🍁𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝑿𝑿𝑿𝑽/ ¿𝒎𝒂𝒕𝒂𝒓 𝒐 𝒎𝒐𝒓𝒊𝒓?🍁

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Las cosas pasan por algo, eso es lo que dicen, pero a veces pasan más por alguien.

Karina

Estaba encerrada en esto, encontraba una salida pero se cerraba antes de que tan siquiera pudiera cruzarla.

Estaba al borde del colapso, Dominic era su última alternativa, si el no tenía, o mas bien, si no le daba el collar, estaba segura que se mataría.

«Estoy cansada de todo esto»

Era lo único que se repetía una y otra vez mientras corría hacia la cabaña que recordaba como la vivienda de Dominic.

Ver su alrededor le hacía preguntarse si de verdad había estado inconsciente y todo había sido producto de su subconsciente.

Todo parecía tan igual a como lo recordaba, todo parecía tan genuino.

Al llegar, a aquella cabaña, recuerdos desbordaron por sus ojos, no sabía porque lloraba, pero su corazón se comprimía al estar parada en el mismo lugar donde tuvo un beso con Dominic.

Tal vez se había inventado todo, tal vez solo era producto de su imaginación, pero al cerrar los ojos volvía a sentir sus labios contra los suyos.

Se desconecto un momento, de repente pudo entender que había sucedido más que un beso en aquel momento.

Levantó su mano lentamente aún con los ojos cerrados, empuñar su mano y golpear tres veces esa puerta, era un verdadero deja vu, pero había que ser honestos, no era el primero.

Casi podía sentir como si su corazón dejara de latir, ningún ruido del interior se hacía presente.

Estaba a punto de sucumbir a la desesperación como tantas veces.
Iba a incendiar el mundo se iba a calcinar con él si la puerta no se habría.

Se dio la vuelta, un giro de ciento ochenta grados para encontrarse con unos ojos verdes.

—Lira…

La chica ni se inmuto, solo se comporto como un espejo, actuó, movió cada parte de su cuerpo a la vez que Karina.

—¿Qué quieres?, ¿Bailamos?

Karina pudo jurar que en cualquier momento esto le causaría gracia, pero sus ganas de hacerla a un lado hacían pasar por su mente cosas locas, desde empujarla a ahorcarla, desde agarrarla por el cabello hasta hacerla comer arena, desde darle un puño a matarla.

Decidido la primera, la de empujarla, no tenía tiempo que perder en ella, para ser sinceros era en la persona que más había confiado y apreciado… ahora… ahora se encontraba decepcionada.

Agradeció esa decepción cuando la empujó y no se sintió mal, cuando pudo pasar de largo y recolectar todo tipo de cosas de la playa.

No sabia que hora era, solo podía contemplar como el sol estaba a punto de ocultarse.

El frío y las fuertes ventiscas tal vez se metieron en todo este lío, o se había vuelto más fuerte, porque cuando lanzo todo tipo de cosas contra la cabaña y esta mostró más que rasguños, pudo sentirse empoderada.

—¡Se que estás ahí! – ahora no importaba nada, de hecho todo lo que tiraba hacia la casa rebotaba en Lira, dos pájaros de un solo tiro – ¡Si no sales te sacaré!

Comenzó a tirarse contra la puerta en un intento de abrirla, de alguna u otra manera debía ingresar allí, tenía que entrar.

Entonces día grandes brazos la tomaron por la cintura y la alejaron de la casa unos dos metros.

Amnesia (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora