Es sábado por la noche y no tengo ningún plan. Mis amigas están ocupadas y yo tumbada en el sofá, muerta del asco. Parece que las horas no pasan. He visto tres capítulos de una serie y le televisión me aburre. La conversación con Luisa no sale de mi cabeza, esbozo una sonrisa al pensar la conclusión a la que ha llegado tan rápida. Luisa y su estúpida manía de homosexualizar el planeta, pienso. Desde hace unos meses está insoportable con el tema LGTB. Agarro el móvil y por arte de magia, nada más encender la pantalla, entra una notificación de Javier.
Javier:
¡Buenas noches! ¿Cómo estás?
Lola:
Podría estar mejor.
Javier:
Claro, podrías estar conmigo.
Lola:
Já.
Javier:
¿Llegaste bien a casa? No me diste señales de vida.
Lola:
Te dije que te escribiría solo si me acordaba de Roberto, ¿no?
Javier:
Entonces veo que no te acordaste.
Lola:
Digamos que no... estuve entretenida.
Javier:
Eso está bien. Aunque es una pena que no me hablases.
Lola:
Bueno, lo estoy haciendo ahora.
Javier:
¿Cómo estás? ¿Qué haces ahora?
Lola:
Nada. Estoy en el sofá.
Javier:
Que aburrida.
Lola:
¿Qué haces tú?
Javier:
Nada.
Lola:
¡Qué aburrido!
Javier:
Jajajaja, ¿quedamos?
Lola:
¿Me vas a descubrir un nuevo sitio de tapas?
Javier:
No, algo mejor.
Lola:
¿Como qué?
Javier:
Sorpresa. Tendrás que venir conmigo para descubrirlo.
Me quedo pensando unos minutos qué hacer, ¿me visto y me voy con él? ¿Me quedo en casa muerta del aburrimiento? Me da pereza coger el metro y hacer el viaje hasta el centro, la verdad. Pero más pereza me da salir de debajo de las sábanas.
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Lola y Maura
RomanceA Maura tan solo le bastó un... empujoncito, para aparecer en la vida de Lola.