32. Nos encanta verte así

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 —Así que te acostaste con ella —Luisa se acomoda en el sofá y me mira con sus grandes ojos.

—Sí.

—¿Y qué tal?

—Pues... genial, no te voy a mentir.

—Madre mía, cuando se lo cuentes a Reme y Liv, se van a volver locas.

—Lo sé, pero de momento quiero seguir sin decirles nada —le digo—. Quiero seguir conociendo a Maura, todavía está todo muy... fresco.

—No me lo puedo creer —susurra Luisa—, tú con una mujer. Es que esto no lo hemos visto venir.

—Y yo tampoco —le digo con la mirada perdida en un punto del salón.

—Esa tal Maura te ha conquistado poco a poco —sonríe de lado—. Da un poco de miedo si lo piensas, porque ni te has dado cuenta. ¿Me podrá conquistar a mí alguna mujer sin que me de cuenta?

Suelto una carcajada.

—Creo que tú sí que te darías. Yo es que soy un poco negada —comento—. Es posible que tú vieras las señales que yo no vi.

—Las viste cuando la tenías entre tus pienas.

La empujo con cariño y siento las mejillas arder.

—Cállate, boba.

—Entonces bien, ¿no?

—Joder, fue increíble —la sonrisa aparece en mi boca y va a tardar mucho en irse—. Fue la mejor experiencia de mi vida. Maura es una mujer maravillosa, divertida, cariñosa, alegre...

—¿Y ahora qué pasa con Javier? ¿Le vas a seguir conociendo?

Niego en rotundo y frunzo los labios, recordando que le he bloqueado.

—No, se terminó Javier.

—¿Crees que puedes empezar una aventura con Maura?

—No creo que pueda empezar, es que la aventura empezó justo el día que nos chocamos en aquel lugar.

—Te veo feliz —Luisa posa su mano sobre la mía y sus ojos centellean—. Y eso para mí es lo más importante. Por primera vez en mucho tiempo, estoy viendo evolución en ti. Desde que se fue Roberto. Ahora tienes otra cara, otra actitud, tienes ánimo y ganas, y eso es estupendo.

El timbre de la puerta nos sorprende. Ambas fruncimos el ceño y voy a abrir. Al otro lado de la puerta, aparece Liv con una caja de cervezas. De nuevo mis amigas invadiendo mi casa sin previo aviso. Debería de estar acostumbrada, pero nunca se acostumbra una a eso de que te asalten en cualquier momento.

—¡Liv!

—Hola querida Lola —me da un beso en la mejilla y abre la puerta para entrar sin esperar que la invite a hacerlo—. Traigo cositas.

—Mételas al frigo.

—¡Pero bueno! —Visualiza a Luisa desde el pasillo y me mira extrañada—. ¿Esto que es? ¿Una quedada a traición? ¿Os estáis contando cosas que nunca nos contaréis a Reme y a mí?

Sigue su camino a la cocina sin esperar respuesta, Luisa y yo nos miramos cómplices y sonreímos al mismo tiempo. Tras meter las cervezas al frigorífico, Liv se deja caer en el sofá entre medias de las dos. Su afán de protagonismo es demasiado grande como para sentarse en cualquier otra parte.

—¿De qué estábais hablando?

—De nada.

—¿Del pene de Javier? —susurra arqueando las cejas—. ¿Ya lo has probado?

Lola y MauraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora