ADENAbro los ojos con suavidad, como si hubiera despertado de un sueño eterno. A mi lado está Nimue, una sonrisa en sus labios. Su pelo revuelto y su ropa manchada de azul. Sangre. Miro a mi alrededor y veo el vendaje que cubre mi abdomen. Entonces lo recuerdo todo.
-Erah.- susurro entrecerrando los ojos. Mi gemelo. Mi mejor amigo hasta que eramos tan competitivos que la competencia casi acaba con nuestras vidas. A los seis años nos tuvieron que separar. Mi hermano y yo solíamos jugar con los cuchillos y un día me desperté con su cuchillo en mi garganta.
Sus ojos son idénticos a los mios, fijos en esta y desde entonces no le he vuelto a ver. Se que siempre ha sido un psicópata, pero no pensé que mataría por mi, o para mi. Porque ha matado por odio hacia Nimue. Se como piensa y se que en el fondo no me ha querido hacer daño, si no habría matado a Nimue.
O más bien ha sido todo un juego retorcido. Kinimumurae, la sombra encapuchada de la que me hablaba Nimue.
Me abraza en cuanto ve que he vuelto. Me susurra que todo está bien y que tenemos que irnos.
-No es seguro.- Dice mirando a la puerta.
-Lo se.
-¿Huirías conmigo?- pregunta, y se a que se refiere. No quiere una vida aquí, atrapada, quiere una vida conmigo. Yo también.
-Siempre.
Corremos de la mano. Jadeo cuando una corriente de calor doloroso me araña el pecho. Pero da igual. Sigo corriendo. Las habitaciones se abren a nuestro alrededor, los pasillos nos encierran. Cruzamos la base hasta llegar a la salida. Todo va demasiado bien.
-Prometeme que una vez que nos vayamos no vamos a volver.- Me pide cuando abro la tapa de alcantarilla.
-Ni de coña pienso volver.- Asiente y salimos a la luz del sol. Empiezo a brillar. Nimue une nuestras miradas para sonreir. Y parpadeo, sintiéndome afortunado de que alguien por fin me quiera.
-¿A dónde vamos?- pregunto mirando a nuestro alrededor.
-¿Qué más da?- pero a Nimue no le daría igual. ¿O si?
-¿Cuánto tiempo he estado dormido?
-Ven, sígueme.- Me coge de la mano y empezamos a caminar. No sé por dónde me lleva. Tengo la vista cansada y el corazón acelerado de tanto correr.
Se supone que todo ha terminado, hemos averiguado quién mató a esa gente. Mi hermano. Pero hay algo dentro de mi que me dice que las cosas van a ir mal. Lo dejo pasar.
Caminamos en silencio hasta que llegamos a una pradera, ya a las afueras de Madrid. Nimue no deja de tararear una canción que no había escuchado en mi vida. Pero es bonita y acabo tarareando con ella.
Cierro los ojos ante el sol, disfrutando del calor y cuando los vuelvo a abrir tengo a Nimue delante, sonriente. Me asusto y retrocedo. Pero solo es ella.
-¿Me quieres?- pregunta de repente. Aun tarareando.
-Si, por supuesto. ¿Dudas a estas alturas?
-Entonces vámonos lejos. Muy lejos.- susurra. Su cuerpo empieza a temblar, casi involuntariamente.
-Nimue basta, ¿Qué pasa?- Convulsiona hasta que vomita sangre. Me arrodillo ante ella cuando cae al suelo. Entonces lo veo. A lo lejos, Erah y en la espalda de Nimue, un cuchillo incrustado.
-Aden.- susurra con la boca llena de sangre. No quiero alejarme de ella pero lo hago porque ya no es Nimue, ya no queda nada de ella. La miro y observo las miles de emociones que inundan sus ojos de lágrimas. Observo las miles de palabras que le quedan por decir. Teníamos una vida juntos, la teníamos en la punta de los dedos. Una vida de libertad, de amor y de posibilidades pero todo eso se ha esfumado, como la sangre que se cuela entre las hebras del césped hasta desaparecer. Tiñiendolo todo de un rojo que conozco muy bien. Un rojo que me produce arcadas, por todas las personas a las que he visto sangrar, a las que he matado. Miro a Erah, el corazón bombeando en mis oídos. La rabia y la ir acumulada pero en vez de tirarme por mi hermano y acaricio el pelo de Nimue y la tumbo mientras se desangra, hasta que su cuerpo se recuesta contra mi pecho. No sé qué hacer. No sé cómo arreglar mis errores.
Piensa Aden piensa
-Aden. Vive por mi.- dice
-¿Qué? No…¿Cómo puedo vivir por ti si ya no estás, si vivo para ti?
-Aden.
-¿Si?
-Aden despierta.- Dice entornando la cabeza, sangre goteando por sus mejillas.
-¿Qué?- frunzo el ceño y le acaricio la mejilla sangrienta.
-Vamos, despiértate. Por favor.- Abro los ojos. De nuevo y Erah vuelve a mi cabeza.
¿Qué debió de pensar Nimue cuando vio mi cara entre las sombras?
¿Supo que no era yo?
-¿Nimue?- parpadeo hasta enfocar a quien tengo delante. Es ella, sus ojos rasgados me observan mientras me incorporo en la camilla de la enfermería. A nuestro lado hay un chico alto y grande, de ojos marrones y pelo rubio que nos mira. Parece estar con nosotros.
-Ha habido otro asesinato.- susurra Nimue abrazándose a si misma.
¿Estoy soñando? ¿Qué ha sido un sueño y qué no?
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Hasta que la muerte nos quiera
Science FictionÉl es azul, yo humana. Madrid está en guerra, y nosotros... los causantes. -Una vez me dijiste que era un monstruo. -Lo retiro. Eres hermoso.