo ha pasado tan mal. Porque aunque no entienda tener varias familias debe de ser complicado.
Le cuento la historia de mis padres.
-¿Han muerto?- pregunto, curiosa por saber más de él. Yo ya le he contado todo, pero el no ha soltado nada.
-Murieron cuando yo tenía seis años. Ambos. Los azules no perdonamos, somos cabezotas… como tu.
-Estamos hablando de tus padres, no de mi.
-Lo que quiero decir es que el jefe de ahora mató a mis padres para conseguir el puesto que tiene. Mi madre se desesperó e intentó matar a John por mi padre. Un error, pero un error bonito.
-¿Y tú? ¿Quién pensó en tí?- Nos quedamos en silencio, Aden mira al suelo y juraría haber visto el reflejo de unos ojos llorosos. Este chico ha estado muy solo. Como yo. Tal vez no seamos tan diferentes.
La ignoro y suspira. Después de eso me habla sobre su grupo de amigos.
Pasan minutos, puede que horas hasta que deja de hablar de ellos.
-¿Y tú? ¿Tienes amigos?- pregunta conteniendo una risa.
-Pues claro.- contesto negando con la cabeza. En realidad no. Tengo a Maya, quien me mataría a la más mínima duda. Tengo a Nisha y a Eki, pero ellos solo están conmigo por que tienen que estarlo. Mi tía me abandonó, mi madre murió a mi lado de pena.- Bueno, en realidad… no, solo estoy yo.
-Oh vaya.- Mira al suelo para luego volver a fijar la vista en mí.- Me tienes a mí.- susurra tan bajo que creo que no he escuchado bien.
-¿Qué has dicho?
-Nada, supongo.
-Tu también me tienes a mi.- mis palabras le sacan una sonrisa y me hago una promesa al verla. Prometo provocarlas de vez en cuando.
Nos pasamos la noche hablando de cosas sin sentido pero que me marcan. Confío en que ella me va a guardar los secretos que revelo. Como yo pienso guardar los suyos.
-Mi tercera familia… ellos yo creo que son los que peor me tratan.
-Háblame de ellos.
-Estamos mi hermanastro, mi hermanastra y yo. Mis padres son músicos y se pasan el día chillando, luego es normal que las voces sean para pegarse un tiro. Mi hermanastro se llama Thomas y somos de alguna manera: inseparables. Rose, es… diferente, especial.
Lo miro analizando la tristeza en sus ojos. Se que quiere irse de aquí, volver con su hermano pequeño pero no puedo hacerlo. Me matarían, ¿qué desde cuándo me importa mi vida? Desde nunca, puede que solo sean excusas. Porque me estoy dando cuenta de que mi cuerpo me pide estar a su lado. Y así, entre secretos y recuerdos confiados nos quedamos dormidos. Nunca me acuerdo de mis sueños, pero sé que son horribles, porque me dejan una sensación de gravedad en el cuerpo. Hoy sueño con algo bonito, no sé el qué, ni por qué.

Hasta que la muerte nos quieraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora